Questões de Concurso Sobre espanhol

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Q2430765 Espanhol

Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.


Las cartas de amor


Por Eduardo Galeano


  1. Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
  2. casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
  3. que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
  4. a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
  5. —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
  6. Se acercó a la mesa y dijo:
  7. —“¿Me permite?”
  8. —“Por supuesto”.
  9. Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
  10. cuando dices:
  11. —“Me permites”, dicen
  12. —“De qué”
  13. A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
  14. que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
  15. se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
  16. —“¿y qué lees?”
  17. Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
  18. mal, muy mal, por ahí no.
  19. —“Pues bonito día”
  20. Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
  21. —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
  22. Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
  23. fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
  24. era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
  25. cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
  26. estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
  27. gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
  28. —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
  29. —“No”,
  30. —“Oye quedamos el fin de semana”,
  31. —“Vale”.
  32. Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
  33. él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
  34. yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
  35. musical, y le dijo:
  36. —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
  37. —“Ismael qué?”,
  38. —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
  39. —“Los de verdad me gustan”.
  40. Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
  41. atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
  42. esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
  43. Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
  44. de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
  45. importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
  46. acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
  47. —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
  48. —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
  49. —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
  50. camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
  51. que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
  52. y todo lo poco que nos falta para vernos”,
  53. Él dijo que bueno, que vale.
  54. —“Pero que si no te vas casi mejor”.
  55. Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
  56. perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
  57. cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
  58. vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
  59. A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
  60. echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
  61. de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
  62. iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
  63. y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
  64. diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
  65. se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
  66. vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
  67. creo que diez años, quince, no me acuerdo.
  68. Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
  69. buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
  70. ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
  71. casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
  72. no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
  73. riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
  74. Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
  75. le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
  76. cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
  77. sabe si falsas.
  78. Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
  79. de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
  80. declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
  81. llevarla a la guarida no era moco de pavo.
  82. Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
  83. encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
  84. sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
  85. era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
  86. joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
  87. Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
  88. buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
  89. cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
  90. Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
  91. la carta en la que ella diría:
  92. —“Pronto estaré allí”.


(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).

Respecto al uso del cuento del inicio del examen en una clase de Educación Básica, se puede decir que:

Alternativas
Q2430764 Espanhol

Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.


Las cartas de amor


Por Eduardo Galeano


  1. Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
  2. casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
  3. que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
  4. a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
  5. —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
  6. Se acercó a la mesa y dijo:
  7. —“¿Me permite?”
  8. —“Por supuesto”.
  9. Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
  10. cuando dices:
  11. —“Me permites”, dicen
  12. —“De qué”
  13. A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
  14. que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
  15. se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
  16. —“¿y qué lees?”
  17. Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
  18. mal, muy mal, por ahí no.
  19. —“Pues bonito día”
  20. Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
  21. —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
  22. Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
  23. fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
  24. era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
  25. cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
  26. estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
  27. gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
  28. —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
  29. —“No”,
  30. —“Oye quedamos el fin de semana”,
  31. —“Vale”.
  32. Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
  33. él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
  34. yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
  35. musical, y le dijo:
  36. —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
  37. —“Ismael qué?”,
  38. —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
  39. —“Los de verdad me gustan”.
  40. Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
  41. atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
  42. esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
  43. Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
  44. de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
  45. importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
  46. acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
  47. —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
  48. —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
  49. —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
  50. camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
  51. que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
  52. y todo lo poco que nos falta para vernos”,
  53. Él dijo que bueno, que vale.
  54. —“Pero que si no te vas casi mejor”.
  55. Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
  56. perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
  57. cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
  58. vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
  59. A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
  60. echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
  61. de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
  62. iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
  63. y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
  64. diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
  65. se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
  66. vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
  67. creo que diez años, quince, no me acuerdo.
  68. Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
  69. buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
  70. ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
  71. casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
  72. no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
  73. riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
  74. Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
  75. le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
  76. cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
  77. sabe si falsas.
  78. Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
  79. de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
  80. declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
  81. llevarla a la guarida no era moco de pavo.
  82. Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
  83. encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
  84. sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
  85. era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
  86. joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
  87. Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
  88. buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
  89. cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
  90. Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
  91. la carta en la que ella diría:
  92. —“Pronto estaré allí”.


(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).

Tomando como base la enseñanza de español en la Educación Básica, sobre la utilización del texto del inicio del examen es correcto decir que:

Alternativas
Q2430763 Espanhol

Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.


Las cartas de amor


Por Eduardo Galeano


  1. Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
  2. casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
  3. que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
  4. a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
  5. —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
  6. Se acercó a la mesa y dijo:
  7. —“¿Me permite?”
  8. —“Por supuesto”.
  9. Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
  10. cuando dices:
  11. —“Me permites”, dicen
  12. —“De qué”
  13. A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
  14. que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
  15. se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
  16. —“¿y qué lees?”
  17. Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
  18. mal, muy mal, por ahí no.
  19. —“Pues bonito día”
  20. Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
  21. —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
  22. Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
  23. fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
  24. era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
  25. cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
  26. estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
  27. gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
  28. —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
  29. —“No”,
  30. —“Oye quedamos el fin de semana”,
  31. —“Vale”.
  32. Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
  33. él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
  34. yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
  35. musical, y le dijo:
  36. —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
  37. —“Ismael qué?”,
  38. —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
  39. —“Los de verdad me gustan”.
  40. Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
  41. atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
  42. esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
  43. Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
  44. de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
  45. importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
  46. acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
  47. —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
  48. —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
  49. —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
  50. camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
  51. que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
  52. y todo lo poco que nos falta para vernos”,
  53. Él dijo que bueno, que vale.
  54. —“Pero que si no te vas casi mejor”.
  55. Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
  56. perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
  57. cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
  58. vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
  59. A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
  60. echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
  61. de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
  62. iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
  63. y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
  64. diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
  65. se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
  66. vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
  67. creo que diez años, quince, no me acuerdo.
  68. Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
  69. buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
  70. ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
  71. casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
  72. no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
  73. riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
  74. Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
  75. le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
  76. cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
  77. sabe si falsas.
  78. Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
  79. de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
  80. declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
  81. llevarla a la guarida no era moco de pavo.
  82. Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
  83. encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
  84. sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
  85. era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
  86. joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
  87. Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
  88. buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
  89. cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
  90. Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
  91. la carta en la que ella diría:
  92. —“Pronto estaré allí”.


