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Para psicologia
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Tras leer el texto que sigue contesta a las cuestiones 16 a 19.
Museos
Es inconcebible en la actualidad que el museo – lugar de conservación, estudio y reflexión sobre el patrimonio y la cultura – quede al margen de los desafíos principales de nuestra época. Sin embargo, los museos no han existido siempre y su creación es más bien reciente en la historia cultural de la humanidad. ¿Qué es un museo hoy y para qué sirve?
La definición de museo ha podido variar a lo largo de sus aproximadamente dos siglos de existencia. Actualmente se aplica a “una institución permanente, sin fines lucrativos, al servicio de la sociedad y de su desarrollo, abierta al público y que realiza investigaciones sobre los testimonios materiales del hombre y de su entorno, los adquiere, los conserva, los comunica y, en particular, los expone con fines de estudio, educación y recreo”. Asociadas durante mucho tiempo a los gustos de la aristocracia europea, las colecciones de objetos existen de hecho en la mayoría de las culturas humanas. Expresan una relación con el pasado que da prioridad a las huellas materiales dejadas por nuestros antepasados, tiende a preservarlas e incluso, en ocasiones, a hacerlas imprescindibles para el funcionamiento de las sociedades humanas. Junto con los monumentos, constituyen actualmente la parte principal de lo que se conoce globalmente con la denominación de patrimonio cultural.
El patrimonio museográfico es a la vez actor e instrumento del establecimiento del diálogo entre las naciones y de una visión común en el plano internacional cuyo objetivo primordial es el desarrollo cultural. Este desarrollo presenta un carácter y una forma muy diferentes según los contextos históricos y culturales.
El museo es ante todo un instrumento de salvaguardia y preservación del conjunto del patrimonio. Se encarga de los estudios científicos necesarios para la comprensión y la determinación del sentido como de la propiedad. De este modo el museo contribuye a la formulación de una ética global basada en prácticas de conservación, protección y difusión de los valores del patrimonio cultural. La misión educativa del museo, sea del tipo que sea, es complementaria del estudio científico.
El museo es el asimismo lugar en el que se exponen las interacciones entre la naturaleza y la cultura: son cada vez más numerosos los museos que presentan las ciencias, las ciencias naturales y las tecnologías.
Por último, el museo está al servicio del desarrollo endógeno de las comunidades sociales cuyos testimonios conserva y de las que facilita la expresión de las aspiraciones culturales. Decididamente orientados hacia su público, los museos comunitarios permanecen atentos a las evoluciones sociales y culturales, y permiten exponer nuestra identidad y nuestra diversidad en un mundo en perpetua mutación.
El término "Sin embargo" (primer párrafo) es usado para:
Tras leer el texto que sigue contesta a las cuestiones 16 a 19.
Museos
Es inconcebible en la actualidad que el museo – lugar de conservación, estudio y reflexión sobre el patrimonio y la cultura – quede al margen de los desafíos principales de nuestra época. Sin embargo, los museos no han existido siempre y su creación es más bien reciente en la historia cultural de la humanidad. ¿Qué es un museo hoy y para qué sirve?
La definición de museo ha podido variar a lo largo de sus aproximadamente dos siglos de existencia. Actualmente se aplica a “una institución permanente, sin fines lucrativos, al servicio de la sociedad y de su desarrollo, abierta al público y que realiza investigaciones sobre los testimonios materiales del hombre y de su entorno, los adquiere, los conserva, los comunica y, en particular, los expone con fines de estudio, educación y recreo”. Asociadas durante mucho tiempo a los gustos de la aristocracia europea, las colecciones de objetos existen de hecho en la mayoría de las culturas humanas. Expresan una relación con el pasado que da prioridad a las huellas materiales dejadas por nuestros antepasados, tiende a preservarlas e incluso, en ocasiones, a hacerlas imprescindibles para el funcionamiento de las sociedades humanas. Junto con los monumentos, constituyen actualmente la parte principal de lo que se conoce globalmente con la denominación de patrimonio cultural.
El patrimonio museográfico es a la vez actor e instrumento del establecimiento del diálogo entre las naciones y de una visión común en el plano internacional cuyo objetivo primordial es el desarrollo cultural. Este desarrollo presenta un carácter y una forma muy diferentes según los contextos históricos y culturales.
El museo es ante todo un instrumento de salvaguardia y preservación del conjunto del patrimonio. Se encarga de los estudios científicos necesarios para la comprensión y la determinación del sentido como de la propiedad. De este modo el museo contribuye a la formulación de una ética global basada en prácticas de conservación, protección y difusión de los valores del patrimonio cultural. La misión educativa del museo, sea del tipo que sea, es complementaria del estudio científico.
El museo es el asimismo lugar en el que se exponen las interacciones entre la naturaleza y la cultura: son cada vez más numerosos los museos que presentan las ciencias, las ciencias naturales y las tecnologías.
