Questões de Concurso Público IF-PA 2015 para Professor - Letras
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Las Fallas. Una fiesta española.
Por Victoria Monera Martínez - marzo 12, 2015
Es una fiesta española que se celebra en la Comunidad Valenciana los días anteriores al 19 de marzo, día de San José. San José es el patrón de los carpinteros y, como sabéis, un personaje importante de la Biblia. También es el patrón de Valencia. Esta ciudad es la tercera ciudad española en población tras Madrid y Barcelona. Es también la cuna de la paella, plato que actualmente se considera el más representativo de la gastronomía española.
¿Qué son las Fallas?
Pues, como todas las fiestas españolas, una mezcla de música, trajes típicos y fuego. Pero aquí destaca el fuego.
Durante varios días, los falleros levantan altos y coloridos monumentos de papel y cartón (su tamaño varía mucho). Son representaciones satíricas que reflejan y critican diferentes aspectos de la vida cotidiana española o internacional: famosos políticos, actores de moda, empresas destacadas… Las figuras (“ninots”) van acompañadas de “carteles informativos”, normalmente muy irónicos; por ello, también, las representaciones normalmente son caricaturas con rasgos muy exagerados.
Esos días de duro trabajo son compensados con música continua, comidas con los amigos, pasacalles y verbenas por la noche.
Y con las “mascletás“: durante unos minutos se queman kilos de pólvora en un espectáculo único en el mundo.
Así, llega el día 19 y lo primero es la misa en honor a San José (el santo de los Josés, Pepes, Marijosés, Pepitas y Finas). Es una fiesta donde se mezcla lo religioso y lo pagano. El jurado ya ha concedido los diferentes premios y se establece el orden de “la quema”. Al anochecer se empezarán a quemar las “fallas”, en orden inverso a los premios. O sea, la “falla” ganadora del primer premio, se quemará la última (y podrá “vivir” unas horas más). Es importante también saber que cada año hay un “ninot indultat”, una figura que se salvará del fuego y se guardará en el museo fallero.
Así, llega el día 19 y lo primero es la misa en honor a San José (el santo de los Josés, Pepes,
Marijosés, Pepitas y Finas). Es una fiesta donde se mezcla lo religioso y lo pagano.
El jurado ya ha concedido los diferentes premios y se establece el orden de “la quema”. Al anochecer se empezarán a quemar las “fallas”, en orden inverso a los premios. O sea, la “falla” ganadora del primer premio, se quemará la última (y podrá “vivir” unas horas más).
Es importante también saber que cada año hay un “ninot indultat”, una figura que se salvará del fuego y se guardará en el museo fallero.
¿Qué simboliza esta fiesta? En su origen se construían las fallas con muebles viejos o rotos, así se limpiaban las casas, se purificaban mediante el fuego. Y también significa que se acaba el invierno y que empieza la primavera, o sea, el cambio de estación. Una fiesta parecida se celebra en Alicante el 24 de junio (la noche más corta del año): las “Hogueras”.
(Disponível em: http://www.habla.pl/2015/03/12/las-fallas-una-fiesta-espanola/)
Las Fallas. Una fiesta española.
Por Victoria Monera Martínez - marzo 12, 2015
Es una fiesta española que se celebra en la Comunidad Valenciana los días anteriores al 19 de marzo, día de San José. San José es el patrón de los carpinteros y, como sabéis, un personaje importante de la Biblia. También es el patrón de Valencia. Esta ciudad es la tercera ciudad española en población tras Madrid y Barcelona. Es también la cuna de la paella, plato que actualmente se considera el más representativo de la gastronomía española.
¿Qué son las Fallas?
Pues, como todas las fiestas españolas, una mezcla de música, trajes típicos y fuego. Pero aquí destaca el fuego.
Durante varios días, los falleros levantan altos y coloridos monumentos de papel y cartón (su tamaño varía mucho). Son representaciones satíricas que reflejan y critican diferentes aspectos de la vida cotidiana española o internacional: famosos políticos, actores de moda, empresas destacadas… Las figuras (“ninots”) van acompañadas de “carteles informativos”, normalmente muy irónicos; por ello, también, las representaciones normalmente son caricaturas con rasgos muy exagerados.
Esos días de duro trabajo son compensados con música continua, comidas con los amigos, pasacalles y verbenas por la noche.
Y con las “mascletás“: durante unos minutos se queman kilos de pólvora en un espectáculo único en el mundo.
Así, llega el día 19 y lo primero es la misa en honor a San José (el santo de los Josés, Pepes, Marijosés, Pepitas y Finas). Es una fiesta donde se mezcla lo religioso y lo pagano. El jurado ya ha concedido los diferentes premios y se establece el orden de “la quema”. Al anochecer se empezarán a quemar las “fallas”, en orden inverso a los premios. O sea, la “falla” ganadora del primer premio, se quemará la última (y podrá “vivir” unas horas más). Es importante también saber que cada año hay un “ninot indultat”, una figura que se salvará del fuego y se guardará en el museo fallero.
Así, llega el día 19 y lo primero es la misa en honor a San José (el santo de los Josés, Pepes,
Marijosés, Pepitas y Finas). Es una fiesta donde se mezcla lo religioso y lo pagano.