(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).

La partícula se en la expresión “cuando ya se conocían más” (l. 25) se clasifica como pronombre:

Alternativas
Q2430762 Espanhol

Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.


Las cartas de amor


Por Eduardo Galeano


  1. Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
  2. casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
  3. que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
  4. a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
  5. —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
  6. Se acercó a la mesa y dijo:
  7. —“¿Me permite?”
  8. —“Por supuesto”.
  9. Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
  10. cuando dices:
  11. —“Me permites”, dicen
  12. —“De qué”
  13. A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
  14. que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
  15. se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
  16. —“¿y qué lees?”
  17. Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
  18. mal, muy mal, por ahí no.
  19. —“Pues bonito día”
  20. Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
  21. —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
  22. Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
  23. fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
  24. era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
  25. cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
  26. estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
  27. gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
  28. —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
  29. —“No”,
  30. —“Oye quedamos el fin de semana”,
  31. —“Vale”.
  32. Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
  33. él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
  34. yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
  35. musical, y le dijo:
  36. —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
  37. —“Ismael qué?”,
  38. —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
  39. —“Los de verdad me gustan”.
  40. Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
  41. atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
  42. esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
  43. Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
  44. de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
  45. importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
  46. acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
  47. —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
  48. —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
  49. —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
  50. camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
  51. que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
  52. y todo lo poco que nos falta para vernos”,
  53. Él dijo que bueno, que vale.
  54. —“Pero que si no te vas casi mejor”.
  55. Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
  56. perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
  57. cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
  58. vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
  59. A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
  60. echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
  61. de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
  62. iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
  63. y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
  64. diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
  65. se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
  66. vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
  67. creo que diez años, quince, no me acuerdo.
  68. Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
  69. buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
  70. ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
  71. casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
  72. no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
  73. riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
  74. Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
  75. le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
  76. cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
  77. sabe si falsas.
  78. Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
  79. de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
  80. declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
  81. llevarla a la guarida no era moco de pavo.
  82. Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
  83. encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
  84. sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
  85. era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
  86. joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
  87. Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
  88. buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
  89. cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
  90. Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
  91. la carta en la que ella diría:
  92. —“Pronto estaré allí”.


(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).

Observe, en el texto, el uso de la preposición “quizá” (l. 42). En el texto, la dicha preposición es usada con el sentido de:

Alternativas
Q2430761 Espanhol

Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.


Las cartas de amor


Por Eduardo Galeano


  1. Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
  2. casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
  3. que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
  4. a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
  5. —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
  6. Se acercó a la mesa y dijo:
  7. —“¿Me permite?”
  8. —“Por supuesto”.
  9. Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
  10. cuando dices:
  11. —“Me permites”, dicen
  12. —“De qué”
  13. A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
  14. que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
  15. se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
  16. —“¿y qué lees?”
  17. Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
  18. mal, muy mal, por ahí no.
  19. —“Pues bonito día”
  20. Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
  21. —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
  22. Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
  23. fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
  24. era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
  25. cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
  26. estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
  27. gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
  28. —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
  29. —“No”,
  30. —“Oye quedamos el fin de semana”,
  31. —“Vale”.
  32. Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
  33. él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
  34. yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
  35. musical, y le dijo:
  36. —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
  37. —“Ismael qué?”,
  38. —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
  39. —“Los de verdad me gustan”.
  40. Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
  41. atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
  42. esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
  43. Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
  44. de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
  45. importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
  46. acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
  47. —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
  48. —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
  49. —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
  50. camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
  51. que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
  52. y todo lo poco que nos falta para vernos”,
  53. Él dijo que bueno, que vale.
  54. —“Pero que si no te vas casi mejor”.
  55. Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
  56. perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
  57. cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
  58. vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
  59. A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
  60. echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
  61. de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
  62. iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
  63. y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
  64. diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
  65. se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
  66. vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
  67. creo que diez años, quince, no me acuerdo.
  68. Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
  69. buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
  70. ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
  71. casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
  72. no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
  73. riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
  74. Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
  75. le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
  76. cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
  77. sabe si falsas.
  78. Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
  79. de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
  80. declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
  81. llevarla a la guarida no era moco de pavo.
  82. Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
  83. encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
  84. sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
  85. era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
  86. joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
  87. Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
  88. buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
  89. cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
  90. Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
  91. la carta en la que ella diría:
  92. —“Pronto estaré allí”.


(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).

La frase que presenta el verbo coger con el mismo sentido de “se atrevió a cogerle la mano” (l. 40-41) es:

Alternativas
Q2430760 Espanhol

Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.


