Questões Militares de Espanhol

Foram encontradas 339 questões

Q1777806 Espanhol
Leia o texto para responder à questão.

¿Cómo hacer escuelas democráticas?

Ambigüedades y fracasos de la escuela democrática
     Hoy sería de una ingenuidad y un desconocimiento enormes dejar aquí la caracterización de la escuela democrática. Podemos decir a partir de las aportaciones de múltiples autores que la escuela democrática es una realidad profundamente contradictoria.
     La escuela como institución igualitaria que, sin embargo, reproduce la desigualdad social. La sociología ha mostrado como la escuela, pese a su discurso y a sus prácticas igualitaristas, en realidad está facilitando el éxito de tan sólo una parte de la población.
     La escuela como institución respetuosa y garante de la tolerancia que, sin embargo, inocula actitudes discriminatorias. La escuela como institución que proclama la necesidad de un aprendizaje crítico y creativo pero que, sin embargo, usa medios verbales y memorísticos. Junto a la defensa de criterios de aprendizaje como la actividad, la crítica o la creatividad, la escuela ha acaparado también infinidad de denuncias sobre el carácter jerárquico, pasivo, repetitivo y alejado de la realidad del aprendizaje que propicia.
     Una comunidad democrática debe buscar impulsar la integración social y la ciudadanía para concretar estas propuestas, en función de sus circunstancias particulares, lo cual no es sino otra de las cualidades que debe expresar toda comunidad democrática: la voluntad de contextualizar y singularizar la manifestación de las relaciones de afecto, diálogo y cooperación.

La palabra como experiencia y compromiso
     Por otra parte, que los alumnos aprendan a ser ciudadanos capaces de participar en su entorno social de acuerdo a valores y criterios morales supone alcanzar distintos objetivos. Primero, que adquieran un vivo reconocimiento del valor de la colectividad y que se sientan parte del grupo donde están insertos. Segundo, que acepten y construyan normas; es decir, que hayan adquirido un sentido autónomo de la disciplina que les capacite para reconocer la corrección de ciertas normas escolares, para mejorarlas si es necesario y para establecer aquellas normas nuevas capaces de optimizar la convivencia. Tercero, que desarrollen una fuerte autonomía de la voluntad que les impida esconderse en el grupo y que por el contrario les impulse a participar de acuerdo a sus criterios personales en la buena marcha de la clase y del centro. Cuarto, que desarrollen el conjunto de capacidades necesarias para dialogar de modo correcto y para ser capaces de mantener una actitud reflexiva respecto de sí mismos y de la comunidad a la que pertenecen. En último lugar, que adquieran la predisposición a comportarse de acuerdo a valores tales como el espíritu de iniciativa, la responsabilidad, la cooperación, la solidaridad, la tolerancia y la búsqueda de acuerdos.

(Josep Ma Puig Rovira. ¿Cómo hacer escuelas democráticas?
Educação e Pesquisa, São Paulo, v. 26, n. 2, p. 55-59, dic. 2000.
https://bit.ly/33BuUXT. Accedido en 10 jul. 2020. Adaptado)

Segundo o texto, é possível concluir que, para colocar em prática uma escola democrática,
Alternativas
Q1777805 Espanhol
Leia o texto para responder à questão.

¿Cómo hacer escuelas democráticas?

