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Un verano rico, rico
Mikel López Iturriaga - 07/08/2011
En verano, el calor nos obliga a comer menos. Más frío y más ligero. Por eso hay tres platos a los que nos damos con
furor: las ensaladas, los gazpachos y los helados. Ahora bien, más allá de los alimentos concretos, el estío es una época de ritos
en lo que se refiere a la comida, de situaciones que evolucionan en sus formas, pero que se repiten año tras año sin cambiar
demasiado en el fondo.
El primero, sin discusión, es el de comer en la playa. Un placer con matices sadomasoquistas al que media España se
entrega sin importarle la presencia de uno de los más feroces enemigos de la comida: la arena.
La 'opción B' a la comida toallera es el chiringuito, ese oasis de sombra, cerveza fría y pescado frito por cuyas sillas
combatimos en el estío. Aunque las cosas se están poniendo difíciles también en ese terreno. No solo por los altos precios y la
mediocre calidad de algunos de ellos.
Si cruzamos el paseo marítimo y nos adentramos en el proceloso mundo de los hoteles vacacionales, encontraremos otro
clásico veraniego: el bufé libre. A pesar del encomiable esfuerzo que algunos establecimientos han hecho para elevar el nivel, la
mayoría de los bufés se caracterizan por sus zumos sintéticos, sus embutidos baratos y sus platos pasados. Aun así, siguen
resultando atractivos para los acérrimos del todo incluido.
Por fortuna, el verano da pie a actividades más positivas. La preparación de comida al aire libre para el consumo de toda
la familia, conocida universalmente como barbacoa, presenta formulaciones propias de la idiosincrasia española. La más
importante es la paella campestre, cuya preparación es una diversión en sí misma.
Los ritos gastronómicos veraniegos no solo son practicados por los que vacacionan. También los que se quedan de
Rodríguez en casa tienen el suyo, consistente en alimentarse de comida envasada, congelada o por encargo. De cualquier forma,
la mayor variedad de productos y la mejora en la calidad de los precocinados ha aumentado las posibilidades de una alimentación
más o menos sana para el colectivo. Estar de Rodríguez puede ser hasta saludable, si no se te va la mano con los cubatas
nocturnos.
(Texto adaptado de El País digital - www.elpais.com)