Por último, el museo está al servicio del desarrollo endógeno de las comunidades sociales cuyos testimonios conserva y de las que facilita la expresión de las aspiraciones culturales. Decididamente orientados hacia su público, los museos comunitarios permanecen atentos a las evoluciones sociales y culturales, y permiten exponer nuestra identidad y nuestra diversidad en un mundo en perpetua mutación.
Todas las alternativas que figuran abajo confirman la idea del texto,EXCEPTO:
Leia o texto abaixo e responda às questões propostas.
Texto 3
“A arte barroca europeia surgiu no século 17 e espalhou-se por diversos países. No Brasil, chegou com os imigrantes portugueses 100 anos depois e foi marcante principalmente em Minas Gerais. Por ter sido adotada em contextos históricos tão diferentes, a qualidade de profissionais, a variedade de materiais e o estilo variam, até porque a Europa já tinha um histórico de produção artística e no Brasil os artistas eram autodidatas.”
(Nova Escola, jan./fev. 2010, p.18)
No texto 3, o termo “autodidatas” exerce função sintática de:
Leia o texto abaixo e responda às questões propostas.
Texto 3
“A arte barroca europeia surgiu no século 17 e espalhou-se por diversos países. No Brasil, chegou com os imigrantes portugueses 100 anos depois e foi marcante principalmente em Minas Gerais. Por ter sido adotada em contextos históricos tão diferentes, a qualidade de profissionais, a variedade de materiais e o estilo variam, até porque a Europa já tinha um histórico de produção artística e no Brasil os artistas eram autodidatas.”
(Nova Escola, jan./fev. 2010, p.18)
Assinale a opção que deve ser completada com a mesma grafia da palavra grifada em: “...até porque a Europa já tinha um histórico de produção artística e no Brasil os artistas eram autodidatas.”
Leia o texto abaixo e responda às questões propostas.
Texto 3
“A arte barroca europeia surgiu no século 17 e espalhou-se por diversos países. No Brasil, chegou com os imigrantes portugueses 100 anos depois e foi marcante principalmente em Minas Gerais. Por ter sido adotada em contextos históricos tão diferentes, a qualidade de profissionais, a variedade de materiais e o estilo variam, até porque a Europa já tinha um histórico de produção artística e no Brasil os artistas eram autodidatas.”
(Nova Escola, jan./fev. 2010, p.18)
Em “No Brasil, chegou com os imigrantes portugueses 100 anos depois e foi marcante principalmente em Minas Gerais.”, a vírgula se justifica:
Leia o texto abaixo e responda às questões propostas.
Texto 2
Anunciado que a tela O Ator, uma das mais célebres do pintor Pablo Picasso, foi rasgada involuntariamente por uma mulher que assistia a uma aula de educação artística para adultos no Museu Metropolitan, em Nova York. Interessada em conferir de perto os detalhes da obra, ela perdeu o equilíbrio e caiu sobre a tela, causando um rasgão de 15 centímetros no canto inferior da pintura. O quadro era avaliado em 130 milhões de dólares. Com o acidente, deve perder metade desse valor. Pintada entre 1904 e 1905, a tela é conhecida como o marco inicial da fase rosa de Picasso, período anterior ao cubismo. A expectativa é que O Ator volte a ser exibido, restaurado, apenas no fim de abril.
(Revista Veja, 3 de fevereiro de 2010)
De acordo com as informações contidas no texto 2, infere-se, do texto 1, que:
Leia o texto abaixo e responda às questões propostas.
Texto 2
Anunciado que a tela O Ator, uma das mais célebres do pintor Pablo Picasso, foi rasgada involuntariamente por uma mulher que assistia a uma aula de educação artística para adultos no Museu Metropolitan, em Nova York. Interessada em conferir de perto os detalhes da obra, ela perdeu o equilíbrio e caiu sobre a tela, causando um rasgão de 15 centímetros no canto inferior da pintura. O quadro era avaliado em 130 milhões de dólares. Com o acidente, deve perder metade desse valor. Pintada entre 1904 e 1905, a tela é conhecida como o marco inicial da fase rosa de Picasso, período anterior ao cubismo. A expectativa é que O Ator volte a ser exibido, restaurado, apenas no fim de abril.
(Revista Veja, 3 de fevereiro de 2010)
Analisando o texto 2, apenas uma das opções abaixo é INCORRETA. Aponte-a.
Leia o texto abaixo e responda às questões propostas.
Texto 2
Anunciado que a tela O Ator, uma das mais célebres do pintor Pablo Picasso, foi rasgada involuntariamente por uma mulher que assistia a uma aula de educação artística para adultos no Museu Metropolitan, em Nova York. Interessada em conferir de perto os detalhes da obra, ela perdeu o equilíbrio e caiu sobre a tela, causando um rasgão de 15 centímetros no canto inferior da pintura. O quadro era avaliado em 130 milhões de dólares. Com o acidente, deve perder metade desse valor. Pintada entre 1904 e 1905, a tela é conhecida como o marco inicial da fase rosa de Picasso, período anterior ao cubismo. A expectativa é que O Ator volte a ser exibido, restaurado, apenas no fim de abril.