Ambigüedades y fracasos de la escuela democrática
     Hoy sería de una ingenuidad y un desconocimiento enormes dejar aquí la caracterización de la escuela democrática. Podemos decir a partir de las aportaciones de múltiples autores que la escuela democrática es una realidad profundamente contradictoria.
     La escuela como institución igualitaria que, sin embargo, reproduce la desigualdad social. La sociología ha mostrado como la escuela, pese a su discurso y a sus prácticas igualitaristas, en realidad está facilitando el éxito de tan sólo una parte de la población.
     La escuela como institución respetuosa y garante de la tolerancia que, sin embargo, inocula actitudes discriminatorias. La escuela como institución que proclama la necesidad de un aprendizaje crítico y creativo pero que, sin embargo, usa medios verbales y memorísticos. Junto a la defensa de criterios de aprendizaje como la actividad, la crítica o la creatividad, la escuela ha acaparado también infinidad de denuncias sobre el carácter jerárquico, pasivo, repetitivo y alejado de la realidad del aprendizaje que propicia.
     Una comunidad democrática debe buscar impulsar la integración social y la ciudadanía para concretar estas propuestas, en función de sus circunstancias particulares, lo cual no es sino otra de las cualidades que debe expresar toda comunidad democrática: la voluntad de contextualizar y singularizar la manifestación de las relaciones de afecto, diálogo y cooperación.

La palabra como experiencia y compromiso
     Por otra parte, que los alumnos aprendan a ser ciudadanos capaces de participar en su entorno social de acuerdo a valores y criterios morales supone alcanzar distintos objetivos. Primero, que adquieran un vivo reconocimiento del valor de la colectividad y que se sientan parte del grupo donde están insertos. Segundo, que acepten y construyan normas; es decir, que hayan adquirido un sentido autónomo de la disciplina que les capacite para reconocer la corrección de ciertas normas escolares, para mejorarlas si es necesario y para establecer aquellas normas nuevas capaces de optimizar la convivencia. Tercero, que desarrollen una fuerte autonomía de la voluntad que les impida esconderse en el grupo y que por el contrario les impulse a participar de acuerdo a sus criterios personales en la buena marcha de la clase y del centro. Cuarto, que desarrollen el conjunto de capacidades necesarias para dialogar de modo correcto y para ser capaces de mantener una actitud reflexiva respecto de sí mismos y de la comunidad a la que pertenecen. En último lugar, que adquieran la predisposición a comportarse de acuerdo a valores tales como el espíritu de iniciativa, la responsabilidad, la cooperación, la solidaridad, la tolerancia y la búsqueda de acuerdos.

(Josep Ma Puig Rovira. ¿Cómo hacer escuelas democráticas?
Educação e Pesquisa, São Paulo, v. 26, n. 2, p. 55-59, dic. 2000.
https://bit.ly/33BuUXT. Accedido en 10 jul. 2020. Adaptado)

De acordo com o texto, é possível afirmar que
Alternativas
Q1777804 Espanhol
Leia o texto para responder à questão.

¿Cómo hacer escuelas democráticas?

Ambigüedades y fracasos de la escuela democrática
     Hoy sería de una ingenuidad y un desconocimiento enormes dejar aquí la caracterización de la escuela democrática. Podemos decir a partir de las aportaciones de múltiples autores que la escuela democrática es una realidad profundamente contradictoria.
     La escuela como institución igualitaria que, sin embargo, reproduce la desigualdad social. La sociología ha mostrado como la escuela, pese a su discurso y a sus prácticas igualitaristas, en realidad está facilitando el éxito de tan sólo una parte de la población.
     La escuela como institución respetuosa y garante de la tolerancia que, sin embargo, inocula actitudes discriminatorias. La escuela como institución que proclama la necesidad de un aprendizaje crítico y creativo pero que, sin embargo, usa medios verbales y memorísticos. Junto a la defensa de criterios de aprendizaje como la actividad, la crítica o la creatividad, la escuela ha acaparado también infinidad de denuncias sobre el carácter jerárquico, pasivo, repetitivo y alejado de la realidad del aprendizaje que propicia.
     Una comunidad democrática debe buscar impulsar la integración social y la ciudadanía para concretar estas propuestas, en función de sus circunstancias particulares, lo cual no es sino otra de las cualidades que debe expresar toda comunidad democrática: la voluntad de contextualizar y singularizar la manifestación de las relaciones de afecto, diálogo y cooperación.

