Questões de Concurso Para professor - língua espanhola

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Q3147297 Espanhol
Texto 15A4-III

        Cuando se tienen hijos, la noche cambia de significado. De bebés se tiene la esperanza de que más tarde o más temprano acaben regulando el sueño para poder dormir. Lo que uno no espera es que la batalla por irse a la cama dure hasta la adolescencia. Los adolescentes tienen que dormir más que un adulto. La horquilla de horas que deberían descansar cada noche está entre las ocho y las diez. Pero pocos cumplen con esto.

        El pediatra Óscar Sans lo explica: «Cuando llega la preadolescencia o la adolescencia, los jóvenes sufren muchos cambios físicos y hormonales. Y una de las cosas que les pasan es que se transforman. Su ritmo circadiano, este ritmo de 24 horas que nos marca el estar despierto y el estar dormido, se alarga. Y lo que vemos, dicho a grandes rasgos, es que se vuelven más nocturnos».

         «No pueden fisiológicamente conciliar el sueño a la hora que era habitual», apoya María Ángeles Bonmatí, investigadora postdoctoral. Ella apela a la comprensión de este fenómeno para evitar esas broncas diarias que no benefician ni a padres ni a hijos. «Segregan melatonina, que es una hormona que secreta la glándula pineal y que nos da el pistoletazo de salida para el proceso del sueño, más tarde que los adultos», prosigue. Eso quiere decir que el sueño le va a entrar sí o sí más tarde. Y da igual si hemos conseguido que se vayan a la cama o no.

         Los adolescentes segregan melatonina más tarde que los adultos. Y precisamente aquí es donde entran en juego las pantallas. «Las que tienen una luz del espectro azul que retrae la melatonina», advierte Sans. Y como no encuentran el sueño, se ponen a enredar por puro aburrimiento, todavía retrasan más la aparición natural de la somnolencia. «Parece ser que son, además, más sensibles que los adultos a estos estímulos, incluida la pantalla de la televisión», añade Bonmatí.

         Los horarios normales de la sociedad también juegan en contra de los adolescentes. A las ocho ya suena el timbre de la primera clase del instituto. Habría que intentar que los adolescentes no lleguen dormidos. «Un buen consejo es que vayan andando a clase», recomienda Sans. Si está muy lejos, pues un ratito a pie y otro en el medio de transporte que sea necesario.

         Otra recomendación sería no poner a primera hora las asignaturas más duras o tediosas, sino las que les vayan a estimular. Y fijar los exámenes en el momento de la semana en el que tengan un mayor rendimiento: «Mejor un miércoles que un lunes».

         Verdades y mentiras de dormir bien: i) la trampa del fin de semana. «El sueño que los adolescentes pierden entre semana no lo recuperan el fin de semana. No hay que dejarles que duerman todo lo que quieran», alerta el neurofisiólogo Óscar Sans; ii) ojo con la cena. Ni comidas muy copiosas y con grasas, ni mucho líquido en la cena.

Razones por las que los adolescentes se van tan tarde a la cama.
Internet:<elcorreo.com>  (con adaptaciones).

A partir del texto 15A4-III, juzgue lo ítem a seguir.


Es posible sustituir «cena» (último párrafo) por desayuno, sin que eso suponga ninguna alteración semántica. 

Alternativas
Q3147296 Espanhol
Texto 15A4-III

        Cuando se tienen hijos, la noche cambia de significado. De bebés se tiene la esperanza de que más tarde o más temprano acaben regulando el sueño para poder dormir. Lo que uno no espera es que la batalla por irse a la cama dure hasta la adolescencia. Los adolescentes tienen que dormir más que un adulto. La horquilla de horas que deberían descansar cada noche está entre las ocho y las diez. Pero pocos cumplen con esto.

        El pediatra Óscar Sans lo explica: «Cuando llega la preadolescencia o la adolescencia, los jóvenes sufren muchos cambios físicos y hormonales. Y una de las cosas que les pasan es que se transforman. Su ritmo circadiano, este ritmo de 24 horas que nos marca el estar despierto y el estar dormido, se alarga. Y lo que vemos, dicho a grandes rasgos, es que se vuelven más nocturnos».

         «No pueden fisiológicamente conciliar el sueño a la hora que era habitual», apoya María Ángeles Bonmatí, investigadora postdoctoral. Ella apela a la comprensión de este fenómeno para evitar esas broncas diarias que no benefician ni a padres ni a hijos. «Segregan melatonina, que es una hormona que secreta la glándula pineal y que nos da el pistoletazo de salida para el proceso del sueño, más tarde que los adultos», prosigue. Eso quiere decir que el sueño le va a entrar sí o sí más tarde. Y da igual si hemos conseguido que se vayan a la cama o no.

         Los adolescentes segregan melatonina más tarde que los adultos. Y precisamente aquí es donde entran en juego las pantallas. «Las que tienen una luz del espectro azul que retrae la melatonina», advierte Sans. Y como no encuentran el sueño, se ponen a enredar por puro aburrimiento, todavía retrasan más la aparición natural de la somnolencia. «Parece ser que son, además, más sensibles que los adultos a estos estímulos, incluida la pantalla de la televisión», añade Bonmatí.

         Los horarios normales de la sociedad también juegan en contra de los adolescentes. A las ocho ya suena el timbre de la primera clase del instituto. Habría que intentar que los adolescentes no lleguen dormidos. «Un buen consejo es que vayan andando a clase», recomienda Sans. Si está muy lejos, pues un ratito a pie y otro en el medio de transporte que sea necesario.

         Otra recomendación sería no poner a primera hora las asignaturas más duras o tediosas, sino las que les vayan a estimular. Y fijar los exámenes en el momento de la semana en el que tengan un mayor rendimiento: «Mejor un miércoles que un lunes».

         Verdades y mentiras de dormir bien: i) la trampa del fin de semana. «El sueño que los adolescentes pierden entre semana no lo recuperan el fin de semana. No hay que dejarles que duerman todo lo que quieran», alerta el neurofisiólogo Óscar Sans; ii) ojo con la cena. Ni comidas muy copiosas y con grasas, ni mucho líquido en la cena.

Razones por las que los adolescentes se van tan tarde a la cama.
Internet:<elcorreo.com>  (con adaptaciones).