(Revista Veja, 3 de fevereiro de 2010)
Os termos grifados em “Restaurado, ainda se presta a belíssimos concertos de música barroca.” (texto 1) e “A expectativa é que O Ator volte a ser exibido, restaurado, apenas no fim de abril.” (texto 2) foram desenvolvidos, respectivamente, sem alteração de sentido, na seguinte alternativa:
Leia o texto abaixo e responda às questões propostas.
Texto 1
Tesouro musical
Entre o fim do século XVII e meados do XIX, surgiu na Europa uma preciosa coleção de órgãos de igreja que, até hoje, se distingue pelas dimensões monumentais, pela riqueza de ornamentos e pelo som, de nitidez incomparável. De valor inestimável para a arte sacra e a música erudita, tendo sido uma das principais ferramentas de trabalho de compositores como o alemão Johann Sebastian Bach (1685- 1750), esses órgãos barrocos formam um surpreendente acervo no Brasil – tesouro pouco conhecido que, só agora, começa a vir à luz. O mérito é de uma pesquisa conduzida na Universidade Sorbonne, que catalogou os exemplares existentes no país. A lista não é extensa. De uma centena deles de que se tem registro no século XVIII, sobraram apenas quinze, dois dos quais em funcionamento. A coleção, modesta se comparada à de países europeus, chama atenção pelo exagero de pinturas e entalhes recobertos de ouro e ainda por uma peça que a torna singular: um instrumento de 1710 assinado pelo alemão Arp Schnitger (1648-1719), espécie de Antonio Stradivari, o célebre construtor de violinos, no mundo dos órgãos barrocos. Não há mais que trinta desses Schnitgers em uso. O do Brasil enfeita a Catedral da Sé de Mariana, em Minas Gerais, à qual foi doado em 1753 por dom José I, rei de Portugal. Restaurado, ainda se presta a belíssimos concertos de música barroca.
O atual trabalho ajuda a lançar luz sobre a história desses órgãos no Brasil – e também sobre a própria história do país. O propósito original ao trazê-los da Europa para a colônia era animar missas e arregimentar fiéis. “Esses instrumentos vão funcionar melhor do que as pregações”, escreveu ao rei o bispo de Salvador, dom Pero Fernandes Sardinha, em 1552, imbuído da missão de catequizar índios. No Brasil imperial, os órgãos barrocos se popularizaram, a exemplo do que ocorria àquele tempo nas cortes europeias. Na cena da coroação de dom Pedro I, em 1822, retratada por Debret, aparece ao fundo o órgão no qual se executou, naquela ocasião, composição de José Maurício Nunes Garcia, um dos grandes nomes da música barroca no Brasil (sim, houve uma profícua produção do gênero no país, ainda que com o previsível atraso e influências do classicismo). Tal órgão, do qual só permaneceu uma parte da caixa ricamente decorada, pode ser visto na antiga Catedral da Sé do Rio de Janeiro.
Nenhum instrumento produz, sozinho, acordes tão ricos quanto os órgãos barrocos. Seu princípio de funcionamento é o de um instrumento de sopro, mas, no lugar do pulmão humano, se faz uso de foles que enviam o ar, simultaneamente, a dezenas de tubos que emitem o som. É como se fosse um conjunto de flautas gigantes, com até 10 metros de altura. “O que distingue os modelos barrocos é que nenhum outro permite escutar com tamanha nitidez tantos acordes ao mesmo tempo”, afirma a especialista Elisa Freixo. Seu mecanismo garante que o ar chegue imediatamente aos tubos quando o teclado é acionado, processo que leva até meio segundo nos demais modelos – suficiente para a perda de limpidez do som. Eles também se diferenciam pela concentração de finíssimos tubos, de onde saem tons de um agudo extremo. Os órgãos fabricados mais tarde privilegiaram sons mais graves e difusos – o que os adequava a uma nova função, a de integrar orquestras.
Países como Espanha e Portugal, donos de valiosas coleções de órgãos barrocos, já se dedicam à conservação desses instrumentos há um século. “No Brasil, predomina o descaso”, diz o brasileiro Marco Aurélio Brescia, à frente da pesquisa da Sorbonne. Ele ficou chocado, por exemplo, ao encontrar na cidade mineira de Bom Jesus do Amparo destroços de um órgão barroco do século XIX, obra de um artesão local. Com o que sobrou, ainda é possível reconstruir o maquinário original. De outra preciosidade da coleção, o órgão do Mosteiro de São Bento, no Rio, só ficou de pé a caixa original – até hoje lá –, boa amostra da imponência barroca. Mesmo que com atraso, o inventário dessas obras é o primeiro passo para a conservação do tesouro que restou.