Las cartas de amor


Por Eduardo Galeano


  1. Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
  2. casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
  3. que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
  4. a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
  5. —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
  6. Se acercó a la mesa y dijo:
  7. —“¿Me permite?”
  8. —“Por supuesto”.
  9. Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
  10. cuando dices:
  11. —“Me permites”, dicen
  12. —“De qué”
  13. A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
  14. que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
  15. se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
  16. —“¿y qué lees?”
  17. Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
  18. mal, muy mal, por ahí no.
  19. —“Pues bonito día”
  20. Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
  21. —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
  22. Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
  23. fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
  24. era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
  25. cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
  26. estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
  27. gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
  28. —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
  29. —“No”,
  30. —“Oye quedamos el fin de semana”,
  31. —“Vale”.
  32. Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
  33. él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
  34. yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
  35. musical, y le dijo:
  36. —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
  37. —“Ismael qué?”,
  38. —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
  39. —“Los de verdad me gustan”.
  40. Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
  41. atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
  42. esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
  43. Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
  44. de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
  45. importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
  46. acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
  47. —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
  48. —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
  49. —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
  50. camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
  51. que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
  52. y todo lo poco que nos falta para vernos”,
  53. Él dijo que bueno, que vale.
  54. —“Pero que si no te vas casi mejor”.
  55. Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
  56. perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
  57. cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
  58. vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
  59. A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
  60. echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
  61. de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
  62. iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
  63. y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
  64. diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
  65. se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
  66. vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
  67. creo que diez años, quince, no me acuerdo.
  68. Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
  69. buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
  70. ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
  71. casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
  72. no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
  73. riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
  74. Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
  75. le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
  76. cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
  77. sabe si falsas.
  78. Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
  79. de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
  80. declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
  81. llevarla a la guarida no era moco de pavo.
  82. Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
  83. encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
  84. sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
  85. era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
  86. joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
  87. Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
  88. buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
  89. cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
  90. Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
  91. la carta en la que ella diría:
  92. —“Pronto estaré allí”.


(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).

La palabra “historias” (l. 09) no lleva acento gráfico porque, en español, no lo llevan las palabras:

Alternativas
Q2430759 Espanhol

Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.


Las cartas de amor


Por Eduardo Galeano


  1. Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
  2. casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
  3. que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
  4. a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
  5. —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
  6. Se acercó a la mesa y dijo:
  7. —“¿Me permite?”
  8. —“Por supuesto”.
  9. Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
  10. cuando dices:
  11. —“Me permites”, dicen
  12. —“De qué”
  13. A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
  14. que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
  15. se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
  16. —“¿y qué lees?”
  17. Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
  18. mal, muy mal, por ahí no.
  19. —“Pues bonito día”
  20. Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
  21. —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
  22. Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
  23. fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
  24. era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
  25. cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
  26. estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
  27. gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
  28. —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
  29. —“No”,
  30. —“Oye quedamos el fin de semana”,
  31. —“Vale”.
  32. Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
  33. él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
  34. yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
  35. musical, y le dijo:
  36. —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
  37. —“Ismael qué?”,
  38. —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
  39. —“Los de verdad me gustan”.
  40. Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
  41. atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
  42. esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
  43. Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
  44. de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
  45. importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
  46. acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
  47. —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
  48. —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
  49. —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
  50. camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
  51. que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
  52. y todo lo poco que nos falta para vernos”,
  53. Él dijo que bueno, que vale.
  54. —“Pero que si no te vas casi mejor”.
  55. Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
  56. perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
  57. cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
  58. vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
  59. A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
  60. echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
  61. de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
  62. iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
  63. y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
  64. diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
  65. se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
  66. vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
  67. creo que diez años, quince, no me acuerdo.
  68. Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
  69. buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
  70. ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
  71. casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
  72. no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
  73. riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
  74. Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
  75. le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
  76. cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
  77. sabe si falsas.
  78. Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
  79. de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
  80. declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
  81. llevarla a la guarida no era moco de pavo.
  82. Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
  83. encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
  84. sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
  85. era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
  86. joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
  87. Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
  88. buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
  89. cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
  90. Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
  91. la carta en la que ella diría:
  92. —“Pronto estaré allí”.


(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).

En la línea 18 del cuento, hay una expresión con el adverbio muy. Complete las oraciones siguientes con muy o mucho:


1. La prueba estaba ____ fácil.

2. La chica estudió ____.

3. Ha llegado ____ antes de tí.

4. Es una mujer ____ inteligente.

5. Tengo ____ que hacer.


Señale la alternativa que rellena, de manera correcta y respectiva, los huecos de las oraciones arriba.

Alternativas
Q2430758 Espanhol

Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.