La palabra como experiencia y compromiso
     Por otra parte, que los alumnos aprendan a ser ciudadanos capaces de participar en su entorno social de acuerdo a valores y criterios morales supone alcanzar distintos objetivos. Primero, que adquieran un vivo reconocimiento del valor de la colectividad y que se sientan parte del grupo donde están insertos. Segundo, que acepten y construyan normas; es decir, que hayan adquirido un sentido autónomo de la disciplina que les capacite para reconocer la corrección de ciertas normas escolares, para mejorarlas si es necesario y para establecer aquellas normas nuevas capaces de optimizar la convivencia. Tercero, que desarrollen una fuerte autonomía de la voluntad que les impida esconderse en el grupo y que por el contrario les impulse a participar de acuerdo a sus criterios personales en la buena marcha de la clase y del centro. Cuarto, que desarrollen el conjunto de capacidades necesarias para dialogar de modo correcto y para ser capaces de mantener una actitud reflexiva respecto de sí mismos y de la comunidad a la que pertenecen. En último lugar, que adquieran la predisposición a comportarse de acuerdo a valores tales como el espíritu de iniciativa, la responsabilidad, la cooperación, la solidaridad, la tolerancia y la búsqueda de acuerdos.

(Josep Ma Puig Rovira. ¿Cómo hacer escuelas democráticas?
Educação e Pesquisa, São Paulo, v. 26, n. 2, p. 55-59, dic. 2000.
https://bit.ly/33BuUXT. Accedido en 10 jul. 2020. Adaptado)

Teniendo en cuenta el contenido del tercer párrafo, se puede decir que
Alternativas
Q1777803 Espanhol
Leia o texto para responder à questão.

¿Cómo hacer escuelas democráticas?

Ambigüedades y fracasos de la escuela democrática
     Hoy sería de una ingenuidad y un desconocimiento enormes dejar aquí la caracterización de la escuela democrática. Podemos decir a partir de las aportaciones de múltiples autores que la escuela democrática es una realidad profundamente contradictoria.
     La escuela como institución igualitaria que, sin embargo, reproduce la desigualdad social. La sociología ha mostrado como la escuela, pese a su discurso y a sus prácticas igualitaristas, en realidad está facilitando el éxito de tan sólo una parte de la población.
     La escuela como institución respetuosa y garante de la tolerancia que, sin embargo, inocula actitudes discriminatorias. La escuela como institución que proclama la necesidad de un aprendizaje crítico y creativo pero que, sin embargo, usa medios verbales y memorísticos. Junto a la defensa de criterios de aprendizaje como la actividad, la crítica o la creatividad, la escuela ha acaparado también infinidad de denuncias sobre el carácter jerárquico, pasivo, repetitivo y alejado de la realidad del aprendizaje que propicia.
     Una comunidad democrática debe buscar impulsar la integración social y la ciudadanía para concretar estas propuestas, en función de sus circunstancias particulares, lo cual no es sino otra de las cualidades que debe expresar toda comunidad democrática: la voluntad de contextualizar y singularizar la manifestación de las relaciones de afecto, diálogo y cooperación.

La palabra como experiencia y compromiso
     Por otra parte, que los alumnos aprendan a ser ciudadanos capaces de participar en su entorno social de acuerdo a valores y criterios morales supone alcanzar distintos objetivos. Primero, que adquieran un vivo reconocimiento del valor de la colectividad y que se sientan parte del grupo donde están insertos. Segundo, que acepten y construyan normas; es decir, que hayan adquirido un sentido autónomo de la disciplina que les capacite para reconocer la corrección de ciertas normas escolares, para mejorarlas si es necesario y para establecer aquellas normas nuevas capaces de optimizar la convivencia. Tercero, que desarrollen una fuerte autonomía de la voluntad que les impida esconderse en el grupo y que por el contrario les impulse a participar de acuerdo a sus criterios personales en la buena marcha de la clase y del centro. Cuarto, que desarrollen el conjunto de capacidades necesarias para dialogar de modo correcto y para ser capaces de mantener una actitud reflexiva respecto de sí mismos y de la comunidad a la que pertenecen. En último lugar, que adquieran la predisposición a comportarse de acuerdo a valores tales como el espíritu de iniciativa, la responsabilidad, la cooperación, la solidaridad, la tolerancia y la búsqueda de acuerdos.