El jurado ya ha concedido los diferentes premios y se establece el orden de “la quema”. Al anochecer se empezarán a quemar las “fallas”, en orden inverso a los premios. O sea, la “falla” ganadora del primer premio, se quemará la última (y podrá “vivir” unas horas más).
Es importante también saber que cada año hay un “ninot indultat”, una figura que se salvará del fuego y se guardará en el museo fallero.
¿Qué simboliza esta fiesta? En su origen se construían las fallas con muebles viejos o rotos, así se limpiaban las casas, se purificaban mediante el fuego. Y también significa que se acaba el invierno y que empieza la primavera, o sea, el cambio de estación. Una fiesta parecida se celebra en Alicante el 24 de junio (la noche más corta del año): las “Hogueras”.
(Disponível em: http://www.habla.pl/2015/03/12/las-fallas-una-fiesta-espanola/)
Las Fallas. Una fiesta española.
Por Victoria Monera Martínez - marzo 12, 2015
Es una fiesta española que se celebra en la Comunidad Valenciana los días anteriores al 19 de marzo, día de San José. San José es el patrón de los carpinteros y, como sabéis, un personaje importante de la Biblia. También es el patrón de Valencia. Esta ciudad es la tercera ciudad española en población tras Madrid y Barcelona. Es también la cuna de la paella, plato que actualmente se considera el más representativo de la gastronomía española.
¿Qué son las Fallas?
Pues, como todas las fiestas españolas, una mezcla de música, trajes típicos y fuego. Pero aquí destaca el fuego.
Durante varios días, los falleros levantan altos y coloridos monumentos de papel y cartón (su tamaño varía mucho). Son representaciones satíricas que reflejan y critican diferentes aspectos de la vida cotidiana española o internacional: famosos políticos, actores de moda, empresas destacadas… Las figuras (“ninots”) van acompañadas de “carteles informativos”, normalmente muy irónicos; por ello, también, las representaciones normalmente son caricaturas con rasgos muy exagerados.
Esos días de duro trabajo son compensados con música continua, comidas con los amigos, pasacalles y verbenas por la noche.
Y con las “mascletás“: durante unos minutos se queman kilos de pólvora en un espectáculo único en el mundo.
Así, llega el día 19 y lo primero es la misa en honor a San José (el santo de los Josés, Pepes, Marijosés, Pepitas y Finas). Es una fiesta donde se mezcla lo religioso y lo pagano. El jurado ya ha concedido los diferentes premios y se establece el orden de “la quema”. Al anochecer se empezarán a quemar las “fallas”, en orden inverso a los premios. O sea, la “falla” ganadora del primer premio, se quemará la última (y podrá “vivir” unas horas más). Es importante también saber que cada año hay un “ninot indultat”, una figura que se salvará del fuego y se guardará en el museo fallero.
Así, llega el día 19 y lo primero es la misa en honor a San José (el santo de los Josés, Pepes,
Marijosés, Pepitas y Finas). Es una fiesta donde se mezcla lo religioso y lo pagano.
El jurado ya ha concedido los diferentes premios y se establece el orden de “la quema”. Al anochecer se empezarán a quemar las “fallas”, en orden inverso a los premios. O sea, la “falla” ganadora del primer premio, se quemará la última (y podrá “vivir” unas horas más).
Es importante también saber que cada año hay un “ninot indultat”, una figura que se salvará del fuego y se guardará en el museo fallero.
¿Qué simboliza esta fiesta? En su origen se construían las fallas con muebles viejos o rotos, así se limpiaban las casas, se purificaban mediante el fuego. Y también significa que se acaba el invierno y que empieza la primavera, o sea, el cambio de estación. Una fiesta parecida se celebra en Alicante el 24 de junio (la noche más corta del año): las “Hogueras”.
(Disponível em: http://www.habla.pl/2015/03/12/las-fallas-una-fiesta-espanola/)
Las Fallas. Una fiesta española.
Por Victoria Monera Martínez - marzo 12, 2015
Es una fiesta española que se celebra en la Comunidad Valenciana los días anteriores al 19 de marzo, día de San José. San José es el patrón de los carpinteros y, como sabéis, un personaje importante de la Biblia. También es el patrón de Valencia. Esta ciudad es la tercera ciudad española en población tras Madrid y Barcelona. Es también la cuna de la paella, plato que actualmente se considera el más representativo de la gastronomía española.
¿Qué son las Fallas?
Pues, como todas las fiestas españolas, una mezcla de música, trajes típicos y fuego. Pero aquí destaca el fuego.
Durante varios días, los falleros levantan altos y coloridos monumentos de papel y cartón (su tamaño varía mucho). Son representaciones satíricas que reflejan y critican diferentes aspectos de la vida cotidiana española o internacional: famosos políticos, actores de moda, empresas destacadas… Las figuras (“ninots”) van acompañadas de “carteles informativos”, normalmente muy irónicos; por ello, también, las representaciones normalmente son caricaturas con rasgos muy exagerados.
Esos días de duro trabajo son compensados con música continua, comidas con los amigos, pasacalles y verbenas por la noche.
Y con las “mascletás“: durante unos minutos se queman kilos de pólvora en un espectáculo único en el mundo.