Las cartas de amor


Por Eduardo Galeano


  1. Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
  2. casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
  3. que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
  4. a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
  5. —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
  6. Se acercó a la mesa y dijo:
  7. —“¿Me permite?”
  8. —“Por supuesto”.
  9. Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
  10. cuando dices:
  11. —“Me permites”, dicen
  12. —“De qué”
  13. A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
  14. que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
  15. se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
  16. —“¿y qué lees?”
  17. Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
  18. mal, muy mal, por ahí no.
  19. —“Pues bonito día”
  20. Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
  21. —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
  22. Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
  23. fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
  24. era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
  25. cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
  26. estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
  27. gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
  28. —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
  29. —“No”,
  30. —“Oye quedamos el fin de semana”,
  31. —“Vale”.
  32. Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
  33. él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
  34. yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
  35. musical, y le dijo:
  36. —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
  37. —“Ismael qué?”,
  38. —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
  39. —“Los de verdad me gustan”.
  40. Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
  41. atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
  42. esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
  43. Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
  44. de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
  45. importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
  46. acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
  47. —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
  48. —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
  49. —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
  50. camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
  51. que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
  52. y todo lo poco que nos falta para vernos”,
  53. Él dijo que bueno, que vale.
  54. —“Pero que si no te vas casi mejor”.
  55. Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
  56. perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
  57. cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
  58. vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
  59. A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
  60. echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
  61. de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
  62. iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
  63. y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
  64. diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
  65. se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
  66. vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
  67. creo que diez años, quince, no me acuerdo.
  68. Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
  69. buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
  70. ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
  71. casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
  72. no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
  73. riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
  74. Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
  75. le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
  76. cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
  77. sabe si falsas.
  78. Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
  79. de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
  80. declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
  81. llevarla a la guarida no era moco de pavo.
  82. Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
  83. encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
  84. sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
  85. era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
  86. joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
  87. Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
  88. buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
  89. cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
  90. Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
  91. la carta en la que ella diría:
  92. —“Pronto estaré allí”.


(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).

De acuerdo con el texto, NO se puede decir que:

Alternativas
Q2430757 Espanhol

Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.


Las cartas de amor


Por Eduardo Galeano


  1. Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
  2. casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
  3. que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
  4. a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
  5. —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
  6. Se acercó a la mesa y dijo:
  7. —“¿Me permite?”
  8. —“Por supuesto”.
  9. Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
  10. cuando dices:
  11. —“Me permites”, dicen
  12. —“De qué”
  13. A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
  14. que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
  15. se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
  16. —“¿y qué lees?”
  17. Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
  18. mal, muy mal, por ahí no.
  19. —“Pues bonito día”
  20. Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
  21. —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
  22. Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
  23. fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
  24. era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
  25. cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
  26. estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
  27. gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
  28. —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
  29. —“No”,
  30. —“Oye quedamos el fin de semana”,
  31. —“Vale”.
  32. Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
  33. él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
  34. yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
  35. musical, y le dijo:
  36. —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
  37. —“Ismael qué?”,
  38. —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
  39. —“Los de verdad me gustan”.
  40. Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
  41. atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
  42. esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
  43. Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
  44. de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
  45. importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
  46. acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
  47. —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
  48. —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
  49. —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
  50. camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
  51. que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
  52. y todo lo poco que nos falta para vernos”,
  53. Él dijo que bueno, que vale.
  54. —“Pero que si no te vas casi mejor”.
  55. Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
  56. perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
  57. cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
  58. vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
  59. A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
  60. echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
  61. de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
  62. iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
  63. y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
  64. diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
  65. se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
  66. vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
  67. creo que diez años, quince, no me acuerdo.
  68. Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
  69. buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
  70. ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
  71. casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
  72. no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
  73. riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
  74. Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
  75. le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
  76. cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
  77. sabe si falsas.
  78. Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
  79. de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
  80. declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
  81. llevarla a la guarida no era moco de pavo.
  82. Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
  83. encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
  84. sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
  85. era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
  86. joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
  87. Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
  88. buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
  89. cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
  90. Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
  91. la carta en la que ella diría:
  92. —“Pronto estaré allí”.


(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).

La expresión “no se cortó un pelo” (l. 04) significa que el personaje:

Alternativas
Q2430756 Espanhol

Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.


Las cartas de amor


Por Eduardo Galeano


  1. Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
  2. casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
  3. que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
  4. a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
  5. —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
  6. Se acercó a la mesa y dijo:
  7. —“¿Me permite?”
  8. —“Por supuesto”.
  9. Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
  10. cuando dices:
  11. —“Me permites”, dicen
  12. —“De qué”
  13. A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
  14. que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
  15. se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
  16. —“¿y qué lees?”
  17. Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
  18. mal, muy mal, por ahí no.
  19. —“Pues bonito día”
  20. Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
  21. —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
  22. Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
  23. fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
  24. era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
  25. cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
  26. estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
  27. gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
  28. —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
  29. —“No”,
  30. —“Oye quedamos el fin de semana”,
  31. —“Vale”.
  32. Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
  33. él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
  34. yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
  35. musical, y le dijo:
  36. —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
  37. —“Ismael qué?”,
  38. —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
  39. —“Los de verdad me gustan”.
  40. Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
  41. atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
  42. esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
  43. Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
  44. de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
  45. importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
  46. acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
  47. —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
  48. —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
  49. —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
  50. camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
  51. que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
  52. y todo lo poco que nos falta para vernos”,
  53. Él dijo que bueno, que vale.
  54. —“Pero que si no te vas casi mejor”.
  55. Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
  56. perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
  57. cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
  58. vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
  59. A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
  60. echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
  61. de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
  62. iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
  63. y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
  64. diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
  65. se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
  66. vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
  67. creo que diez años, quince, no me acuerdo.
  68. Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
  69. buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
  70. ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
  71. casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
  72. no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
  73. riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
  74. Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
  75. le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
  76. cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
  77. sabe si falsas.
  78. Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
  79. de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
  80. declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
  81. llevarla a la guarida no era moco de pavo.
  82. Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
  83. encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
  84. sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
  85. era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
  86. joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
  87. Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
  88. buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
  89. cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
  90. Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
  91. la carta en la que ella diría:
  92. —“Pronto estaré allí”.