(Josep Ma Puig Rovira. ¿Cómo hacer escuelas democráticas?
Educação e Pesquisa, São Paulo, v. 26, n. 2, p. 55-59, dic. 2000.
https://bit.ly/33BuUXT. Accedido en 10 jul. 2020. Adaptado)

Según el texto, una de las paradojas de la escuela democrática es la de
Alternativas
Q1777802 Espanhol
Leia a tirinha para responder à questão.

Imagem associada para resolução da questão
(https://historietas.net/historietas-de-gaturro/#gsc.tab=0. 09.07.2020.)
La crítica del cómic consiste en decir que
Alternativas
Q1777801 Espanhol
Leia o texto para responder à questão.

Educación en tiempos de pandemia:
COVID-19 y equidad en el aprendizaje 

     El coronavirus está cambiando la forma en que se imparte la educación, ya que la escuela y el hogar ahora se convierten en el mismo lugar tras las necesarias regulaciones efectuadas. Según la UNESCO, más de 861.7 millones de niños y jóvenes en 119 países se han visto afectados al tener que hacer frente a la pandemia global que nos ha sacudido este año. Millones de familias en EE.UU. se han tenido que unir al 1.7 millón de niños que se encuentran enrolados en la educación en el hogar (homeschooling). Al igual que en México, donde la Secretaría de Educación Pública (SEP) ha extendido el período vacacional desde el 23 de marzo al 17 de abril del 2020.
     Estas medidas terminan por iluminar la realidad de los muchos otros roles que la escuela ofrece además de lo académico. Ya que, para algunos, resulta ser una complicación incómoda, mientras que para otros, la situación es aún más preocupante. En ciudades donde el 70% de los estudiantes viene de familias de bajos ingresos, llevar la escuela a casa significa enfrentarse a no poder ofrecer comidas adecuadas, y mucho menos la tecnología o conectividad necesarias para el aprendizaje online.
     Según el World Economic Forum, sólo alrededor del 60% de la población mundial tiene acceso a la red, generando que muchísimas instituciones busquen soluciones provisionales a esta crisis, tales como el sistema educativo mexicano, que fuera de colegios privados o facultades universitarias no se acogió la implementación de aprendizaje en línea para el sector público. La brecha digital continúa expandiéndose a medida que los estudiantes en sectores vulnerables siguen quedándose atrás en su aprendizaje.
     El mayor cambio que requiere el aprendizaje virtual es la flexibilidad y el reconocimiento de que la estructura controlada de una escuela no es replicable en línea. Muchas preguntas surgen a raíz de las problemáticas que tienden a afectar de manera desigual a aquellos en desventaja. El apoyo que se proporcionará, por ejemplo, a miles de madres mexicanas que necesitan escuelas abiertas porque tienen que trabajar y su empleador no le permite trabajar desde casa, a familias inmigrantes que deberán averiguar cómo participar en la educación en el hogar con programas en inglés, que podría no ser su primer idioma, o a los niños que dependen de la escuela para sus comidas, es aún desconocido.

(Paola Estrada Villafuerte.
https://observatorio.tec.mx. 19.03.2020. Adaptado)

De acordo com o último parágrafo,
Alternativas
Q1777800 Espanhol
Leia o texto para responder à questão.