(Marcelo Bortoloti, in Revista Veja, 3 de fev. de 2010)
Assinale a opção em que a ideia expressa pela locução conjuntiva destacada abaixo foi corretamente identificada.
“ Mesmo que com atraso, o inventário dessas obras é o primeiro passo para a conservação do tesouro que restou.”
Leia o texto abaixo e responda às questões propostas.
Texto 1
Tesouro musical
Entre o fim do século XVII e meados do XIX, surgiu na Europa uma preciosa coleção de órgãos de igreja que, até hoje, se distingue pelas dimensões monumentais, pela riqueza de ornamentos e pelo som, de nitidez incomparável. De valor inestimável para a arte sacra e a música erudita, tendo sido uma das principais ferramentas de trabalho de compositores como o alemão Johann Sebastian Bach (1685- 1750), esses órgãos barrocos formam um surpreendente acervo no Brasil – tesouro pouco conhecido que, só agora, começa a vir à luz. O mérito é de uma pesquisa conduzida na Universidade Sorbonne, que catalogou os exemplares existentes no país. A lista não é extensa. De uma centena deles de que se tem registro no século XVIII, sobraram apenas quinze, dois dos quais em funcionamento. A coleção, modesta se comparada à de países europeus, chama atenção pelo exagero de pinturas e entalhes recobertos de ouro e ainda por uma peça que a torna singular: um instrumento de 1710 assinado pelo alemão Arp Schnitger (1648-1719), espécie de Antonio Stradivari, o célebre construtor de violinos, no mundo dos órgãos barrocos. Não há mais que trinta desses Schnitgers em uso. O do Brasil enfeita a Catedral da Sé de Mariana, em Minas Gerais, à qual foi doado em 1753 por dom José I, rei de Portugal. Restaurado, ainda se presta a belíssimos concertos de música barroca.
O atual trabalho ajuda a lançar luz sobre a história desses órgãos no Brasil – e também sobre a própria história do país. O propósito original ao trazê-los da Europa para a colônia era animar missas e arregimentar fiéis. “Esses instrumentos vão funcionar melhor do que as pregações”, escreveu ao rei o bispo de Salvador, dom Pero Fernandes Sardinha, em 1552, imbuído da missão de catequizar índios. No Brasil imperial, os órgãos barrocos se popularizaram, a exemplo do que ocorria àquele tempo nas cortes europeias. Na cena da coroação de dom Pedro I, em 1822, retratada por Debret, aparece ao fundo o órgão no qual se executou, naquela ocasião, composição de José Maurício Nunes Garcia, um dos grandes nomes da música barroca no Brasil (sim, houve uma profícua produção do gênero no país, ainda que com o previsível atraso e influências do classicismo). Tal órgão, do qual só permaneceu uma parte da caixa ricamente decorada, pode ser visto na antiga Catedral da Sé do Rio de Janeiro.
Nenhum instrumento produz, sozinho, acordes tão ricos quanto os órgãos barrocos. Seu princípio de funcionamento é o de um instrumento de sopro, mas, no lugar do pulmão humano, se faz uso de foles que enviam o ar, simultaneamente, a dezenas de tubos que emitem o som. É como se fosse um conjunto de flautas gigantes, com até 10 metros de altura. “O que distingue os modelos barrocos é que nenhum outro permite escutar com tamanha nitidez tantos acordes ao mesmo tempo”, afirma a especialista Elisa Freixo. Seu mecanismo garante que o ar chegue imediatamente aos tubos quando o teclado é acionado, processo que leva até meio segundo nos demais modelos – suficiente para a perda de limpidez do som. Eles também se diferenciam pela concentração de finíssimos tubos, de onde saem tons de um agudo extremo. Os órgãos fabricados mais tarde privilegiaram sons mais graves e difusos – o que os adequava a uma nova função, a de integrar orquestras.
Países como Espanha e Portugal, donos de valiosas coleções de órgãos barrocos, já se dedicam à conservação desses instrumentos há um século. “No Brasil, predomina o descaso”, diz o brasileiro Marco Aurélio Brescia, à frente da pesquisa da Sorbonne. Ele ficou chocado, por exemplo, ao encontrar na cidade mineira de Bom Jesus do Amparo destroços de um órgão barroco do século XIX, obra de um artesão local. Com o que sobrou, ainda é possível reconstruir o maquinário original. De outra preciosidade da coleção, o órgão do Mosteiro de São Bento, no Rio, só ficou de pé a caixa original – até hoje lá –, boa amostra da imponência barroca. Mesmo que com atraso, o inventário dessas obras é o primeiro passo para a conservação do tesouro que restou.
(Marcelo Bortoloti, in Revista Veja, 3 de fev. de 2010)
Nos trechos abaixo foram grifados alguns elementos de coesão que conferem coerência ao texto. Assinale aquele que NÃO remete à palavra entre parênteses.