(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).

El uso del texto del inicio de este examen en una clase de español permite:

Alternativas
Q2430755 Espanhol

Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.


Las cartas de amor


Por Eduardo Galeano


  1. Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
  2. casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
  3. que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
  4. a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
  5. —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
  6. Se acercó a la mesa y dijo:
  7. —“¿Me permite?”
  8. —“Por supuesto”.
  9. Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
  10. cuando dices:
  11. —“Me permites”, dicen
  12. —“De qué”
  13. A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
  14. que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
  15. se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
  16. —“¿y qué lees?”
  17. Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
  18. mal, muy mal, por ahí no.
  19. —“Pues bonito día”
  20. Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
  21. —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
  22. Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
  23. fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
  24. era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
  25. cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
  26. estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
  27. gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
  28. —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
  29. —“No”,
  30. —“Oye quedamos el fin de semana”,
  31. —“Vale”.
  32. Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
  33. él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
  34. yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
  35. musical, y le dijo:
  36. —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
  37. —“Ismael qué?”,
  38. —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
  39. —“Los de verdad me gustan”.
  40. Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
  41. atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
  42. esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
  43. Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
  44. de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
  45. importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
  46. acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
  47. —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
  48. —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
  49. —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
  50. camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
  51. que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
  52. y todo lo poco que nos falta para vernos”,
  53. Él dijo que bueno, que vale.
  54. —“Pero que si no te vas casi mejor”.
  55. Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
  56. perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
  57. cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
  58. vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
  59. A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
  60. echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
  61. de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
  62. iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
  63. y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
  64. diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
  65. se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
  66. vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
  67. creo que diez años, quince, no me acuerdo.
  68. Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
  69. buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
  70. ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
  71. casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
  72. no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
  73. riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
  74. Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
  75. le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
  76. cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
  77. sabe si falsas.
  78. Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
  79. de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
  80. declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
  81. llevarla a la guarida no era moco de pavo.
  82. Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
  83. encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
  84. sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
  85. era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
  86. joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
  87. Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
  88. buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
  89. cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
  90. Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
  91. la carta en la que ella diría:
  92. —“Pronto estaré allí”.


(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).

Señale la alternativa donde hay un pronombre posesivo:

Alternativas
Q2430754 Espanhol

Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.


Las cartas de amor


Por Eduardo Galeano


  1. Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
  2. casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
  3. que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
  4. a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
  5. —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
  6. Se acercó a la mesa y dijo:
  7. —“¿Me permite?”
  8. —“Por supuesto”.
  9. Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
  10. cuando dices:
  11. —“Me permites”, dicen
  12. —“De qué”
  13. A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
  14. que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
  15. se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
  16. —“¿y qué lees?”
  17. Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
  18. mal, muy mal, por ahí no.
  19. —“Pues bonito día”
  20. Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
  21. —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
  22. Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
  23. fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
  24. era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
  25. cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
  26. estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
  27. gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
  28. —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
  29. —“No”,
  30. —“Oye quedamos el fin de semana”,
  31. —“Vale”.
  32. Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
  33. él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
  34. yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
  35. musical, y le dijo:
  36. —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
  37. —“Ismael qué?”,
  38. —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
  39. —“Los de verdad me gustan”.
  40. Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
  41. atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
  42. esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
  43. Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
  44. de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
  45. importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
  46. acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
  47. —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
  48. —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
  49. —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
  50. camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
  51. que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
  52. y todo lo poco que nos falta para vernos”,
  53. Él dijo que bueno, que vale.
  54. —“Pero que si no te vas casi mejor”.
  55. Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
  56. perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
  57. cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
  58. vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
  59. A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
  60. echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
  61. de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
  62. iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
  63. y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
  64. diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
  65. se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
  66. vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
  67. creo que diez años, quince, no me acuerdo.
  68. Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
  69. buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
  70. ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
  71. casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
  72. no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
  73. riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
  74. Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
  75. le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
  76. cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
  77. sabe si falsas.
  78. Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
  79. de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
  80. declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
  81. llevarla a la guarida no era moco de pavo.
  82. Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
  83. encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
  84. sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
  85. era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
  86. joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
  87. Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
  88. buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
  89. cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
  90. Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
  91. la carta en la que ella diría:
  92. —“Pronto estaré allí”.


(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).

La expresión “aunque” (l. 22) puede ser sustituída, sin cambiar el sentido del texto, por:

Alternativas
Q2430753 Espanhol

Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.


Las cartas de amor


Por Eduardo Galeano


  1. Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
  2. casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
  3. que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
  4. a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
  5. —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
  6. Se acercó a la mesa y dijo:
  7. —“¿Me permite?”
  8. —“Por supuesto”.
  9. Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
  10. cuando dices:
  11. —“Me permites”, dicen
  12. —“De qué”
  13. A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
  14. que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
  15. se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
  16. —“¿y qué lees?”
  17. Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
  18. mal, muy mal, por ahí no.
  19. —“Pues bonito día”
  20. Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
  21. —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
  22. Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
  23. fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
  24. era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
  25. cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
  26. estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
  27. gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
  28. —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
  29. —“No”,
  30. —“Oye quedamos el fin de semana”,
  31. —“Vale”.
  32. Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
  33. él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
  34. yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
  35. musical, y le dijo:
  36. —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
  37. —“Ismael qué?”,
  38. —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
  39. —“Los de verdad me gustan”.
  40. Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
  41. atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
  42. esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
  43. Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
  44. de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
  45. importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
  46. acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
  47. —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
  48. —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
  49. —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
  50. camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
  51. que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
  52. y todo lo poco que nos falta para vernos”,
  53. Él dijo que bueno, que vale.
  54. —“Pero que si no te vas casi mejor”.
  55. Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
  56. perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
  57. cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
  58. vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
  59. A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
  60. echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
  61. de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
  62. iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
  63. y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
  64. diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
  65. se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
  66. vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
  67. creo que diez años, quince, no me acuerdo.
  68. Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
  69. buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
  70. ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
  71. casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
  72. no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
  73. riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
  74. Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
  75. le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
  76. cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
  77. sabe si falsas.
  78. Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
  79. de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
  80. declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
  81. llevarla a la guarida no era moco de pavo.
  82. Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
  83. encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
  84. sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
  85. era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
  86. joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
  87. Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
  88. buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
  89. cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
  90. Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
  91. la carta en la que ella diría:
  92. —“Pronto estaré allí”.