A partir del texto 15A4-III, juzgue lo ítem a seguir.


En el enunciado «No hay que dejarles que duerman» (último párrafo), el término marcado -les se refiere al fin de semana.

Alternativas
Q3147295 Espanhol
Texto 15A4-III

        Cuando se tienen hijos, la noche cambia de significado. De bebés se tiene la esperanza de que más tarde o más temprano acaben regulando el sueño para poder dormir. Lo que uno no espera es que la batalla por irse a la cama dure hasta la adolescencia. Los adolescentes tienen que dormir más que un adulto. La horquilla de horas que deberían descansar cada noche está entre las ocho y las diez. Pero pocos cumplen con esto.

        El pediatra Óscar Sans lo explica: «Cuando llega la preadolescencia o la adolescencia, los jóvenes sufren muchos cambios físicos y hormonales. Y una de las cosas que les pasan es que se transforman. Su ritmo circadiano, este ritmo de 24 horas que nos marca el estar despierto y el estar dormido, se alarga. Y lo que vemos, dicho a grandes rasgos, es que se vuelven más nocturnos».

         «No pueden fisiológicamente conciliar el sueño a la hora que era habitual», apoya María Ángeles Bonmatí, investigadora postdoctoral. Ella apela a la comprensión de este fenómeno para evitar esas broncas diarias que no benefician ni a padres ni a hijos. «Segregan melatonina, que es una hormona que secreta la glándula pineal y que nos da el pistoletazo de salida para el proceso del sueño, más tarde que los adultos», prosigue. Eso quiere decir que el sueño le va a entrar sí o sí más tarde. Y da igual si hemos conseguido que se vayan a la cama o no.

         Los adolescentes segregan melatonina más tarde que los adultos. Y precisamente aquí es donde entran en juego las pantallas. «Las que tienen una luz del espectro azul que retrae la melatonina», advierte Sans. Y como no encuentran el sueño, se ponen a enredar por puro aburrimiento, todavía retrasan más la aparición natural de la somnolencia. «Parece ser que son, además, más sensibles que los adultos a estos estímulos, incluida la pantalla de la televisión», añade Bonmatí.

         Los horarios normales de la sociedad también juegan en contra de los adolescentes. A las ocho ya suena el timbre de la primera clase del instituto. Habría que intentar que los adolescentes no lleguen dormidos. «Un buen consejo es que vayan andando a clase», recomienda Sans. Si está muy lejos, pues un ratito a pie y otro en el medio de transporte que sea necesario.

         Otra recomendación sería no poner a primera hora las asignaturas más duras o tediosas, sino las que les vayan a estimular. Y fijar los exámenes en el momento de la semana en el que tengan un mayor rendimiento: «Mejor un miércoles que un lunes».

         Verdades y mentiras de dormir bien: i) la trampa del fin de semana. «El sueño que los adolescentes pierden entre semana no lo recuperan el fin de semana. No hay que dejarles que duerman todo lo que quieran», alerta el neurofisiólogo Óscar Sans; ii) ojo con la cena. Ni comidas muy copiosas y con grasas, ni mucho líquido en la cena.

Razones por las que los adolescentes se van tan tarde a la cama.
Internet:<elcorreo.com>  (con adaptaciones).

A partir del texto 15A4-III, juzgue lo ítem a seguir.


Si el centro escolar está distante del lugar desde donde se desplaza el adolescente, es aconsejable que use un medio de transporte, pero que evite ir sentado.

Alternativas
Q3147294 Espanhol
Texto 15A4-III

        Cuando se tienen hijos, la noche cambia de significado. De bebés se tiene la esperanza de que más tarde o más temprano acaben regulando el sueño para poder dormir. Lo que uno no espera es que la batalla por irse a la cama dure hasta la adolescencia. Los adolescentes tienen que dormir más que un adulto. La horquilla de horas que deberían descansar cada noche está entre las ocho y las diez. Pero pocos cumplen con esto.

        El pediatra Óscar Sans lo explica: «Cuando llega la preadolescencia o la adolescencia, los jóvenes sufren muchos cambios físicos y hormonales. Y una de las cosas que les pasan es que se transforman. Su ritmo circadiano, este ritmo de 24 horas que nos marca el estar despierto y el estar dormido, se alarga. Y lo que vemos, dicho a grandes rasgos, es que se vuelven más nocturnos».

         «No pueden fisiológicamente conciliar el sueño a la hora que era habitual», apoya María Ángeles Bonmatí, investigadora postdoctoral. Ella apela a la comprensión de este fenómeno para evitar esas broncas diarias que no benefician ni a padres ni a hijos. «Segregan melatonina, que es una hormona que secreta la glándula pineal y que nos da el pistoletazo de salida para el proceso del sueño, más tarde que los adultos», prosigue. Eso quiere decir que el sueño le va a entrar sí o sí más tarde. Y da igual si hemos conseguido que se vayan a la cama o no.

         Los adolescentes segregan melatonina más tarde que los adultos. Y precisamente aquí es donde entran en juego las pantallas. «Las que tienen una luz del espectro azul que retrae la melatonina», advierte Sans. Y como no encuentran el sueño, se ponen a enredar por puro aburrimiento, todavía retrasan más la aparición natural de la somnolencia. «Parece ser que son, además, más sensibles que los adultos a estos estímulos, incluida la pantalla de la televisión», añade Bonmatí.

         Los horarios normales de la sociedad también juegan en contra de los adolescentes. A las ocho ya suena el timbre de la primera clase del instituto. Habría que intentar que los adolescentes no lleguen dormidos. «Un buen consejo es que vayan andando a clase», recomienda Sans. Si está muy lejos, pues un ratito a pie y otro en el medio de transporte que sea necesario.

         Otra recomendación sería no poner a primera hora las asignaturas más duras o tediosas, sino las que les vayan a estimular. Y fijar los exámenes en el momento de la semana en el que tengan un mayor rendimiento: «Mejor un miércoles que un lunes».

         Verdades y mentiras de dormir bien: i) la trampa del fin de semana. «El sueño que los adolescentes pierden entre semana no lo recuperan el fin de semana. No hay que dejarles que duerman todo lo que quieran», alerta el neurofisiólogo Óscar Sans; ii) ojo con la cena. Ni comidas muy copiosas y con grasas, ni mucho líquido en la cena.