Leia o texto abaixo e responda às questões propostas.
Texto 1
Tesouro musical
Entre o fim do século XVII e meados do XIX, surgiu na Europa uma preciosa coleção de órgãos de igreja que, até hoje, se distingue pelas dimensões monumentais, pela riqueza de ornamentos e pelo som, de nitidez incomparável. De valor inestimável para a arte sacra e a música erudita, tendo sido uma das principais ferramentas de trabalho de compositores como o alemão Johann Sebastian Bach (1685- 1750), esses órgãos barrocos formam um surpreendente acervo no Brasil – tesouro pouco conhecido que, só agora, começa a vir à luz. O mérito é de uma pesquisa conduzida na Universidade Sorbonne, que catalogou os exemplares existentes no país. A lista não é extensa. De uma centena deles de que se tem registro no século XVIII, sobraram apenas quinze, dois dos quais em funcionamento. A coleção, modesta se comparada à de países europeus, chama atenção pelo exagero de pinturas e entalhes recobertos de ouro e ainda por uma peça que a torna singular: um instrumento de 1710 assinado pelo alemão Arp Schnitger (1648-1719), espécie de Antonio Stradivari, o célebre construtor de violinos, no mundo dos órgãos barrocos. Não há mais que trinta desses Schnitgers em uso. O do Brasil enfeita a Catedral da Sé de Mariana, em Minas Gerais, à qual foi doado em 1753 por dom José I, rei de Portugal. Restaurado, ainda se presta a belíssimos concertos de música barroca.
O atual trabalho ajuda a lançar luz sobre a história desses órgãos no Brasil – e também sobre a própria história do país. O propósito original ao trazê-los da Europa para a colônia era animar missas e arregimentar fiéis. “Esses instrumentos vão funcionar melhor do que as pregações”, escreveu ao rei o bispo de Salvador, dom Pero Fernandes Sardinha, em 1552, imbuído da missão de catequizar índios. No Brasil imperial, os órgãos barrocos se popularizaram, a exemplo do que ocorria àquele tempo nas cortes europeias. Na cena da coroação de dom Pedro I, em 1822, retratada por Debret, aparece ao fundo o órgão no qual se executou, naquela ocasião, composição de José Maurício Nunes Garcia, um dos grandes nomes da música barroca no Brasil (sim, houve uma profícua produção do gênero no país, ainda que com o previsível atraso e influências do classicismo). Tal órgão, do qual só permaneceu uma parte da caixa ricamente decorada, pode ser visto na antiga Catedral da Sé do Rio de Janeiro.
Nenhum instrumento produz, sozinho, acordes tão ricos quanto os órgãos barrocos. Seu princípio de funcionamento é o de um instrumento de sopro, mas, no lugar do pulmão humano, se faz uso de foles que enviam o ar, simultaneamente, a dezenas de tubos que emitem o som. É como se fosse um conjunto de flautas gigantes, com até 10 metros de altura. “O que distingue os modelos barrocos é que nenhum outro permite escutar com tamanha nitidez tantos acordes ao mesmo tempo”, afirma a especialista Elisa Freixo. Seu mecanismo garante que o ar chegue imediatamente aos tubos quando o teclado é acionado, processo que leva até meio segundo nos demais modelos – suficiente para a perda de limpidez do som. Eles também se diferenciam pela concentração de finíssimos tubos, de onde saem tons de um agudo extremo. Os órgãos fabricados mais tarde privilegiaram sons mais graves e difusos – o que os adequava a uma nova função, a de integrar orquestras.
Países como Espanha e Portugal, donos de valiosas coleções de órgãos barrocos, já se dedicam à conservação desses instrumentos há um século. “No Brasil, predomina o descaso”, diz o brasileiro Marco Aurélio Brescia, à frente da pesquisa da Sorbonne. Ele ficou chocado, por exemplo, ao encontrar na cidade mineira de Bom Jesus do Amparo destroços de um órgão barroco do século XIX, obra de um artesão local. Com o que sobrou, ainda é possível reconstruir o maquinário original. De outra preciosidade da coleção, o órgão do Mosteiro de São Bento, no Rio, só ficou de pé a caixa original – até hoje lá –, boa amostra da imponência barroca. Mesmo que com atraso, o inventário dessas obras é o primeiro passo para a conservação do tesouro que restou.
(Marcelo Bortoloti, in Revista Veja, 3 de fev. de 2010)
Em “...sim, houve uma profícua produção do gênero no país...”, o advérbio de afirmação:
Leia o texto abaixo e responda às questões propostas.