(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).

La expresión “no era moco de pavo” (l. 81), en el cuento, significa, en português:

Alternativas
Q2430752 Espanhol

Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.


Las cartas de amor


Por Eduardo Galeano


  1. Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
  2. casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
  3. que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
  4. a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
  5. —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
  6. Se acercó a la mesa y dijo:
  7. —“¿Me permite?”
  8. —“Por supuesto”.
  9. Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
  10. cuando dices:
  11. —“Me permites”, dicen
  12. —“De qué”
  13. A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
  14. que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
  15. se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
  16. —“¿y qué lees?”
  17. Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
  18. mal, muy mal, por ahí no.
  19. —“Pues bonito día”
  20. Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
  21. —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
  22. Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
  23. fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
  24. era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
  25. cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
  26. estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
  27. gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
  28. —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
  29. —“No”,
  30. —“Oye quedamos el fin de semana”,
  31. —“Vale”.
  32. Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
  33. él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
  34. yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
  35. musical, y le dijo:
  36. —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
  37. —“Ismael qué?”,
  38. —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
  39. —“Los de verdad me gustan”.
  40. Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
  41. atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
  42. esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
  43. Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
  44. de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
  45. importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
  46. acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
  47. —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
  48. —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
  49. —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
  50. camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
  51. que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
  52. y todo lo poco que nos falta para vernos”,
  53. Él dijo que bueno, que vale.
  54. —“Pero que si no te vas casi mejor”.
  55. Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
  56. perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
  57. cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
  58. vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
  59. A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
  60. echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
  61. de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
  62. iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
  63. y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
  64. diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
  65. se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
  66. vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
  67. creo que diez años, quince, no me acuerdo.
  68. Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
  69. buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
  70. ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
  71. casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
  72. no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
  73. riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
  74. Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
  75. le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
  76. cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
  77. sabe si falsas.
  78. Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
  79. de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
  80. declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
  81. llevarla a la guarida no era moco de pavo.
  82. Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
  83. encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
  84. sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
  85. era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
  86. joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
  87. Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
  88. buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
  89. cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
  90. Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
  91. la carta en la que ella diría:
  92. —“Pronto estaré allí”.


(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).

La expresión “te echo de menos” (l. 51), en el texto, tiene el sentido de:

Alternativas
Q2430751 Espanhol

Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.


Las cartas de amor


Por Eduardo Galeano


  1. Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
  2. casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
  3. que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
  4. a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
  5. —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
  6. Se acercó a la mesa y dijo:
  7. —“¿Me permite?”
  8. —“Por supuesto”.
  9. Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
  10. cuando dices:
  11. —“Me permites”, dicen
  12. —“De qué”
  13. A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
  14. que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
  15. se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
  16. —“¿y qué lees?”
  17. Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
  18. mal, muy mal, por ahí no.
  19. —“Pues bonito día”
  20. Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
  21. —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
  22. Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
  23. fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
  24. era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
  25. cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
  26. estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
  27. gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
  28. —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
  29. —“No”,
  30. —“Oye quedamos el fin de semana”,
  31. —“Vale”.
  32. Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
  33. él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
  34. yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
  35. musical, y le dijo:
  36. —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
  37. —“Ismael qué?”,
  38. —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
  39. —“Los de verdad me gustan”.
  40. Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
  41. atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
  42. esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
  43. Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
  44. de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
  45. importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
  46. acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
  47. —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
  48. —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
  49. —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
  50. camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
  51. que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
  52. y todo lo poco que nos falta para vernos”,
  53. Él dijo que bueno, que vale.
  54. —“Pero que si no te vas casi mejor”.
  55. Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
  56. perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
  57. cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
  58. vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
  59. A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
  60. echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
  61. de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
  62. iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
  63. y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
  64. diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
  65. se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
  66. vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
  67. creo que diez años, quince, no me acuerdo.
  68. Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
  69. buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
  70. ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
  71. casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
  72. no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
  73. riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
  74. Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
  75. le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
  76. cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
  77. sabe si falsas.
  78. Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
  79. de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
  80. declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
  81. llevarla a la guarida no era moco de pavo.
  82. Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
  83. encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
  84. sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
  85. era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
  86. joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
  87. Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
  88. buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
  89. cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
  90. Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
  91. la carta en la que ella diría:
  92. —“Pronto estaré allí”.


(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).

Las palabras “chaval” (l. 33) y “mesilla” (l. 61) significan en portugués, respectivamente:

Alternativas
Q2430750 Espanhol

Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.