Razones por las que los adolescentes se van tan tarde a la cama.
Internet:<elcorreo.com>  (con adaptaciones).

A partir del texto 15A4-III, juzgue lo ítem a seguir.


El pediatra consultado desaconseja realizar las evaluaciones académicas al inicio de la semana. 

Alternativas
Q3147293 Espanhol
Texto 15A4-III

        Cuando se tienen hijos, la noche cambia de significado. De bebés se tiene la esperanza de que más tarde o más temprano acaben regulando el sueño para poder dormir. Lo que uno no espera es que la batalla por irse a la cama dure hasta la adolescencia. Los adolescentes tienen que dormir más que un adulto. La horquilla de horas que deberían descansar cada noche está entre las ocho y las diez. Pero pocos cumplen con esto.

        El pediatra Óscar Sans lo explica: «Cuando llega la preadolescencia o la adolescencia, los jóvenes sufren muchos cambios físicos y hormonales. Y una de las cosas que les pasan es que se transforman. Su ritmo circadiano, este ritmo de 24 horas que nos marca el estar despierto y el estar dormido, se alarga. Y lo que vemos, dicho a grandes rasgos, es que se vuelven más nocturnos».

         «No pueden fisiológicamente conciliar el sueño a la hora que era habitual», apoya María Ángeles Bonmatí, investigadora postdoctoral. Ella apela a la comprensión de este fenómeno para evitar esas broncas diarias que no benefician ni a padres ni a hijos. «Segregan melatonina, que es una hormona que secreta la glándula pineal y que nos da el pistoletazo de salida para el proceso del sueño, más tarde que los adultos», prosigue. Eso quiere decir que el sueño le va a entrar sí o sí más tarde. Y da igual si hemos conseguido que se vayan a la cama o no.

         Los adolescentes segregan melatonina más tarde que los adultos. Y precisamente aquí es donde entran en juego las pantallas. «Las que tienen una luz del espectro azul que retrae la melatonina», advierte Sans. Y como no encuentran el sueño, se ponen a enredar por puro aburrimiento, todavía retrasan más la aparición natural de la somnolencia. «Parece ser que son, además, más sensibles que los adultos a estos estímulos, incluida la pantalla de la televisión», añade Bonmatí.

         Los horarios normales de la sociedad también juegan en contra de los adolescentes. A las ocho ya suena el timbre de la primera clase del instituto. Habría que intentar que los adolescentes no lleguen dormidos. «Un buen consejo es que vayan andando a clase», recomienda Sans. Si está muy lejos, pues un ratito a pie y otro en el medio de transporte que sea necesario.

         Otra recomendación sería no poner a primera hora las asignaturas más duras o tediosas, sino las que les vayan a estimular. Y fijar los exámenes en el momento de la semana en el que tengan un mayor rendimiento: «Mejor un miércoles que un lunes».

         Verdades y mentiras de dormir bien: i) la trampa del fin de semana. «El sueño que los adolescentes pierden entre semana no lo recuperan el fin de semana. No hay que dejarles que duerman todo lo que quieran», alerta el neurofisiólogo Óscar Sans; ii) ojo con la cena. Ni comidas muy copiosas y con grasas, ni mucho líquido en la cena.

Razones por las que los adolescentes se van tan tarde a la cama.
Internet:<elcorreo.com>  (con adaptaciones).

A partir del texto 15A4-III, juzgue lo ítem a seguir.


En el enunciado «Ella apela a la comprensión» (tercer párrafo), el sujeto es femenino; si decidimos poner el sujeto en masculino, el resultado es Ello apela a la comprensión.

Alternativas
Q3147292 Espanhol
Texto 15A4-III

        Cuando se tienen hijos, la noche cambia de significado. De bebés se tiene la esperanza de que más tarde o más temprano acaben regulando el sueño para poder dormir. Lo que uno no espera es que la batalla por irse a la cama dure hasta la adolescencia. Los adolescentes tienen que dormir más que un adulto. La horquilla de horas que deberían descansar cada noche está entre las ocho y las diez. Pero pocos cumplen con esto.

        El pediatra Óscar Sans lo explica: «Cuando llega la preadolescencia o la adolescencia, los jóvenes sufren muchos cambios físicos y hormonales. Y una de las cosas que les pasan es que se transforman. Su ritmo circadiano, este ritmo de 24 horas que nos marca el estar despierto y el estar dormido, se alarga. Y lo que vemos, dicho a grandes rasgos, es que se vuelven más nocturnos».

         «No pueden fisiológicamente conciliar el sueño a la hora que era habitual», apoya María Ángeles Bonmatí, investigadora postdoctoral. Ella apela a la comprensión de este fenómeno para evitar esas broncas diarias que no benefician ni a padres ni a hijos. «Segregan melatonina, que es una hormona que secreta la glándula pineal y que nos da el pistoletazo de salida para el proceso del sueño, más tarde que los adultos», prosigue. Eso quiere decir que el sueño le va a entrar sí o sí más tarde. Y da igual si hemos conseguido que se vayan a la cama o no.

         Los adolescentes segregan melatonina más tarde que los adultos. Y precisamente aquí es donde entran en juego las pantallas. «Las que tienen una luz del espectro azul que retrae la melatonina», advierte Sans. Y como no encuentran el sueño, se ponen a enredar por puro aburrimiento, todavía retrasan más la aparición natural de la somnolencia. «Parece ser que son, además, más sensibles que los adultos a estos estímulos, incluida la pantalla de la televisión», añade Bonmatí.

         Los horarios normales de la sociedad también juegan en contra de los adolescentes. A las ocho ya suena el timbre de la primera clase del instituto. Habría que intentar que los adolescentes no lleguen dormidos. «Un buen consejo es que vayan andando a clase», recomienda Sans. Si está muy lejos, pues un ratito a pie y otro en el medio de transporte que sea necesario.

         Otra recomendación sería no poner a primera hora las asignaturas más duras o tediosas, sino las que les vayan a estimular. Y fijar los exámenes en el momento de la semana en el que tengan un mayor rendimiento: «Mejor un miércoles que un lunes».