Texto 1
Tesouro musical
Entre o fim do século XVII e meados do XIX, surgiu na Europa uma preciosa coleção de órgãos de igreja que, até hoje, se distingue pelas dimensões monumentais, pela riqueza de ornamentos e pelo som, de nitidez incomparável. De valor inestimável para a arte sacra e a música erudita, tendo sido uma das principais ferramentas de trabalho de compositores como o alemão Johann Sebastian Bach (1685- 1750), esses órgãos barrocos formam um surpreendente acervo no Brasil – tesouro pouco conhecido que, só agora, começa a vir à luz. O mérito é de uma pesquisa conduzida na Universidade Sorbonne, que catalogou os exemplares existentes no país. A lista não é extensa. De uma centena deles de que se tem registro no século XVIII, sobraram apenas quinze, dois dos quais em funcionamento. A coleção, modesta se comparada à de países europeus, chama atenção pelo exagero de pinturas e entalhes recobertos de ouro e ainda por uma peça que a torna singular: um instrumento de 1710 assinado pelo alemão Arp Schnitger (1648-1719), espécie de Antonio Stradivari, o célebre construtor de violinos, no mundo dos órgãos barrocos. Não há mais que trinta desses Schnitgers em uso. O do Brasil enfeita a Catedral da Sé de Mariana, em Minas Gerais, à qual foi doado em 1753 por dom José I, rei de Portugal. Restaurado, ainda se presta a belíssimos concertos de música barroca.
O atual trabalho ajuda a lançar luz sobre a história desses órgãos no Brasil – e também sobre a própria história do país. O propósito original ao trazê-los da Europa para a colônia era animar missas e arregimentar fiéis. “Esses instrumentos vão funcionar melhor do que as pregações”, escreveu ao rei o bispo de Salvador, dom Pero Fernandes Sardinha, em 1552, imbuído da missão de catequizar índios. No Brasil imperial, os órgãos barrocos se popularizaram, a exemplo do que ocorria àquele tempo nas cortes europeias. Na cena da coroação de dom Pedro I, em 1822, retratada por Debret, aparece ao fundo o órgão no qual se executou, naquela ocasião, composição de José Maurício Nunes Garcia, um dos grandes nomes da música barroca no Brasil (sim, houve uma profícua produção do gênero no país, ainda que com o previsível atraso e influências do classicismo). Tal órgão, do qual só permaneceu uma parte da caixa ricamente decorada, pode ser visto na antiga Catedral da Sé do Rio de Janeiro.
Nenhum instrumento produz, sozinho, acordes tão ricos quanto os órgãos barrocos. Seu princípio de funcionamento é o de um instrumento de sopro, mas, no lugar do pulmão humano, se faz uso de foles que enviam o ar, simultaneamente, a dezenas de tubos que emitem o som. É como se fosse um conjunto de flautas gigantes, com até 10 metros de altura. “O que distingue os modelos barrocos é que nenhum outro permite escutar com tamanha nitidez tantos acordes ao mesmo tempo”, afirma a especialista Elisa Freixo. Seu mecanismo garante que o ar chegue imediatamente aos tubos quando o teclado é acionado, processo que leva até meio segundo nos demais modelos – suficiente para a perda de limpidez do som. Eles também se diferenciam pela concentração de finíssimos tubos, de onde saem tons de um agudo extremo. Os órgãos fabricados mais tarde privilegiaram sons mais graves e difusos – o que os adequava a uma nova função, a de integrar orquestras.
Países como Espanha e Portugal, donos de valiosas coleções de órgãos barrocos, já se dedicam à conservação desses instrumentos há um século. “No Brasil, predomina o descaso”, diz o brasileiro Marco Aurélio Brescia, à frente da pesquisa da Sorbonne. Ele ficou chocado, por exemplo, ao encontrar na cidade mineira de Bom Jesus do Amparo destroços de um órgão barroco do século XIX, obra de um artesão local. Com o que sobrou, ainda é possível reconstruir o maquinário original. De outra preciosidade da coleção, o órgão do Mosteiro de São Bento, no Rio, só ficou de pé a caixa original – até hoje lá –, boa amostra da imponência barroca. Mesmo que com atraso, o inventário dessas obras é o primeiro passo para a conservação do tesouro que restou.
(Marcelo Bortoloti, in Revista Veja, 3 de fev. de 2010)
Marque a opção verdadeira com relação ao texto.
Leia o texto abaixo e responda às questões propostas.