Así, llega el día 19 y lo primero es la misa en honor a San José (el santo de los Josés, Pepes, Marijosés, Pepitas y Finas). Es una fiesta donde se mezcla lo religioso y lo pagano. El jurado ya ha concedido los diferentes premios y se establece el orden de “la quema”. Al anochecer se empezarán a quemar las “fallas”, en orden inverso a los premios. O sea, la “falla” ganadora del primer premio, se quemará la última (y podrá “vivir” unas horas más). Es importante también saber que cada año hay un “ninot indultat”, una figura que se salvará del fuego y se guardará en el museo fallero.
Así, llega el día 19 y lo primero es la misa en honor a San José (el santo de los Josés, Pepes,
Marijosés, Pepitas y Finas). Es una fiesta donde se mezcla lo religioso y lo pagano.
El jurado ya ha concedido los diferentes premios y se establece el orden de “la quema”. Al anochecer se empezarán a quemar las “fallas”, en orden inverso a los premios. O sea, la “falla” ganadora del primer premio, se quemará la última (y podrá “vivir” unas horas más).
Es importante también saber que cada año hay un “ninot indultat”, una figura que se salvará del fuego y se guardará en el museo fallero.
¿Qué simboliza esta fiesta? En su origen se construían las fallas con muebles viejos o rotos, así se limpiaban las casas, se purificaban mediante el fuego. Y también significa que se acaba el invierno y que empieza la primavera, o sea, el cambio de estación. Una fiesta parecida se celebra en Alicante el 24 de junio (la noche más corta del año): las “Hogueras”.
(Disponível em: http://www.habla.pl/2015/03/12/las-fallas-una-fiesta-espanola/)
Las Fallas. Una fiesta española.
Por Victoria Monera Martínez - marzo 12, 2015
Es una fiesta española que se celebra en la Comunidad Valenciana los días anteriores al 19 de marzo, día de San José. San José es el patrón de los carpinteros y, como sabéis, un personaje importante de la Biblia. También es el patrón de Valencia. Esta ciudad es la tercera ciudad española en población tras Madrid y Barcelona. Es también la cuna de la paella, plato que actualmente se considera el más representativo de la gastronomía española.
¿Qué son las Fallas?
Pues, como todas las fiestas españolas, una mezcla de música, trajes típicos y fuego. Pero aquí destaca el fuego.
Durante varios días, los falleros levantan altos y coloridos monumentos de papel y cartón (su tamaño varía mucho). Son representaciones satíricas que reflejan y critican diferentes aspectos de la vida cotidiana española o internacional: famosos políticos, actores de moda, empresas destacadas… Las figuras (“ninots”) van acompañadas de “carteles informativos”, normalmente muy irónicos; por ello, también, las representaciones normalmente son caricaturas con rasgos muy exagerados.
Esos días de duro trabajo son compensados con música continua, comidas con los amigos, pasacalles y verbenas por la noche.
Y con las “mascletás“: durante unos minutos se queman kilos de pólvora en un espectáculo único en el mundo.
Así, llega el día 19 y lo primero es la misa en honor a San José (el santo de los Josés, Pepes, Marijosés, Pepitas y Finas). Es una fiesta donde se mezcla lo religioso y lo pagano. El jurado ya ha concedido los diferentes premios y se establece el orden de “la quema”. Al anochecer se empezarán a quemar las “fallas”, en orden inverso a los premios. O sea, la “falla” ganadora del primer premio, se quemará la última (y podrá “vivir” unas horas más). Es importante también saber que cada año hay un “ninot indultat”, una figura que se salvará del fuego y se guardará en el museo fallero.
Así, llega el día 19 y lo primero es la misa en honor a San José (el santo de los Josés, Pepes,
Marijosés, Pepitas y Finas). Es una fiesta donde se mezcla lo religioso y lo pagano.
El jurado ya ha concedido los diferentes premios y se establece el orden de “la quema”. Al anochecer se empezarán a quemar las “fallas”, en orden inverso a los premios. O sea, la “falla” ganadora del primer premio, se quemará la última (y podrá “vivir” unas horas más).
Es importante también saber que cada año hay un “ninot indultat”, una figura que se salvará del fuego y se guardará en el museo fallero.
¿Qué simboliza esta fiesta? En su origen se construían las fallas con muebles viejos o rotos, así se limpiaban las casas, se purificaban mediante el fuego. Y también significa que se acaba el invierno y que empieza la primavera, o sea, el cambio de estación. Una fiesta parecida se celebra en Alicante el 24 de junio (la noche más corta del año): las “Hogueras”.
(Disponível em: http://www.habla.pl/2015/03/12/las-fallas-una-fiesta-espanola/)
Cervantes y Shakespeare: ni se conocieron, ni se copiaron, ni murieron en el mismo día.
El Día Internacional del Libro se conmemora hoy porque ese día, de 1616, fallecieron los dos más grandes escritores de la literatura universal: Cervantes y Shakespeare. Pero tan errónea es esa coincidencia como la mayoría de las teorías sobre los paralelismos en su vida y obra. Muchos expertos a lo largo de la historia han comparado y encontrado similitudes entre Don Quijote y Hamlet o el rey Lear, entre Sancho y Falstaff, en la novedosa mezcla de géneros que utilizaron los dos genios o, simplemente en su contemporaneidad de vida y de muerte. Pero, en realidad, las semejanzas entre ambos genios son escasas.