         Verdades y mentiras de dormir bien: i) la trampa del fin de semana. «El sueño que los adolescentes pierden entre semana no lo recuperan el fin de semana. No hay que dejarles que duerman todo lo que quieran», alerta el neurofisiólogo Óscar Sans; ii) ojo con la cena. Ni comidas muy copiosas y con grasas, ni mucho líquido en la cena.

Razones por las que los adolescentes se van tan tarde a la cama.
Internet:<elcorreo.com>  (con adaptaciones).

A partir del texto 15A4-III, juzgue lo ítem a seguir.


En el enunciado «este ritmo de 24 horas» (segundo párrafo), la forma correcta de escribir por extenso el numeral es veinticuatro.

Alternativas
Q3147291 Espanhol
Texto 15A4-III

        Cuando se tienen hijos, la noche cambia de significado. De bebés se tiene la esperanza de que más tarde o más temprano acaben regulando el sueño para poder dormir. Lo que uno no espera es que la batalla por irse a la cama dure hasta la adolescencia. Los adolescentes tienen que dormir más que un adulto. La horquilla de horas que deberían descansar cada noche está entre las ocho y las diez. Pero pocos cumplen con esto.

        El pediatra Óscar Sans lo explica: «Cuando llega la preadolescencia o la adolescencia, los jóvenes sufren muchos cambios físicos y hormonales. Y una de las cosas que les pasan es que se transforman. Su ritmo circadiano, este ritmo de 24 horas que nos marca el estar despierto y el estar dormido, se alarga. Y lo que vemos, dicho a grandes rasgos, es que se vuelven más nocturnos».

         «No pueden fisiológicamente conciliar el sueño a la hora que era habitual», apoya María Ángeles Bonmatí, investigadora postdoctoral. Ella apela a la comprensión de este fenómeno para evitar esas broncas diarias que no benefician ni a padres ni a hijos. «Segregan melatonina, que es una hormona que secreta la glándula pineal y que nos da el pistoletazo de salida para el proceso del sueño, más tarde que los adultos», prosigue. Eso quiere decir que el sueño le va a entrar sí o sí más tarde. Y da igual si hemos conseguido que se vayan a la cama o no.

         Los adolescentes segregan melatonina más tarde que los adultos. Y precisamente aquí es donde entran en juego las pantallas. «Las que tienen una luz del espectro azul que retrae la melatonina», advierte Sans. Y como no encuentran el sueño, se ponen a enredar por puro aburrimiento, todavía retrasan más la aparición natural de la somnolencia. «Parece ser que son, además, más sensibles que los adultos a estos estímulos, incluida la pantalla de la televisión», añade Bonmatí.

         Los horarios normales de la sociedad también juegan en contra de los adolescentes. A las ocho ya suena el timbre de la primera clase del instituto. Habría que intentar que los adolescentes no lleguen dormidos. «Un buen consejo es que vayan andando a clase», recomienda Sans. Si está muy lejos, pues un ratito a pie y otro en el medio de transporte que sea necesario.

         Otra recomendación sería no poner a primera hora las asignaturas más duras o tediosas, sino las que les vayan a estimular. Y fijar los exámenes en el momento de la semana en el que tengan un mayor rendimiento: «Mejor un miércoles que un lunes».

         Verdades y mentiras de dormir bien: i) la trampa del fin de semana. «El sueño que los adolescentes pierden entre semana no lo recuperan el fin de semana. No hay que dejarles que duerman todo lo que quieran», alerta el neurofisiólogo Óscar Sans; ii) ojo con la cena. Ni comidas muy copiosas y con grasas, ni mucho líquido en la cena.

Razones por las que los adolescentes se van tan tarde a la cama.
Internet:<elcorreo.com>  (con adaptaciones).

A partir del texto 15A4-III, juzgue lo ítem a seguir.


Es posible sustituir la construcción verbal «hemos conseguido» (tercer párrafo) por conseguiremos, sin que se produzca ninguna alteración en el sentido del texto.

Alternativas
Q3147290 Espanhol
Texto 15A4-III

        Cuando se tienen hijos, la noche cambia de significado. De bebés se tiene la esperanza de que más tarde o más temprano acaben regulando el sueño para poder dormir. Lo que uno no espera es que la batalla por irse a la cama dure hasta la adolescencia. Los adolescentes tienen que dormir más que un adulto. La horquilla de horas que deberían descansar cada noche está entre las ocho y las diez. Pero pocos cumplen con esto.

        El pediatra Óscar Sans lo explica: «Cuando llega la preadolescencia o la adolescencia, los jóvenes sufren muchos cambios físicos y hormonales. Y una de las cosas que les pasan es que se transforman. Su ritmo circadiano, este ritmo de 24 horas que nos marca el estar despierto y el estar dormido, se alarga. Y lo que vemos, dicho a grandes rasgos, es que se vuelven más nocturnos».

         «No pueden fisiológicamente conciliar el sueño a la hora que era habitual», apoya María Ángeles Bonmatí, investigadora postdoctoral. Ella apela a la comprensión de este fenómeno para evitar esas broncas diarias que no benefician ni a padres ni a hijos. «Segregan melatonina, que es una hormona que secreta la glándula pineal y que nos da el pistoletazo de salida para el proceso del sueño, más tarde que los adultos», prosigue. Eso quiere decir que el sueño le va a entrar sí o sí más tarde. Y da igual si hemos conseguido que se vayan a la cama o no.

         Los adolescentes segregan melatonina más tarde que los adultos. Y precisamente aquí es donde entran en juego las pantallas. «Las que tienen una luz del espectro azul que retrae la melatonina», advierte Sans. Y como no encuentran el sueño, se ponen a enredar por puro aburrimiento, todavía retrasan más la aparición natural de la somnolencia. «Parece ser que son, además, más sensibles que los adultos a estos estímulos, incluida la pantalla de la televisión», añade Bonmatí.

         Los horarios normales de la sociedad también juegan en contra de los adolescentes. A las ocho ya suena el timbre de la primera clase del instituto. Habría que intentar que los adolescentes no lleguen dormidos. «Un buen consejo es que vayan andando a clase», recomienda Sans. Si está muy lejos, pues un ratito a pie y otro en el medio de transporte que sea necesario.