Texto 1
Tesouro musical
Entre o fim do século XVII e meados do XIX, surgiu na Europa uma preciosa coleção de órgãos de igreja que, até hoje, se distingue pelas dimensões monumentais, pela riqueza de ornamentos e pelo som, de nitidez incomparável. De valor inestimável para a arte sacra e a música erudita, tendo sido uma das principais ferramentas de trabalho de compositores como o alemão Johann Sebastian Bach (1685- 1750), esses órgãos barrocos formam um surpreendente acervo no Brasil – tesouro pouco conhecido que, só agora, começa a vir à luz. O mérito é de uma pesquisa conduzida na Universidade Sorbonne, que catalogou os exemplares existentes no país. A lista não é extensa. De uma centena deles de que se tem registro no século XVIII, sobraram apenas quinze, dois dos quais em funcionamento. A coleção, modesta se comparada à de países europeus, chama atenção pelo exagero de pinturas e entalhes recobertos de ouro e ainda por uma peça que a torna singular: um instrumento de 1710 assinado pelo alemão Arp Schnitger (1648-1719), espécie de Antonio Stradivari, o célebre construtor de violinos, no mundo dos órgãos barrocos. Não há mais que trinta desses Schnitgers em uso. O do Brasil enfeita a Catedral da Sé de Mariana, em Minas Gerais, à qual foi doado em 1753 por dom José I, rei de Portugal. Restaurado, ainda se presta a belíssimos concertos de música barroca.
O atual trabalho ajuda a lançar luz sobre a história desses órgãos no Brasil – e também sobre a própria história do país. O propósito original ao trazê-los da Europa para a colônia era animar missas e arregimentar fiéis. “Esses instrumentos vão funcionar melhor do que as pregações”, escreveu ao rei o bispo de Salvador, dom Pero Fernandes Sardinha, em 1552, imbuído da missão de catequizar índios. No Brasil imperial, os órgãos barrocos se popularizaram, a exemplo do que ocorria àquele tempo nas cortes europeias. Na cena da coroação de dom Pedro I, em 1822, retratada por Debret, aparece ao fundo o órgão no qual se executou, naquela ocasião, composição de José Maurício Nunes Garcia, um dos grandes nomes da música barroca no Brasil (sim, houve uma profícua produção do gênero no país, ainda que com o previsível atraso e influências do classicismo). Tal órgão, do qual só permaneceu uma parte da caixa ricamente decorada, pode ser visto na antiga Catedral da Sé do Rio de Janeiro.
Nenhum instrumento produz, sozinho, acordes tão ricos quanto os órgãos barrocos. Seu princípio de funcionamento é o de um instrumento de sopro, mas, no lugar do pulmão humano, se faz uso de foles que enviam o ar, simultaneamente, a dezenas de tubos que emitem o som. É como se fosse um conjunto de flautas gigantes, com até 10 metros de altura. “O que distingue os modelos barrocos é que nenhum outro permite escutar com tamanha nitidez tantos acordes ao mesmo tempo”, afirma a especialista Elisa Freixo. Seu mecanismo garante que o ar chegue imediatamente aos tubos quando o teclado é acionado, processo que leva até meio segundo nos demais modelos – suficiente para a perda de limpidez do som. Eles também se diferenciam pela concentração de finíssimos tubos, de onde saem tons de um agudo extremo. Os órgãos fabricados mais tarde privilegiaram sons mais graves e difusos – o que os adequava a uma nova função, a de integrar orquestras.
Países como Espanha e Portugal, donos de valiosas coleções de órgãos barrocos, já se dedicam à conservação desses instrumentos há um século. “No Brasil, predomina o descaso”, diz o brasileiro Marco Aurélio Brescia, à frente da pesquisa da Sorbonne. Ele ficou chocado, por exemplo, ao encontrar na cidade mineira de Bom Jesus do Amparo destroços de um órgão barroco do século XIX, obra de um artesão local. Com o que sobrou, ainda é possível reconstruir o maquinário original. De outra preciosidade da coleção, o órgão do Mosteiro de São Bento, no Rio, só ficou de pé a caixa original – até hoje lá –, boa amostra da imponência barroca. Mesmo que com atraso, o inventário dessas obras é o primeiro passo para a conservação do tesouro que restou.
(Marcelo Bortoloti, in Revista Veja, 3 de fev. de 2010)
No terceiro parágrafo do texto, o detalhamento do funcionamento dos órgãos barrocos tem como objetivo:
Leia o texto abaixo e responda às questões propostas.
Texto 1
Tesouro musical
Entre o fim do século XVII e meados do XIX, surgiu na Europa uma preciosa coleção de órgãos de igreja que, até hoje, se distingue pelas dimensões monumentais, pela riqueza de ornamentos e pelo som, de nitidez incomparável. De valor inestimável para a arte sacra e a música erudita, tendo sido uma das principais ferramentas de trabalho de compositores como o alemão Johann Sebastian Bach (1685- 1750), esses órgãos barrocos formam um surpreendente acervo no Brasil – tesouro pouco conhecido que, só agora, começa a vir à luz. O mérito é de uma pesquisa conduzida na Universidade Sorbonne, que catalogou os exemplares existentes no país. A lista não é extensa. De uma centena deles de que se tem registro no século XVIII, sobraram apenas quinze, dois dos quais em funcionamento. A coleção, modesta se comparada à de países europeus, chama atenção pelo exagero de pinturas e entalhes recobertos de ouro e ainda por uma peça que a torna singular: um instrumento de 1710 assinado pelo alemão Arp Schnitger (1648-1719), espécie de Antonio Stradivari, o célebre construtor de violinos, no mundo dos órgãos barrocos. Não há mais que trinta desses Schnitgers em uso. O do Brasil enfeita a Catedral da Sé de Mariana, em Minas Gerais, à qual foi doado em 1753 por dom José I, rei de Portugal. Restaurado, ainda se presta a belíssimos concertos de música barroca.