La fecha de muerte
El error más difundido es el de la fecha de su muerte. Siempre se ha sostenido que ambos
murieron el 23 de abril de 1616, pero ninguno lo hizo en tal fecha. Cervantes falleció el 22 y fue
enterrado el 23, mientras que la diferencia de fechas es aún mayor con Shakespeare, ya que en
aquella época Inglaterra se regía por el calendario juliano, por lo que en realidad su muerte se
produjo un 3 de mayo.
Nunca se encontraron
"Influencias culturales parecidas"
Cervantes y Shakespeare: ni se conocieron, ni se copiaron, ni murieron en el mismo día.
El Día Internacional del Libro se conmemora hoy porque ese día, de 1616, fallecieron los dos más grandes escritores de la literatura universal: Cervantes y Shakespeare. Pero tan errónea es esa coincidencia como la mayoría de las teorías sobre los paralelismos en su vida y obra. Muchos expertos a lo largo de la historia han comparado y encontrado similitudes entre Don Quijote y Hamlet o el rey Lear, entre Sancho y Falstaff, en la novedosa mezcla de géneros que utilizaron los dos genios o, simplemente en su contemporaneidad de vida y de muerte. Pero, en realidad, las semejanzas entre ambos genios son escasas.
La fecha de muerte
El error más difundido es el de la fecha de su muerte. Siempre se ha sostenido que ambos
murieron el 23 de abril de 1616, pero ninguno lo hizo en tal fecha. Cervantes falleció el 22 y fue
enterrado el 23, mientras que la diferencia de fechas es aún mayor con Shakespeare, ya que en
aquella época Inglaterra se regía por el calendario juliano, por lo que en realidad su muerte se
produjo un 3 de mayo.
Nunca se encontraron
"Influencias culturales parecidas"
Cervantes y Shakespeare: ni se conocieron, ni se copiaron, ni murieron en el mismo día.
El Día Internacional del Libro se conmemora hoy porque ese día, de 1616, fallecieron los dos más grandes escritores de la literatura universal: Cervantes y Shakespeare. Pero tan errónea es esa coincidencia como la mayoría de las teorías sobre los paralelismos en su vida y obra. Muchos expertos a lo largo de la historia han comparado y encontrado similitudes entre Don Quijote y Hamlet o el rey Lear, entre Sancho y Falstaff, en la novedosa mezcla de géneros que utilizaron los dos genios o, simplemente en su contemporaneidad de vida y de muerte. Pero, en realidad, las semejanzas entre ambos genios son escasas.
La fecha de muerte
El error más difundido es el de la fecha de su muerte. Siempre se ha sostenido que ambos
murieron el 23 de abril de 1616, pero ninguno lo hizo en tal fecha. Cervantes falleció el 22 y fue
enterrado el 23, mientras que la diferencia de fechas es aún mayor con Shakespeare, ya que en
aquella época Inglaterra se regía por el calendario juliano, por lo que en realidad su muerte se
produjo un 3 de mayo.
Nunca se encontraron
"Influencias culturales parecidas"
Cervantes y Shakespeare: ni se conocieron, ni se copiaron, ni murieron en el mismo día.
El Día Internacional del Libro se conmemora hoy porque ese día, de 1616, fallecieron los dos más grandes escritores de la literatura universal: Cervantes y Shakespeare. Pero tan errónea es esa coincidencia como la mayoría de las teorías sobre los paralelismos en su vida y obra. Muchos expertos a lo largo de la historia han comparado y encontrado similitudes entre Don Quijote y Hamlet o el rey Lear, entre Sancho y Falstaff, en la novedosa mezcla de géneros que utilizaron los dos genios o, simplemente en su contemporaneidad de vida y de muerte. Pero, en realidad, las semejanzas entre ambos genios son escasas.
La fecha de muerte
El error más difundido es el de la fecha de su muerte. Siempre se ha sostenido que ambos
murieron el 23 de abril de 1616, pero ninguno lo hizo en tal fecha. Cervantes falleció el 22 y fue
enterrado el 23, mientras que la diferencia de fechas es aún mayor con Shakespeare, ya que en
aquella época Inglaterra se regía por el calendario juliano, por lo que en realidad su muerte se
produjo un 3 de mayo.
Nunca se encontraron
"Influencias culturales parecidas"
DESNUDA
Desnuda eres tan simple como una de tus manos:
lisa, terrestre, mínima, redonda, transparente.
Tienes líneas de luna, caminos de manzana.
Desnuda eres delgada como el trigo desnudo.
(Fragmento del soneto XXVII de Cien Sonetos de Amor)
En el fragmento del poema Desnuda de Pablo Neruda, tenemos la utilización de los dos puntos y
la coma en los dos primeros versos ¿Para qué sirven?