         Otra recomendación sería no poner a primera hora las asignaturas más duras o tediosas, sino las que les vayan a estimular. Y fijar los exámenes en el momento de la semana en el que tengan un mayor rendimiento: «Mejor un miércoles que un lunes».

         Verdades y mentiras de dormir bien: i) la trampa del fin de semana. «El sueño que los adolescentes pierden entre semana no lo recuperan el fin de semana. No hay que dejarles que duerman todo lo que quieran», alerta el neurofisiólogo Óscar Sans; ii) ojo con la cena. Ni comidas muy copiosas y con grasas, ni mucho líquido en la cena.

Razones por las que los adolescentes se van tan tarde a la cama.
Internet:<elcorreo.com>  (con adaptaciones).

A partir del texto 15A4-III, juzgue lo ítem a seguir.


De acuerdo con el doctor consultado, el ritmo circadiano del adolescente se reduce.

Alternativas
Q3147289 Espanhol
Texto 15A4-III

        Cuando se tienen hijos, la noche cambia de significado. De bebés se tiene la esperanza de que más tarde o más temprano acaben regulando el sueño para poder dormir. Lo que uno no espera es que la batalla por irse a la cama dure hasta la adolescencia. Los adolescentes tienen que dormir más que un adulto. La horquilla de horas que deberían descansar cada noche está entre las ocho y las diez. Pero pocos cumplen con esto.

        El pediatra Óscar Sans lo explica: «Cuando llega la preadolescencia o la adolescencia, los jóvenes sufren muchos cambios físicos y hormonales. Y una de las cosas que les pasan es que se transforman. Su ritmo circadiano, este ritmo de 24 horas que nos marca el estar despierto y el estar dormido, se alarga. Y lo que vemos, dicho a grandes rasgos, es que se vuelven más nocturnos».

         «No pueden fisiológicamente conciliar el sueño a la hora que era habitual», apoya María Ángeles Bonmatí, investigadora postdoctoral. Ella apela a la comprensión de este fenómeno para evitar esas broncas diarias que no benefician ni a padres ni a hijos. «Segregan melatonina, que es una hormona que secreta la glándula pineal y que nos da el pistoletazo de salida para el proceso del sueño, más tarde que los adultos», prosigue. Eso quiere decir que el sueño le va a entrar sí o sí más tarde. Y da igual si hemos conseguido que se vayan a la cama o no.

         Los adolescentes segregan melatonina más tarde que los adultos. Y precisamente aquí es donde entran en juego las pantallas. «Las que tienen una luz del espectro azul que retrae la melatonina», advierte Sans. Y como no encuentran el sueño, se ponen a enredar por puro aburrimiento, todavía retrasan más la aparición natural de la somnolencia. «Parece ser que son, además, más sensibles que los adultos a estos estímulos, incluida la pantalla de la televisión», añade Bonmatí.

         Los horarios normales de la sociedad también juegan en contra de los adolescentes. A las ocho ya suena el timbre de la primera clase del instituto. Habría que intentar que los adolescentes no lleguen dormidos. «Un buen consejo es que vayan andando a clase», recomienda Sans. Si está muy lejos, pues un ratito a pie y otro en el medio de transporte que sea necesario.

         Otra recomendación sería no poner a primera hora las asignaturas más duras o tediosas, sino las que les vayan a estimular. Y fijar los exámenes en el momento de la semana en el que tengan un mayor rendimiento: «Mejor un miércoles que un lunes».

         Verdades y mentiras de dormir bien: i) la trampa del fin de semana. «El sueño que los adolescentes pierden entre semana no lo recuperan el fin de semana. No hay que dejarles que duerman todo lo que quieran», alerta el neurofisiólogo Óscar Sans; ii) ojo con la cena. Ni comidas muy copiosas y con grasas, ni mucho líquido en la cena.

Razones por las que los adolescentes se van tan tarde a la cama.
Internet:<elcorreo.com>  (con adaptaciones).

A partir del texto 15A4-III, juzgue lo ítem a seguir.


El vocablo destacado en «Lo que uno no espera» (primer párrafo) es un artículo neutro. 

Alternativas
Q3147288 Espanhol
Texto 15A4-III

        Cuando se tienen hijos, la noche cambia de significado. De bebés se tiene la esperanza de que más tarde o más temprano acaben regulando el sueño para poder dormir. Lo que uno no espera es que la batalla por irse a la cama dure hasta la adolescencia. Los adolescentes tienen que dormir más que un adulto. La horquilla de horas que deberían descansar cada noche está entre las ocho y las diez. Pero pocos cumplen con esto.

        El pediatra Óscar Sans lo explica: «Cuando llega la preadolescencia o la adolescencia, los jóvenes sufren muchos cambios físicos y hormonales. Y una de las cosas que les pasan es que se transforman. Su ritmo circadiano, este ritmo de 24 horas que nos marca el estar despierto y el estar dormido, se alarga. Y lo que vemos, dicho a grandes rasgos, es que se vuelven más nocturnos».

         «No pueden fisiológicamente conciliar el sueño a la hora que era habitual», apoya María Ángeles Bonmatí, investigadora postdoctoral. Ella apela a la comprensión de este fenómeno para evitar esas broncas diarias que no benefician ni a padres ni a hijos. «Segregan melatonina, que es una hormona que secreta la glándula pineal y que nos da el pistoletazo de salida para el proceso del sueño, más tarde que los adultos», prosigue. Eso quiere decir que el sueño le va a entrar sí o sí más tarde. Y da igual si hemos conseguido que se vayan a la cama o no.

         Los adolescentes segregan melatonina más tarde que los adultos. Y precisamente aquí es donde entran en juego las pantallas. «Las que tienen una luz del espectro azul que retrae la melatonina», advierte Sans. Y como no encuentran el sueño, se ponen a enredar por puro aburrimiento, todavía retrasan más la aparición natural de la somnolencia. «Parece ser que son, además, más sensibles que los adultos a estos estímulos, incluida la pantalla de la televisión», añade Bonmatí.

         Los horarios normales de la sociedad también juegan en contra de los adolescentes. A las ocho ya suena el timbre de la primera clase del instituto. Habría que intentar que los adolescentes no lleguen dormidos. «Un buen consejo es que vayan andando a clase», recomienda Sans. Si está muy lejos, pues un ratito a pie y otro en el medio de transporte que sea necesario.