O atual trabalho ajuda a lançar luz sobre a história desses órgãos no Brasil – e também sobre a própria história do país. O propósito original ao trazê-los da Europa para a colônia era animar missas e arregimentar fiéis. “Esses instrumentos vão funcionar melhor do que as pregações”, escreveu ao rei o bispo de Salvador, dom Pero Fernandes Sardinha, em 1552, imbuído da missão de catequizar índios. No Brasil imperial, os órgãos barrocos se popularizaram, a exemplo do que ocorria àquele tempo nas cortes europeias. Na cena da coroação de dom Pedro I, em 1822, retratada por Debret, aparece ao fundo o órgão no qual se executou, naquela ocasião, composição de José Maurício Nunes Garcia, um dos grandes nomes da música barroca no Brasil (sim, houve uma profícua produção do gênero no país, ainda que com o previsível atraso e influências do classicismo). Tal órgão, do qual só permaneceu uma parte da caixa ricamente decorada, pode ser visto na antiga Catedral da Sé do Rio de Janeiro.
Nenhum instrumento produz, sozinho, acordes tão ricos quanto os órgãos barrocos. Seu princípio de funcionamento é o de um instrumento de sopro, mas, no lugar do pulmão humano, se faz uso de foles que enviam o ar, simultaneamente, a dezenas de tubos que emitem o som. É como se fosse um conjunto de flautas gigantes, com até 10 metros de altura. “O que distingue os modelos barrocos é que nenhum outro permite escutar com tamanha nitidez tantos acordes ao mesmo tempo”, afirma a especialista Elisa Freixo. Seu mecanismo garante que o ar chegue imediatamente aos tubos quando o teclado é acionado, processo que leva até meio segundo nos demais modelos – suficiente para a perda de limpidez do som. Eles também se diferenciam pela concentração de finíssimos tubos, de onde saem tons de um agudo extremo. Os órgãos fabricados mais tarde privilegiaram sons mais graves e difusos – o que os adequava a uma nova função, a de integrar orquestras.
Países como Espanha e Portugal, donos de valiosas coleções de órgãos barrocos, já se dedicam à conservação desses instrumentos há um século. “No Brasil, predomina o descaso”, diz o brasileiro Marco Aurélio Brescia, à frente da pesquisa da Sorbonne. Ele ficou chocado, por exemplo, ao encontrar na cidade mineira de Bom Jesus do Amparo destroços de um órgão barroco do século XIX, obra de um artesão local. Com o que sobrou, ainda é possível reconstruir o maquinário original. De outra preciosidade da coleção, o órgão do Mosteiro de São Bento, no Rio, só ficou de pé a caixa original – até hoje lá –, boa amostra da imponência barroca. Mesmo que com atraso, o inventário dessas obras é o primeiro passo para a conservação do tesouro que restou.
(Marcelo Bortoloti, in Revista Veja, 3 de fev. de 2010)
Assinale a opção que tem base no texto.
Três teorias psicológicas interacionistas tiveram grande repercussão no estudo do desenvolvimento infantil e, por consequência, na elaboração de teorias sobre a aquisição da linguagem.
Relacione os autores aos seus conceitos.
1. Piaget
2. Wallon
3. Vygostsky
( ) O desenvolvimento de sua teoria a partir de observações de feridos de guerra com lesões cerebrais e de crianças com anomalias psicomotoras, em geral. Procurou compreender o desenvolvimento psicomotor humano numa perspectiva psicogenética.
( ) A inteligência é uma das manifestações da vida, isto é, uma forma de adaptação, sendo a ação o modo de interação do homem com o meio.
( ) As funções psicológicas nascem da atividade cerebral, mas desenvolvem-se graças às relações que o sujeito mantém com os membros de sua cultura ao longo da vida, mediadas por sistemas simbólicos.
Assinale a opção que indica a relação correta, de cima para baixo.
A Atenção Psicossocial exige capacitações continuadas dos profissionais, com foco em seu mandato, que se pauta, entre outros, na superação de uma leitura de execução desmembrada das políticas sociais para uma atuação profissional competente e territorializada, favorecendo a continuidade da atenção e a união de esforços para a construção de estratégias de cuidado, a partir do trabalho em rede. “O território é o lugar psicossocial do sujeito; é onde a vida acontece”.
(BRASIL. Ministério da Saúde. Caminhos para uma Política de Saúde Mental Infanto-Juvenil. Brasília, 2005, P. 13.)
Assim, é correto argumentar que: