Questões de Concurso
Sobre vocabulário | vocabulario em espanhol
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Con respecto a las estructuras e ideas del texto 17A1BBB, juzgue el próximo ítem.
La expresión “viajero retirado” (l.4) se refiere a la persona
que, durante un viaje, está apartada en un lugar.
Con respecto a las estructuras e ideas del texto 17A1BBB, juzgue el próximo ítem.
La locución “sin embargo” (l.5) equivale a no obstante.
Con referencia a las estructuras lingüísticas y gramaticales presentadas en el texto 17A1AAA, juzgue el siguiente ítem.
El verbo “analizar” (l.16) se deriva del nombre análisis, que
en español es femenino.
Con referencia a las estructuras lingüísticas y gramaticales presentadas en el texto 17A1AAA, juzgue el siguiente ítem.
El término “puesto que” (l.13) tiene valor causal y equivale a
pues.
Con referencia a las estructuras lingüísticas y gramaticales presentadas en el texto 17A1AAA, juzgue el siguiente ítem.
El sentido de “canon” (l.12) es de regla o precepto fijado por
el uso social.
Con referencia a las estructuras lingüísticas y gramaticales presentadas en el texto 17A1AAA, juzgue el siguiente ítem.
El vocablo “primer” (l.10) puede sustituirse por primero sin
necesidad de cambios en la oración.
Con referencia a las estructuras lingüísticas y gramaticales presentadas en el texto 17A1AAA, juzgue el siguiente ítem.
La palabra “Leer” (l.4) es compuesta por una sílaba, luego no
admite división.
El vocablo «rocío» (v.14) se puede sustituir, sin cambio semántico, por
calabobos.
El vocablo «rocío» (v.14) se puede sustituir, sin cambio semántico, por
escarcha.
El vocablo «rocío» (v.14) se puede sustituir, sin cambio semántico, por
llovizna.
El vocablo «rocío» (v.14) se puede sustituir, sin cambio semántico, por
chuzos.
El vocablo «tiritan» (v.3) se puede sustituir, sin que signifique un cambio semántico, por
estremecen.
El vocablo «tiritan» (v.3) se puede sustituir, sin que signifique un cambio semántico, por
alcahuetean.
El vocablo «tiritan» (v.3) se puede sustituir, sin que signifique un cambio semántico, por
relinchan.
El vocablo «tiritan» (v.3) se puede sustituir, sin que signifique un cambio semántico, por
opositan.
Palabras sin eco
Por Andrés Ricciardulli
Número Cero, del italiano Umberto Eco, reflexiona con ironía sobre el nuevo rol de la prensa en su país, al tiempo que plantea un final alternativo para la muerte de Mussolini
Europa es hoy el lugar del mundo donde se observa con mayor claridad el desconcierto general ante los tiempos que corren, la incertidumbre global sobre el futuro inmediato. La corrupción generalizada a todos los niveles, el caos social, la inmigración, el terrorismo, los neonazis y la crisis financiera están haciendo mella en la cuna de occidente.
La intelectualidad del viejo continente no es ajena a este descalabro, a este fin de las ideologías y de lo razonable, a esta suerte de fatiga milenaria que tiene desahuciados a todos los países europeos, que no saben hoy ya para dónde tirar.
Ante los miles de problemas, gran parte de los escritores europeos se dedican a escribir libros absurdos y repetitivos sobre cuestiones ya perimidas.
Este comportamiento necio quizá se debe a que el descreimiento ha llegado a todas partes. Cuando un libro tan revelador como el del periodista Glenn Greenwald Snowden, sin un lugar donde esconderse no cambia nada y es solo una picadura de mosquito en el lomo curtido del elefante, cualquier aporte posterior parece irrelevante.
No obstante, los autores europeos perseveran en escribir sobre lo inocuo. Uno de sus temas
favoritos es la caída vertiginosa del nivel de la prensa, que los obsesiona y a la que achacan
todos los males. En su por momentos muy buen libro, Lionel Asbo. El estado de Inglaterra, el
inglés Martin Amis se despachaba a gusto contra los medios de comunicación de la isla. Con
Número Cero, Umberto Eco, hace otro tanto con la prensa italiana, solo que al estar ambientada
la novela en 1992, en la era previa a internet, el contenido y el mensaje son más intrascendentes.
El diario que no sale
La recién editada novela cuenta, con una prosa directa y sin metáforas de ningún tipo, la puesta, ya que está pensado para funcionar como un arma en las manos extorsionadoras del Commendatore, un personaje que nunca sale a la luz, ya que simplemente pone el dinero y por ende tiene el poder.
Seis periodistas, incluyendo al protagonista, Colonna, que además debe escribir un libro sobre el proceso de creación del diario, se ponen a la tarea de darle vida a un medio que está pensado como un arma.
Y es allí, al comienzo, donde está lo mejor de libro. Eco, haciendo gala de buen humor, describe los pormenores rocambolescos de un proyecto que, además de crear una bomba política destinada a ser usada si es necesario, incluye el armado de las típicas secciones de cualquier diario. Por eso hay un capítulo para los horóscopos, otro para las necrológicas, uno sobre los trucos a la hora de hacer un desmentido y el más gracioso, que refiere al gusto del público a la hora de leer una página de cultura.
Pero luego el libro se viene abajo. Se quiebra cuando Eco plantea un amor improbable, que ocupa mucho espacio y que no llega a ningún lado. Y termina de hacerse ilegible cuando el periodista Braggadocio comienza a esbozar una teoría increíble sobre la muerte de Benito Mussolini.
Esa historia que incluye a los partisanos, la CIA, el Vaticano, Argentina como probable refugio del Duce y un sinfín de especulaciones más, se alarga durante muchas más páginas de las necesarias. Puede entretener al lector que conozca al detalle la historia italiana, pero, para el que no, resulta una digresión interminable de escaso valor.
"Estoy de acuerdo con Hegel cuando dice que la lectura del periódico es la oración matinal del hombre moderno. Pero yo, cada vez más, leo solo los titulares", confesó el autor en una entrevista.
A los 83 años, Umberto Eco se ha ganado el derecho a presentar el libro que quiera. Pero no deja de ser doloroso leer Número Cero. Al hombre, al parecer, se le ha olvidado ya definitivamente el nombre de la rosa.
(Disponível em: http://www.elobservador.com.uy/palabras-eco-n654843)
Grifos y retretes marca España
Una persona necesita entre 50 y 100 litros de agua al día “para garantizar que se cubren sus necesidades básicas y que no surjan grandes amenazas para su salud”, indica la Organización Mundial de la Salud. Pero 700 millones de personas, el 11% de la población mundial, carecen de ella. Esto significa que utilizan alrededor de cinco litros al día, “una décima parte de la media diaria que gasta un individuo al tirar de la cisterna del retrete en los países ricos”. Peor aún: 2.500 millones de seres humanos ni siquiera tienen un váter con una cadena de la que tirar, pues no cuentan con sistemas de saneamiento. De ellos, 1.000 millones defecan al aire libre. El reto de garantizar este derecho humano universal —así reconocido desde junio de 2010— al agua y saneamiento, recogido en el Objetivo del Milenio número siete, es todavía mayúsculo.
(http://elpais.com/elpais/2015/06/08/planeta_futuro/1433775547_221578.html)