         Otra recomendación sería no poner a primera hora las asignaturas más duras o tediosas, sino las que les vayan a estimular. Y fijar los exámenes en el momento de la semana en el que tengan un mayor rendimiento: «Mejor un miércoles que un lunes».

         Verdades y mentiras de dormir bien: i) la trampa del fin de semana. «El sueño que los adolescentes pierden entre semana no lo recuperan el fin de semana. No hay que dejarles que duerman todo lo que quieran», alerta el neurofisiólogo Óscar Sans; ii) ojo con la cena. Ni comidas muy copiosas y con grasas, ni mucho líquido en la cena.

Razones por las que los adolescentes se van tan tarde a la cama.
Internet:<elcorreo.com>  (con adaptaciones).

A partir del texto 15A4-III, juzgue lo ítem a seguir.


En el enunciado «Cuando se tienen hijos» (primer párrafo), el verbo es una construcción impersonal. 

Alternativas
Q3147287 Espanhol
Texto 15A4-III

        Cuando se tienen hijos, la noche cambia de significado. De bebés se tiene la esperanza de que más tarde o más temprano acaben regulando el sueño para poder dormir. Lo que uno no espera es que la batalla por irse a la cama dure hasta la adolescencia. Los adolescentes tienen que dormir más que un adulto. La horquilla de horas que deberían descansar cada noche está entre las ocho y las diez. Pero pocos cumplen con esto.

        El pediatra Óscar Sans lo explica: «Cuando llega la preadolescencia o la adolescencia, los jóvenes sufren muchos cambios físicos y hormonales. Y una de las cosas que les pasan es que se transforman. Su ritmo circadiano, este ritmo de 24 horas que nos marca el estar despierto y el estar dormido, se alarga. Y lo que vemos, dicho a grandes rasgos, es que se vuelven más nocturnos».

         «No pueden fisiológicamente conciliar el sueño a la hora que era habitual», apoya María Ángeles Bonmatí, investigadora postdoctoral. Ella apela a la comprensión de este fenómeno para evitar esas broncas diarias que no benefician ni a padres ni a hijos. «Segregan melatonina, que es una hormona que secreta la glándula pineal y que nos da el pistoletazo de salida para el proceso del sueño, más tarde que los adultos», prosigue. Eso quiere decir que el sueño le va a entrar sí o sí más tarde. Y da igual si hemos conseguido que se vayan a la cama o no.

         Los adolescentes segregan melatonina más tarde que los adultos. Y precisamente aquí es donde entran en juego las pantallas. «Las que tienen una luz del espectro azul que retrae la melatonina», advierte Sans. Y como no encuentran el sueño, se ponen a enredar por puro aburrimiento, todavía retrasan más la aparición natural de la somnolencia. «Parece ser que son, además, más sensibles que los adultos a estos estímulos, incluida la pantalla de la televisión», añade Bonmatí.

         Los horarios normales de la sociedad también juegan en contra de los adolescentes. A las ocho ya suena el timbre de la primera clase del instituto. Habría que intentar que los adolescentes no lleguen dormidos. «Un buen consejo es que vayan andando a clase», recomienda Sans. Si está muy lejos, pues un ratito a pie y otro en el medio de transporte que sea necesario.

         Otra recomendación sería no poner a primera hora las asignaturas más duras o tediosas, sino las que les vayan a estimular. Y fijar los exámenes en el momento de la semana en el que tengan un mayor rendimiento: «Mejor un miércoles que un lunes».

         Verdades y mentiras de dormir bien: i) la trampa del fin de semana. «El sueño que los adolescentes pierden entre semana no lo recuperan el fin de semana. No hay que dejarles que duerman todo lo que quieran», alerta el neurofisiólogo Óscar Sans; ii) ojo con la cena. Ni comidas muy copiosas y con grasas, ni mucho líquido en la cena.

Razones por las que los adolescentes se van tan tarde a la cama.
Internet:<elcorreo.com>  (con adaptaciones).

A partir del texto 15A4-III, juzgue lo ítem a seguir.


El vocablo «sino» (sexto párrafo) es una conjunción adversativa que contrapone un concepto afirmativo a otro negativo anterior.

Alternativas
Q3147286 Espanhol
Texto 15A4-II

        La Didáctica de la Escritura se ocupa de la enseñanza de la construcción textual y su proceso se ha interesado, junto a otras ciencias que estudian el lenguaje, por el tratamiento metodológico en el devenir histórico. En la enseñanza de las lenguas extranjeras y del español como lengua extranjera, la escritura no siempre ha sido objeto de interés.

        La enseñanza de español lengua extranjera (ELE) se realiza en los diferentes países con un estudiantado de procedencia diversa, lo que lleva a cuestionarse también el nivel de familiarización de este con la cultura escrita y lleva a distinguir (Cassany, 2009:50-51) las características de los estudiantes que proceden de culturas predominantemente orales y los que proceden de culturas altamente alfabetizadas, donde la lectura y la escritura constituyen una actividad de realización habitual y continua. La metodología propuesta por el enfoque cognitivo comunicativo y sociocultural brinda las vías para poder proceder en la enseñanza del discurso, así como profundiza en el tratamiento didáctico de los tres componentes que lo integran — el discurso, la cognición y la sociedad — y se orienta al desarrollo de la competencia, cognitiva, comunicativa y sociocultural, que Angelina Roméu (2003:13) define como «una configuración psicológica que comprende las capacidades cognitivas y metacognitivas para comprender y producir significados, los conocimientos acerca de las estructuras lingüísticas y discursivas y las capacidades para interactuar en diversos contextos socioculturales, con diferentes fines y propósitos».

         Teniendo como presupuesto el enfoque histórico-cultural, es posible precisar que lo central en el proceso de enseñanza, en este caso de la producción textual, consiste en asegurar las condiciones para que el estudiante crezca, mediante la actividad conjunta, a un nivel superior; partiendo de lo que aún no puede hacer solo, que llegue a lograr un dominio independiente de sus funciones. Significa colocar al estudiante como centro de atención a partir del cual se debe proyectar el proceso pedagógico. Que, para el estudiante, implica utilizar los elementos de los que dispone en su personalidad, a saber: su historia académica, sus intereses cognoscitivos, sus motivos para estudiar, su emocionalidad, sus saberes, su cultura, entre otros, en relación con los que aporta el grupo de clase, involucrando a los propios estudiantes en la construcción de las condiciones más favorables para el aprendizaje.