Las cartas de amor


Por Eduardo Galeano


  1. Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
  2. casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
  3. que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
  4. a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
  5. —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
  6. Se acercó a la mesa y dijo:
  7. —“¿Me permite?”
  8. —“Por supuesto”.
  9. Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
  10. cuando dices:
  11. —“Me permites”, dicen
  12. —“De qué”
  13. A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
  14. que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
  15. se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
  16. —“¿y qué lees?”
  17. Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
  18. mal, muy mal, por ahí no.
  19. —“Pues bonito día”
  20. Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
  21. —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
  22. Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
  23. fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
  24. era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
  25. cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
  26. estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
  27. gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
  28. —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
  29. —“No”,
  30. —“Oye quedamos el fin de semana”,
  31. —“Vale”.
  32. Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
  33. él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
  34. yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
  35. musical, y le dijo:
  36. —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
  37. —“Ismael qué?”,
  38. —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
  39. —“Los de verdad me gustan”.
  40. Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
  41. atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
  42. esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
  43. Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
  44. de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
  45. importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
  46. acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
  47. —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
  48. —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
  49. —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
  50. camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
  51. que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
  52. y todo lo poco que nos falta para vernos”,
  53. Él dijo que bueno, que vale.
  54. —“Pero que si no te vas casi mejor”.
  55. Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
  56. perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
  57. cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
  58. vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
  59. A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
  60. echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
  61. de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
  62. iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
  63. y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
  64. diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
  65. se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
  66. vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
  67. creo que diez años, quince, no me acuerdo.
  68. Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
  69. buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
  70. ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
  71. casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
  72. no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
  73. riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
  74. Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
  75. le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
  76. cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
  77. sabe si falsas.
  78. Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
  79. de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
  80. declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
  81. llevarla a la guarida no era moco de pavo.
  82. Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
  83. encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
  84. sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
  85. era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
  86. joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
  87. Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
  88. buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
  89. cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
  90. Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
  91. la carta en la que ella diría:
  92. —“Pronto estaré allí”.


(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).

Señale la alternativa correcta. Al principio, la pareja:

Alternativas
Q2430749 Espanhol

Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.


Las cartas de amor


Por Eduardo Galeano


  1. Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
  2. casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
  3. que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
  4. a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
  5. —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
  6. Se acercó a la mesa y dijo:
  7. —“¿Me permite?”
  8. —“Por supuesto”.
  9. Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
  10. cuando dices:
  11. —“Me permites”, dicen
  12. —“De qué”
  13. A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
  14. que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
  15. se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
  16. —“¿y qué lees?”
  17. Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
  18. mal, muy mal, por ahí no.
  19. —“Pues bonito día”
  20. Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
  21. —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
  22. Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
  23. fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
  24. era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
  25. cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
  26. estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
  27. gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
  28. —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
  29. —“No”,
  30. —“Oye quedamos el fin de semana”,
  31. —“Vale”.
  32. Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
  33. él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
  34. yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
  35. musical, y le dijo:
  36. —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
  37. —“Ismael qué?”,
  38. —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
  39. —“Los de verdad me gustan”.
  40. Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
  41. atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
  42. esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
  43. Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
  44. de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
  45. importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
  46. acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
  47. —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
  48. —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
  49. —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
  50. camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
  51. que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
  52. y todo lo poco que nos falta para vernos”,
  53. Él dijo que bueno, que vale.
  54. —“Pero que si no te vas casi mejor”.
  55. Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
  56. perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
  57. cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
  58. vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
  59. A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
  60. echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
  61. de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
  62. iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
  63. y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
  64. diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
  65. se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
  66. vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
  67. creo que diez años, quince, no me acuerdo.
  68. Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
  69. buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
  70. ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
  71. casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
  72. no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
  73. riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
  74. Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
  75. le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
  76. cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
  77. sabe si falsas.
  78. Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
  79. de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
  80. declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
  81. llevarla a la guarida no era moco de pavo.
  82. Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
  83. encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
  84. sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
  85. era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
  86. joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
  87. Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
  88. buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
  89. cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
  90. Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
  91. la carta en la que ella diría:
  92. —“Pronto estaré allí”.


(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).

El personaje se compró una caja fuerte porque:

Alternativas
Q2430748 Espanhol

Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.


Las cartas de amor


Por Eduardo Galeano


  1. Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
  2. casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
  3. que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
  4. a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
  5. —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
  6. Se acercó a la mesa y dijo:
  7. —“¿Me permite?”
  8. —“Por supuesto”.
  9. Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
  10. cuando dices:
  11. —“Me permites”, dicen
  12. —“De qué”
  13. A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
  14. que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
  15. se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
  16. —“¿y qué lees?”
  17. Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
  18. mal, muy mal, por ahí no.
  19. —“Pues bonito día”
  20. Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
  21. —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
  22. Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
  23. fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
  24. era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
  25. cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
  26. estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
  27. gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
  28. —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
  29. —“No”,
  30. —“Oye quedamos el fin de semana”,
  31. —“Vale”.
  32. Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
  33. él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
  34. yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
  35. musical, y le dijo:
  36. —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
  37. —“Ismael qué?”,
  38. —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
  39. —“Los de verdad me gustan”.
  40. Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
  41. atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
  42. esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
  43. Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
  44. de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
  45. importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
  46. acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
  47. —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
  48. —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
  49. —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
  50. camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
  51. que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
  52. y todo lo poco que nos falta para vernos”,
  53. Él dijo que bueno, que vale.
  54. —“Pero que si no te vas casi mejor”.
  55. Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
  56. perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
  57. cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
  58. vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
  59. A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
  60. echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
  61. de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
  62. iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
  63. y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
  64. diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
  65. se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
  66. vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
  67. creo que diez años, quince, no me acuerdo.
  68. Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
  69. buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
  70. ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
  71. casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
  72. no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
  73. riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
  74. Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
  75. le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
  76. cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
  77. sabe si falsas.
  78. Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
  79. de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
  80. declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
  81. llevarla a la guarida no era moco de pavo.
  82. Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
  83. encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
  84. sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
  85. era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
  86. joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
  87. Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
  88. buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
  89. cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
  90. Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
  91. la carta en la que ella diría:
  92. —“Pronto estaré allí”.