Por las siguientes frases podemos concluir que:
1. El bueno de tu tío nos ha llevado al cine con él.
2. María escribe una carta a su primo Luis.
3. A mí me gustan los helados de tía Tina.
1. El presidente afirmó que todas las personas tenían derecho a una vivienda digna.
2. En fin, ¿cómo puede mantenerse cuerdo con tanto calor? —dijo Hemlatha a nadie en particular.
3. Dijo que habrías aprobado el examen.
Por Estilo Directo y Estilo Indirecto vamos a percibir en las frases que:
Palabras sin eco
Por Andrés Ricciardulli
Número Cero, del italiano Umberto Eco, reflexiona con ironía sobre el nuevo rol de la prensa en su país, al tiempo que plantea un final alternativo para la muerte de Mussolini
Europa es hoy el lugar del mundo donde se observa con mayor claridad el desconcierto general ante los tiempos que corren, la incertidumbre global sobre el futuro inmediato. La corrupción generalizada a todos los niveles, el caos social, la inmigración, el terrorismo, los neonazis y la crisis financiera están haciendo mella en la cuna de occidente.
La intelectualidad del viejo continente no es ajena a este descalabro, a este fin de las ideologías y de lo razonable, a esta suerte de fatiga milenaria que tiene desahuciados a todos los países europeos, que no saben hoy ya para dónde tirar.
Ante los miles de problemas, gran parte de los escritores europeos se dedican a escribir libros absurdos y repetitivos sobre cuestiones ya perimidas.
Este comportamiento necio quizá se debe a que el descreimiento ha llegado a todas partes. Cuando un libro tan revelador como el del periodista Glenn Greenwald Snowden, sin un lugar donde esconderse no cambia nada y es solo una picadura de mosquito en el lomo curtido del elefante, cualquier aporte posterior parece irrelevante.
No obstante, los autores europeos perseveran en escribir sobre lo inocuo. Uno de sus temas
favoritos es la caída vertiginosa del nivel de la prensa, que los obsesiona y a la que achacan
todos los males. En su por momentos muy buen libro, Lionel Asbo. El estado de Inglaterra, el
inglés Martin Amis se despachaba a gusto contra los medios de comunicación de la isla. Con
Número Cero, Umberto Eco, hace otro tanto con la prensa italiana, solo que al estar ambientada
la novela en 1992, en la era previa a internet, el contenido y el mensaje son más intrascendentes.
El diario que no sale
La recién editada novela cuenta, con una prosa directa y sin metáforas de ningún tipo, la puesta, ya que está pensado para funcionar como un arma en las manos extorsionadoras del Commendatore, un personaje que nunca sale a la luz, ya que simplemente pone el dinero y por ende tiene el poder.
Seis periodistas, incluyendo al protagonista, Colonna, que además debe escribir un libro sobre el proceso de creación del diario, se ponen a la tarea de darle vida a un medio que está pensado como un arma.
Y es allí, al comienzo, donde está lo mejor de libro. Eco, haciendo gala de buen humor, describe los pormenores rocambolescos de un proyecto que, además de crear una bomba política destinada a ser usada si es necesario, incluye el armado de las típicas secciones de cualquier diario. Por eso hay un capítulo para los horóscopos, otro para las necrológicas, uno sobre los trucos a la hora de hacer un desmentido y el más gracioso, que refiere al gusto del público a la hora de leer una página de cultura.
Pero luego el libro se viene abajo. Se quiebra cuando Eco plantea un amor improbable, que ocupa mucho espacio y que no llega a ningún lado. Y termina de hacerse ilegible cuando el periodista Braggadocio comienza a esbozar una teoría increíble sobre la muerte de Benito Mussolini.
Esa historia que incluye a los partisanos, la CIA, el Vaticano, Argentina como probable refugio del Duce y un sinfín de especulaciones más, se alarga durante muchas más páginas de las necesarias. Puede entretener al lector que conozca al detalle la historia italiana, pero, para el que no, resulta una digresión interminable de escaso valor.
"Estoy de acuerdo con Hegel cuando dice que la lectura del periódico es la oración matinal del hombre moderno. Pero yo, cada vez más, leo solo los titulares", confesó el autor en una entrevista.
A los 83 años, Umberto Eco se ha ganado el derecho a presentar el libro que quiera. Pero no deja de ser doloroso leer Número Cero. Al hombre, al parecer, se le ha olvidado ya definitivamente el nombre de la rosa.
(Disponível em: http://www.elobservador.com.uy/palabras-eco-n654843)
Palabras sin eco
Por Andrés Ricciardulli
Número Cero, del italiano Umberto Eco, reflexiona con ironía sobre el nuevo rol de la prensa en su país, al tiempo que plantea un final alternativo para la muerte de Mussolini
Europa es hoy el lugar del mundo donde se observa con mayor claridad el desconcierto general ante los tiempos que corren, la incertidumbre global sobre el futuro inmediato. La corrupción generalizada a todos los niveles, el caos social, la inmigración, el terrorismo, los neonazis y la crisis financiera están haciendo mella en la cuna de occidente.
La intelectualidad del viejo continente no es ajena a este descalabro, a este fin de las ideologías y de lo razonable, a esta suerte de fatiga milenaria que tiene desahuciados a todos los países europeos, que no saben hoy ya para dónde tirar.
Ante los miles de problemas, gran parte de los escritores europeos se dedican a escribir libros absurdos y repetitivos sobre cuestiones ya perimidas.