Virgen Arelis Ferrer Miyares. Algunos referentes para el desarrollo del proceso de
producción de textos escritos en la enseñanza del español como lengua extranjera.
In: Estrategia didáctica para la producción de textos escritos en español como lengua extranjera.
Universidad de Oriente, Cuba.

A partir del texto 15A4-II, juzgue lo siguiente ítem. 


En la enseñanza de español como lengua extranjera, la producción de textos escritos siempre se caracterizó por estar presente y ser objeto de interés.

Alternativas
Q3147285 Espanhol
Texto 15A4-II

        La Didáctica de la Escritura se ocupa de la enseñanza de la construcción textual y su proceso se ha interesado, junto a otras ciencias que estudian el lenguaje, por el tratamiento metodológico en el devenir histórico. En la enseñanza de las lenguas extranjeras y del español como lengua extranjera, la escritura no siempre ha sido objeto de interés.

        La enseñanza de español lengua extranjera (ELE) se realiza en los diferentes países con un estudiantado de procedencia diversa, lo que lleva a cuestionarse también el nivel de familiarización de este con la cultura escrita y lleva a distinguir (Cassany, 2009:50-51) las características de los estudiantes que proceden de culturas predominantemente orales y los que proceden de culturas altamente alfabetizadas, donde la lectura y la escritura constituyen una actividad de realización habitual y continua. La metodología propuesta por el enfoque cognitivo comunicativo y sociocultural brinda las vías para poder proceder en la enseñanza del discurso, así como profundiza en el tratamiento didáctico de los tres componentes que lo integran — el discurso, la cognición y la sociedad — y se orienta al desarrollo de la competencia, cognitiva, comunicativa y sociocultural, que Angelina Roméu (2003:13) define como «una configuración psicológica que comprende las capacidades cognitivas y metacognitivas para comprender y producir significados, los conocimientos acerca de las estructuras lingüísticas y discursivas y las capacidades para interactuar en diversos contextos socioculturales, con diferentes fines y propósitos».

         Teniendo como presupuesto el enfoque histórico-cultural, es posible precisar que lo central en el proceso de enseñanza, en este caso de la producción textual, consiste en asegurar las condiciones para que el estudiante crezca, mediante la actividad conjunta, a un nivel superior; partiendo de lo que aún no puede hacer solo, que llegue a lograr un dominio independiente de sus funciones. Significa colocar al estudiante como centro de atención a partir del cual se debe proyectar el proceso pedagógico. Que, para el estudiante, implica utilizar los elementos de los que dispone en su personalidad, a saber: su historia académica, sus intereses cognoscitivos, sus motivos para estudiar, su emocionalidad, sus saberes, su cultura, entre otros, en relación con los que aporta el grupo de clase, involucrando a los propios estudiantes en la construcción de las condiciones más favorables para el aprendizaje.

Virgen Arelis Ferrer Miyares. Algunos referentes para el desarrollo del proceso de
producción de textos escritos en la enseñanza del español como lengua extranjera.
In: Estrategia didáctica para la producción de textos escritos en español como lengua extranjera.
Universidad de Oriente, Cuba.

A partir del texto 15A4-II, juzgue lo siguiente ítem. 


Dentro de un enfoque histórico-cultural, se recomienda que, en un proyecto pedagógico, la producción textual se plantee a partir del estudiante.

Alternativas
Q3147284 Espanhol
Texto 15A4-I

        Los textos para la enseñanza de una lengua extranjera presentados a los alumnos pueden ser de circulación social, ya existentes, seleccionados sobre la base del nivel de dificultad. El carácter fragmentario de los textos está, en cierta forma, ligado a la preocupación por introducir textos auténticos en el aprendizaje. En efecto, a fin de evitar posibles dificultades para los estudiantes, la tendencia muestra una preferencia por fragmentos de textos originales, en lugar de adaptaciones o modificaciones de textos completos.

         En algunos casos, se reproducen características de textos de circulación social fácilmente identificables, por ejemplo, billetes de viaje de diversos medios de transportes, publicidades gráficas, un DNI, la página de un catálogo ventas, los menús de restaurantes, artículos de revistas, tarjetas postales. Estos textos son creados o adaptados en función de formatos familiares para los lectores, lo que facilita su recepción y les otorga un carácter de autenticidad. En este sentido, son también frecuentes los formatos textuales que imitan contextos de producción ligados a lo tecnológico —como el formato de un email, de un blog o de un foro —, lo que nos da una pista sobre la valorización de géneros ligados a las TICs.

Verónica Sánchez Abchi. Los soportes textuales.
In: Los géneros textuales en la enseñanza del español como lengua segunda y extranjera.
Análisis de materiales de enseñanza. FAHCE. UNLP, Argentina.

A partir del texto 15A4-I, juzgue lo siguiente ítem.


Una de las preocupaciones de quienes se dedican a la formación de profesores de español como lengua extranjera es trabajar con textos lo más auténticos posibles.

Alternativas
Q3147283 Espanhol
Texto 15A4-I

        Los textos para la enseñanza de una lengua extranjera presentados a los alumnos pueden ser de circulación social, ya existentes, seleccionados sobre la base del nivel de dificultad. El carácter fragmentario de los textos está, en cierta forma, ligado a la preocupación por introducir textos auténticos en el aprendizaje. En efecto, a fin de evitar posibles dificultades para los estudiantes, la tendencia muestra una preferencia por fragmentos de textos originales, en lugar de adaptaciones o modificaciones de textos completos.

         En algunos casos, se reproducen características de textos de circulación social fácilmente identificables, por ejemplo, billetes de viaje de diversos medios de transportes, publicidades gráficas, un DNI, la página de un catálogo ventas, los menús de restaurantes, artículos de revistas, tarjetas postales. Estos textos son creados o adaptados en función de formatos familiares para los lectores, lo que facilita su recepción y les otorga un carácter de autenticidad. En este sentido, son también frecuentes los formatos textuales que imitan contextos de producción ligados a lo tecnológico —como el formato de un email, de un blog o de un foro —, lo que nos da una pista sobre la valorización de géneros ligados a las TICs.