(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).

Señale la alternativa correcta. En el punto de vista del hombre:

Alternativas
Q2430747 Espanhol

Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.


Las cartas de amor


Por Eduardo Galeano


  1. Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
  2. casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
  3. que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
  4. a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
  5. —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
  6. Se acercó a la mesa y dijo:
  7. —“¿Me permite?”
  8. —“Por supuesto”.
  9. Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
  10. cuando dices:
  11. —“Me permites”, dicen
  12. —“De qué”
  13. A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
  14. que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
  15. se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
  16. —“¿y qué lees?”
  17. Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
  18. mal, muy mal, por ahí no.
  19. —“Pues bonito día”
  20. Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
  21. —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
  22. Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
  23. fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
  24. era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
  25. cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
  26. estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
  27. gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
  28. —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
  29. —“No”,
  30. —“Oye quedamos el fin de semana”,
  31. —“Vale”.
  32. Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
  33. él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
  34. yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
  35. musical, y le dijo:
  36. —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
  37. —“Ismael qué?”,
  38. —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
  39. —“Los de verdad me gustan”.
  40. Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
  41. atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
  42. esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
  43. Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
  44. de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
  45. importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
  46. acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
  47. —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
  48. —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
  49. —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
  50. camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
  51. que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
  52. y todo lo poco que nos falta para vernos”,
  53. Él dijo que bueno, que vale.
  54. —“Pero que si no te vas casi mejor”.
  55. Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
  56. perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
  57. cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
  58. vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
  59. A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
  60. echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
  61. de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
  62. iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
  63. y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
  64. diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
  65. se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
  66. vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
  67. creo que diez años, quince, no me acuerdo.
  68. Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
  69. buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
  70. ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
  71. casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
  72. no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
  73. riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
  74. Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
  75. le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
  76. cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
  77. sabe si falsas.
  78. Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
  79. de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
  80. declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
  81. llevarla a la guarida no era moco de pavo.
  82. Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
  83. encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
  84. sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
  85. era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
  86. joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
  87. Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
  88. buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
  89. cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
  90. Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
  91. la carta en la que ella diría:
  92. —“Pronto estaré allí”.


(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).

Analice las siguientes afirmaciones relativas al texto:


I. El narrador aparece en tercera persona.

II. Los protagonistas frecuentan exactamente los mismos lugares públicos.

III. Ella tiene que marcharse por cuestiones de trabajo.


¿ Cuáles están correctas?

Alternativas
Q2430746 Espanhol

Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.


Las cartas de amor


Por Eduardo Galeano


  1. Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
  2. casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
  3. que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
  4. a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
  5. —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
  6. Se acercó a la mesa y dijo:
  7. —“¿Me permite?”
  8. —“Por supuesto”.
  9. Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
  10. cuando dices:
  11. —“Me permites”, dicen
  12. —“De qué”
  13. A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
  14. que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
  15. se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
  16. —“¿y qué lees?”
  17. Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
  18. mal, muy mal, por ahí no.
  19. —“Pues bonito día”
  20. Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
  21. —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
  22. Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
  23. fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
  24. era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
  25. cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
  26. estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
  27. gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
  28. —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
  29. —“No”,
  30. —“Oye quedamos el fin de semana”,
  31. —“Vale”.
  32. Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
  33. él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
  34. yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
  35. musical, y le dijo:
  36. —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
  37. —“Ismael qué?”,
  38. —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
  39. —“Los de verdad me gustan”.
  40. Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
  41. atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
  42. esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
  43. Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
  44. de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
  45. importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
  46. acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
  47. —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
  48. —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
  49. —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
  50. camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
  51. que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
  52. y todo lo poco que nos falta para vernos”,
  53. Él dijo que bueno, que vale.
  54. —“Pero que si no te vas casi mejor”.
  55. Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
  56. perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
  57. cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
  58. vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
  59. A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
  60. echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
  61. de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
  62. iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
  63. y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
  64. diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
  65. se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
  66. vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
  67. creo que diez años, quince, no me acuerdo.
  68. Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
  69. buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
  70. ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
  71. casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
  72. no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
  73. riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
  74. Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
  75. le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
  76. cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
  77. sabe si falsas.
  78. Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
  79. de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
  80. declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
  81. llevarla a la guarida no era moco de pavo.
  82. Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
  83. encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
  84. sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
  85. era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
  86. joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
  87. Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
  88. buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
  89. cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
  90. Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
  91. la carta en la que ella diría:
  92. —“Pronto estaré allí”.


(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).

El texto se puede clasificar como:

Alternativas
Respostas
361: B
362: E
363: C
364: B
365: D
366: A
367: A
368: D
369: E
370: B
371: D
372: E
373: C
374: B
375: E
376: C
377: D
378: C
379: A
380: E