Este comportamiento necio quizá se debe a que el descreimiento ha llegado a todas partes. Cuando un libro tan revelador como el del periodista Glenn Greenwald Snowden, sin un lugar donde esconderse no cambia nada y es solo una picadura de mosquito en el lomo curtido del elefante, cualquier aporte posterior parece irrelevante.
No obstante, los autores europeos perseveran en escribir sobre lo inocuo. Uno de sus temas
favoritos es la caída vertiginosa del nivel de la prensa, que los obsesiona y a la que achacan
todos los males. En su por momentos muy buen libro, Lionel Asbo. El estado de Inglaterra, el
inglés Martin Amis se despachaba a gusto contra los medios de comunicación de la isla. Con
Número Cero, Umberto Eco, hace otro tanto con la prensa italiana, solo que al estar ambientada
la novela en 1992, en la era previa a internet, el contenido y el mensaje son más intrascendentes.
El diario que no sale
La recién editada novela cuenta, con una prosa directa y sin metáforas de ningún tipo, la puesta, ya que está pensado para funcionar como un arma en las manos extorsionadoras del Commendatore, un personaje que nunca sale a la luz, ya que simplemente pone el dinero y por ende tiene el poder.
Seis periodistas, incluyendo al protagonista, Colonna, que además debe escribir un libro sobre el proceso de creación del diario, se ponen a la tarea de darle vida a un medio que está pensado como un arma.
Y es allí, al comienzo, donde está lo mejor de libro. Eco, haciendo gala de buen humor, describe los pormenores rocambolescos de un proyecto que, además de crear una bomba política destinada a ser usada si es necesario, incluye el armado de las típicas secciones de cualquier diario. Por eso hay un capítulo para los horóscopos, otro para las necrológicas, uno sobre los trucos a la hora de hacer un desmentido y el más gracioso, que refiere al gusto del público a la hora de leer una página de cultura.
Pero luego el libro se viene abajo. Se quiebra cuando Eco plantea un amor improbable, que ocupa mucho espacio y que no llega a ningún lado. Y termina de hacerse ilegible cuando el periodista Braggadocio comienza a esbozar una teoría increíble sobre la muerte de Benito Mussolini.
Esa historia que incluye a los partisanos, la CIA, el Vaticano, Argentina como probable refugio del Duce y un sinfín de especulaciones más, se alarga durante muchas más páginas de las necesarias. Puede entretener al lector que conozca al detalle la historia italiana, pero, para el que no, resulta una digresión interminable de escaso valor.
"Estoy de acuerdo con Hegel cuando dice que la lectura del periódico es la oración matinal del hombre moderno. Pero yo, cada vez más, leo solo los titulares", confesó el autor en una entrevista.
A los 83 años, Umberto Eco se ha ganado el derecho a presentar el libro que quiera. Pero no deja de ser doloroso leer Número Cero. Al hombre, al parecer, se le ha olvidado ya definitivamente el nombre de la rosa.
(Disponível em: http://www.elobservador.com.uy/palabras-eco-n654843)
Palabras sin eco
Por Andrés Ricciardulli
Número Cero, del italiano Umberto Eco, reflexiona con ironía sobre el nuevo rol de la prensa en su país, al tiempo que plantea un final alternativo para la muerte de Mussolini
Europa es hoy el lugar del mundo donde se observa con mayor claridad el desconcierto general ante los tiempos que corren, la incertidumbre global sobre el futuro inmediato. La corrupción generalizada a todos los niveles, el caos social, la inmigración, el terrorismo, los neonazis y la crisis financiera están haciendo mella en la cuna de occidente.
La intelectualidad del viejo continente no es ajena a este descalabro, a este fin de las ideologías y de lo razonable, a esta suerte de fatiga milenaria que tiene desahuciados a todos los países europeos, que no saben hoy ya para dónde tirar.
Ante los miles de problemas, gran parte de los escritores europeos se dedican a escribir libros absurdos y repetitivos sobre cuestiones ya perimidas.
Este comportamiento necio quizá se debe a que el descreimiento ha llegado a todas partes. Cuando un libro tan revelador como el del periodista Glenn Greenwald Snowden, sin un lugar donde esconderse no cambia nada y es solo una picadura de mosquito en el lomo curtido del elefante, cualquier aporte posterior parece irrelevante.
No obstante, los autores europeos perseveran en escribir sobre lo inocuo. Uno de sus temas
favoritos es la caída vertiginosa del nivel de la prensa, que los obsesiona y a la que achacan
todos los males. En su por momentos muy buen libro, Lionel Asbo. El estado de Inglaterra, el
inglés Martin Amis se despachaba a gusto contra los medios de comunicación de la isla. Con
Número Cero, Umberto Eco, hace otro tanto con la prensa italiana, solo que al estar ambientada
la novela en 1992, en la era previa a internet, el contenido y el mensaje son más intrascendentes.
El diario que no sale
La recién editada novela cuenta, con una prosa directa y sin metáforas de ningún tipo, la puesta, ya que está pensado para funcionar como un arma en las manos extorsionadoras del Commendatore, un personaje que nunca sale a la luz, ya que simplemente pone el dinero y por ende tiene el poder.