Verónica Sánchez Abchi. Los soportes textuales.
In: Los géneros textuales en la enseñanza del español como lengua segunda y extranjera.
Análisis de materiales de enseñanza. FAHCE. UNLP, Argentina.

A partir del texto 15A4-I, juzgue lo siguiente ítem.


Se puede inferir que los materiales didácticos analizados y discutidos en el texto presentan una tipología textual variada.

Alternativas
Q3147282 Espanhol
Texto 15A1-VII

        Según la BNCC (Base Nacional Común Curricular), la enseñanza de idiomas se considera una herramienta de comunicación para un mundo globalizado. Por lo tanto, la enseñanza de idiomas debe desarrollar competencias que vayan más allá de la lectura y de la interpretación. A partir de este objetivo, los ejes temáticos y las unidades de la Base se describen en el siguiente cuadro: dimensión comunicativa e interacción discursiva; comprensión oral; producción oral; y dimensión lingüística, comunicativa y discursiva, entre otros.

Internet:<repositorio.santamaria.rs.gov.br>  (con adaptaciones).
Teniendo en consideración la BNCC, en el texto 15A1-VII, juzgue el siguiente ítem.
Los educadores y los estudiantes deben considerar que aprender una lengua extranjera no es solamente saber leer y escribir. Es necesario saber comunicarse, poder relacionarse con los demás, comprender lo que se dice y al mismo tiempo poder discursar y ser entendido.
Alternativas
Q3147281 Espanhol
Texto 15A1-VI

        Los falsos amigos son palabras cuya ortografía o pronunciación es semejante entre idiomas, pero ellos tienen universos semánticos diferentes. En el caso específico de la lengua española y la portuguesa, que son cercanas además de tener un origen en común, el latín, nos encontramos muchas palabras parecidas que, sin embargo, podrían ser muy diferentes. Este tipo de palabras suelen causar confusión. Algunos ejemplos de esas palabras son: maestro en una escuela, vaso de agua, en un rato, el pollo está rico y exquisito. ¿Sabes la diferencia?

Internet:<todamateria.com.br>  (con adaptaciones)

Juzgue lo ítem siguiente, a partir del texto 15A1-VI.


Por su ortografía y pronunciación las palabras pizarra, libro y lápiz son falsos cognados.

Alternativas
Q3147280 Espanhol
Texto 15A1-VI

        Los falsos amigos son palabras cuya ortografía o pronunciación es semejante entre idiomas, pero ellos tienen universos semánticos diferentes. En el caso específico de la lengua española y la portuguesa, que son cercanas además de tener un origen en común, el latín, nos encontramos muchas palabras parecidas que, sin embargo, podrían ser muy diferentes. Este tipo de palabras suelen causar confusión. Algunos ejemplos de esas palabras son: maestro en una escuela, vaso de agua, en un rato, el pollo está rico y exquisito. ¿Sabes la diferencia?

Internet:<todamateria.com.br>  (con adaptaciones)

Juzgue lo ítem siguiente, a partir del texto 15A1-VI.


La palabra «maestro», en el ejemplo del texto, se refiere a la persona que enseña un arte, una ciencia o un oficio. 

Alternativas
Q3147279 Espanhol
Texto 15A1-V

        El español, como el resto de las lenguas, está formado por un conjunto de variantes. Su dispersión geográfica y los distintos niveles socioculturales de los hablantes hacen que no se hable exactamente de la misma manera. Pero esto no es un problema para nadie. Los hispanohablantes nos entendemos perfectamente porque hablamos la misma lengua.

        ¿Cuántas variedades integran el idioma español? Desde 1492 podríamos hacernos esta pregunta. Es una pregunta difícil de contestar, porque establecer las fronteras entre las variantes o los dialectos no es tan fácil como establecer las fronteras entre las lenguas.

        El primer gran problema es el cruce que se da entre la zona geográfica de los hablantes y su nivel social y cultural. Cuanto más bajo es el nivel cultural de los hablantes, más grandes son las diferencias que se dan entre su forma de hablar y la forma de hablar de los hablantes de otras regiones, incluso dentro de un mismo país. Cuanto más elevado es el nivel cultural, más similar es la manera de hablar, a pesar de la dispersión geográfica.

Internet: <hablacultura.com> (con adaptaciones).

Con base en la información sobre la lengua española, en el texto 15A1-V, juzgue lo ítem siguiente.


En «El primer gran problema» (tercer párrafo), la palabra primer es un adjetivo apocopado.

Alternativas
Q3147278 Espanhol
Texto 15A1-V

        El español, como el resto de las lenguas, está formado por un conjunto de variantes. Su dispersión geográfica y los distintos niveles socioculturales de los hablantes hacen que no se hable exactamente de la misma manera. Pero esto no es un problema para nadie. Los hispanohablantes nos entendemos perfectamente porque hablamos la misma lengua.

        ¿Cuántas variedades integran el idioma español? Desde 1492 podríamos hacernos esta pregunta. Es una pregunta difícil de contestar, porque establecer las fronteras entre las variantes o los dialectos no es tan fácil como establecer las fronteras entre las lenguas.

        El primer gran problema es el cruce que se da entre la zona geográfica de los hablantes y su nivel social y cultural. Cuanto más bajo es el nivel cultural de los hablantes, más grandes son las diferencias que se dan entre su forma de hablar y la forma de hablar de los hablantes de otras regiones, incluso dentro de un mismo país. Cuanto más elevado es el nivel cultural, más similar es la manera de hablar, a pesar de la dispersión geográfica.

Internet: <hablacultura.com> (con adaptaciones).

Con base en la información sobre la lengua española, en el texto 15A1-V, juzgue lo ítem siguiente.


Al escribir por extenso el número 1492 es necesario colocar una y antes del número dos.

Alternativas
Respostas
81: E
82: E
83: E
84: C
85: E
86: C
87: E
88: E
89: C
90: C
91: C
92: E
93: C
94: C
95: C
96: C
97: E
98: C
99: C
100: C