Seis periodistas, incluyendo al protagonista, Colonna, que además debe escribir un libro sobre el proceso de creación del diario, se ponen a la tarea de darle vida a un medio que está pensado como un arma.
Y es allí, al comienzo, donde está lo mejor de libro. Eco, haciendo gala de buen humor, describe los pormenores rocambolescos de un proyecto que, además de crear una bomba política destinada a ser usada si es necesario, incluye el armado de las típicas secciones de cualquier diario. Por eso hay un capítulo para los horóscopos, otro para las necrológicas, uno sobre los trucos a la hora de hacer un desmentido y el más gracioso, que refiere al gusto del público a la hora de leer una página de cultura.
Pero luego el libro se viene abajo. Se quiebra cuando Eco plantea un amor improbable, que ocupa mucho espacio y que no llega a ningún lado. Y termina de hacerse ilegible cuando el periodista Braggadocio comienza a esbozar una teoría increíble sobre la muerte de Benito Mussolini.
Esa historia que incluye a los partisanos, la CIA, el Vaticano, Argentina como probable refugio del Duce y un sinfín de especulaciones más, se alarga durante muchas más páginas de las necesarias. Puede entretener al lector que conozca al detalle la historia italiana, pero, para el que no, resulta una digresión interminable de escaso valor.
"Estoy de acuerdo con Hegel cuando dice que la lectura del periódico es la oración matinal del hombre moderno. Pero yo, cada vez más, leo solo los titulares", confesó el autor en una entrevista.
A los 83 años, Umberto Eco se ha ganado el derecho a presentar el libro que quiera. Pero no deja de ser doloroso leer Número Cero. Al hombre, al parecer, se le ha olvidado ya definitivamente el nombre de la rosa.
(Disponível em: http://www.elobservador.com.uy/palabras-eco-n654843)
Palabras sin eco
Por Andrés Ricciardulli
Número Cero, del italiano Umberto Eco, reflexiona con ironía sobre el nuevo rol de la prensa en su país, al tiempo que plantea un final alternativo para la muerte de Mussolini
Europa es hoy el lugar del mundo donde se observa con mayor claridad el desconcierto general ante los tiempos que corren, la incertidumbre global sobre el futuro inmediato. La corrupción generalizada a todos los niveles, el caos social, la inmigración, el terrorismo, los neonazis y la crisis financiera están haciendo mella en la cuna de occidente.
La intelectualidad del viejo continente no es ajena a este descalabro, a este fin de las ideologías y de lo razonable, a esta suerte de fatiga milenaria que tiene desahuciados a todos los países europeos, que no saben hoy ya para dónde tirar.
Ante los miles de problemas, gran parte de los escritores europeos se dedican a escribir libros absurdos y repetitivos sobre cuestiones ya perimidas.
Este comportamiento necio quizá se debe a que el descreimiento ha llegado a todas partes. Cuando un libro tan revelador como el del periodista Glenn Greenwald Snowden, sin un lugar donde esconderse no cambia nada y es solo una picadura de mosquito en el lomo curtido del elefante, cualquier aporte posterior parece irrelevante.
No obstante, los autores europeos perseveran en escribir sobre lo inocuo. Uno de sus temas
favoritos es la caída vertiginosa del nivel de la prensa, que los obsesiona y a la que achacan
todos los males. En su por momentos muy buen libro, Lionel Asbo. El estado de Inglaterra, el
inglés Martin Amis se despachaba a gusto contra los medios de comunicación de la isla. Con
Número Cero, Umberto Eco, hace otro tanto con la prensa italiana, solo que al estar ambientada
la novela en 1992, en la era previa a internet, el contenido y el mensaje son más intrascendentes.
El diario que no sale
La recién editada novela cuenta, con una prosa directa y sin metáforas de ningún tipo, la puesta, ya que está pensado para funcionar como un arma en las manos extorsionadoras del Commendatore, un personaje que nunca sale a la luz, ya que simplemente pone el dinero y por ende tiene el poder.
Seis periodistas, incluyendo al protagonista, Colonna, que además debe escribir un libro sobre el proceso de creación del diario, se ponen a la tarea de darle vida a un medio que está pensado como un arma.
Y es allí, al comienzo, donde está lo mejor de libro. Eco, haciendo gala de buen humor, describe los pormenores rocambolescos de un proyecto que, además de crear una bomba política destinada a ser usada si es necesario, incluye el armado de las típicas secciones de cualquier diario. Por eso hay un capítulo para los horóscopos, otro para las necrológicas, uno sobre los trucos a la hora de hacer un desmentido y el más gracioso, que refiere al gusto del público a la hora de leer una página de cultura.
Pero luego el libro se viene abajo. Se quiebra cuando Eco plantea un amor improbable, que ocupa mucho espacio y que no llega a ningún lado. Y termina de hacerse ilegible cuando el periodista Braggadocio comienza a esbozar una teoría increíble sobre la muerte de Benito Mussolini.
Esa historia que incluye a los partisanos, la CIA, el Vaticano, Argentina como probable refugio del Duce y un sinfín de especulaciones más, se alarga durante muchas más páginas de las necesarias. Puede entretener al lector que conozca al detalle la historia italiana, pero, para el que no, resulta una digresión interminable de escaso valor.
"Estoy de acuerdo con Hegel cuando dice que la lectura del periódico es la oración matinal del hombre moderno. Pero yo, cada vez más, leo solo los titulares", confesó el autor en una entrevista.
A los 83 años, Umberto Eco se ha ganado el derecho a presentar el libro que quiera. Pero no deja de ser doloroso leer Número Cero. Al hombre, al parecer, se le ha olvidado ya definitivamente el nombre de la rosa.
(Disponível em: http://www.elobservador.com.uy/palabras-eco-n654843)
Palabras sin eco
Por Andrés Ricciardulli
Número Cero, del italiano Umberto Eco, reflexiona con ironía sobre el nuevo rol de la prensa en su país, al tiempo que plantea un final alternativo para la muerte de Mussolini
Europa es hoy el lugar del mundo donde se observa con mayor claridad el desconcierto general ante los tiempos que corren, la incertidumbre global sobre el futuro inmediato. La corrupción generalizada a todos los niveles, el caos social, la inmigración, el terrorismo, los neonazis y la crisis financiera están haciendo mella en la cuna de occidente.
La intelectualidad del viejo continente no es ajena a este descalabro, a este fin de las ideologías y de lo razonable, a esta suerte de fatiga milenaria que tiene desahuciados a todos los países europeos, que no saben hoy ya para dónde tirar.
Ante los miles de problemas, gran parte de los escritores europeos se dedican a escribir libros absurdos y repetitivos sobre cuestiones ya perimidas.
Este comportamiento necio quizá se debe a que el descreimiento ha llegado a todas partes. Cuando un libro tan revelador como el del periodista Glenn Greenwald Snowden, sin un lugar donde esconderse no cambia nada y es solo una picadura de mosquito en el lomo curtido del elefante, cualquier aporte posterior parece irrelevante.
No obstante, los autores europeos perseveran en escribir sobre lo inocuo. Uno de sus temas
favoritos es la caída vertiginosa del nivel de la prensa, que los obsesiona y a la que achacan
todos los males. En su por momentos muy buen libro, Lionel Asbo. El estado de Inglaterra, el
inglés Martin Amis se despachaba a gusto contra los medios de comunicación de la isla. Con
Número Cero, Umberto Eco, hace otro tanto con la prensa italiana, solo que al estar ambientada
la novela en 1992, en la era previa a internet, el contenido y el mensaje son más intrascendentes.
El diario que no sale
La recién editada novela cuenta, con una prosa directa y sin metáforas de ningún tipo, la puesta, ya que está pensado para funcionar como un arma en las manos extorsionadoras del Commendatore, un personaje que nunca sale a la luz, ya que simplemente pone el dinero y por ende tiene el poder.
Seis periodistas, incluyendo al protagonista, Colonna, que además debe escribir un libro sobre el proceso de creación del diario, se ponen a la tarea de darle vida a un medio que está pensado como un arma.
Y es allí, al comienzo, donde está lo mejor de libro. Eco, haciendo gala de buen humor, describe los pormenores rocambolescos de un proyecto que, además de crear una bomba política destinada a ser usada si es necesario, incluye el armado de las típicas secciones de cualquier diario. Por eso hay un capítulo para los horóscopos, otro para las necrológicas, uno sobre los trucos a la hora de hacer un desmentido y el más gracioso, que refiere al gusto del público a la hora de leer una página de cultura.
Pero luego el libro se viene abajo. Se quiebra cuando Eco plantea un amor improbable, que ocupa mucho espacio y que no llega a ningún lado. Y termina de hacerse ilegible cuando el periodista Braggadocio comienza a esbozar una teoría increíble sobre la muerte de Benito Mussolini.
Esa historia que incluye a los partisanos, la CIA, el Vaticano, Argentina como probable refugio del Duce y un sinfín de especulaciones más, se alarga durante muchas más páginas de las necesarias. Puede entretener al lector que conozca al detalle la historia italiana, pero, para el que no, resulta una digresión interminable de escaso valor.
"Estoy de acuerdo con Hegel cuando dice que la lectura del periódico es la oración matinal del hombre moderno. Pero yo, cada vez más, leo solo los titulares", confesó el autor en una entrevista.
A los 83 años, Umberto Eco se ha ganado el derecho a presentar el libro que quiera. Pero no deja de ser doloroso leer Número Cero. Al hombre, al parecer, se le ha olvidado ya definitivamente el nombre de la rosa.
(Disponível em: http://www.elobservador.com.uy/palabras-eco-n654843)
Observa las afirmaciones sobre el texto 01
I - Glenn Greenwald Snowden es un ejemplo de libro que es distinto de los demás que son escritos hoy.
II - El Commendatore es el personaje principal de la obra de Umberto Eco y es un personaje que nunca sale a la luz.
III - En el libro “Número Cero” tenemos cinco periodistas, además del protagonista, que se ponen a la tarea de dar vida a un periódico que está pensado como un arma.
IV - Lo mejor libro de Umberto Eco según el autor del texto I es “el nombre de la rosa”.
V – El libro “Número Cero” pone en marcha la historia de un periódico que tiene como objetivo no
llegar a publicarse nunca, con una mezcla de detalles de la historia de la Argentina.