Educación en tiempos de pandemia:
COVID-19 y equidad en el aprendizaje 

     El coronavirus está cambiando la forma en que se imparte la educación, ya que la escuela y el hogar ahora se convierten en el mismo lugar tras las necesarias regulaciones efectuadas. Según la UNESCO, más de 861.7 millones de niños y jóvenes en 119 países se han visto afectados al tener que hacer frente a la pandemia global que nos ha sacudido este año. Millones de familias en EE.UU. se han tenido que unir al 1.7 millón de niños que se encuentran enrolados en la educación en el hogar (homeschooling). Al igual que en México, donde la Secretaría de Educación Pública (SEP) ha extendido el período vacacional desde el 23 de marzo al 17 de abril del 2020.
     Estas medidas terminan por iluminar la realidad de los muchos otros roles que la escuela ofrece además de lo académico. Ya que, para algunos, resulta ser una complicación incómoda, mientras que para otros, la situación es aún más preocupante. En ciudades donde el 70% de los estudiantes viene de familias de bajos ingresos, llevar la escuela a casa significa enfrentarse a no poder ofrecer comidas adecuadas, y mucho menos la tecnología o conectividad necesarias para el aprendizaje online.
     Según el World Economic Forum, sólo alrededor del 60% de la población mundial tiene acceso a la red, generando que muchísimas instituciones busquen soluciones provisionales a esta crisis, tales como el sistema educativo mexicano, que fuera de colegios privados o facultades universitarias no se acogió la implementación de aprendizaje en línea para el sector público. La brecha digital continúa expandiéndose a medida que los estudiantes en sectores vulnerables siguen quedándose atrás en su aprendizaje.
     El mayor cambio que requiere el aprendizaje virtual es la flexibilidad y el reconocimiento de que la estructura controlada de una escuela no es replicable en línea. Muchas preguntas surgen a raíz de las problemáticas que tienden a afectar de manera desigual a aquellos en desventaja. El apoyo que se proporcionará, por ejemplo, a miles de madres mexicanas que necesitan escuelas abiertas porque tienen que trabajar y su empleador no le permite trabajar desde casa, a familias inmigrantes que deberán averiguar cómo participar en la educación en el hogar con programas en inglés, que podría no ser su primer idioma, o a los niños que dependen de la escuela para sus comidas, es aún desconocido.

(Paola Estrada Villafuerte.
https://observatorio.tec.mx. 19.03.2020. Adaptado)

Según las informaciones del tercer párrafo,
Alternativas
Q1777799 Espanhol
Leia o texto para responder à questão.

Educación en tiempos de pandemia:
COVID-19 y equidad en el aprendizaje 

     El coronavirus está cambiando la forma en que se imparte la educación, ya que la escuela y el hogar ahora se convierten en el mismo lugar tras las necesarias regulaciones efectuadas. Según la UNESCO, más de 861.7 millones de niños y jóvenes en 119 países se han visto afectados al tener que hacer frente a la pandemia global que nos ha sacudido este año. Millones de familias en EE.UU. se han tenido que unir al 1.7 millón de niños que se encuentran enrolados en la educación en el hogar (homeschooling). Al igual que en México, donde la Secretaría de Educación Pública (SEP) ha extendido el período vacacional desde el 23 de marzo al 17 de abril del 2020.
     Estas medidas terminan por iluminar la realidad de los muchos otros roles que la escuela ofrece además de lo académico. Ya que, para algunos, resulta ser una complicación incómoda, mientras que para otros, la situación es aún más preocupante. En ciudades donde el 70% de los estudiantes viene de familias de bajos ingresos, llevar la escuela a casa significa enfrentarse a no poder ofrecer comidas adecuadas, y mucho menos la tecnología o conectividad necesarias para el aprendizaje online.
     Según el World Economic Forum, sólo alrededor del 60% de la población mundial tiene acceso a la red, generando que muchísimas instituciones busquen soluciones provisionales a esta crisis, tales como el sistema educativo mexicano, que fuera de colegios privados o facultades universitarias no se acogió la implementación de aprendizaje en línea para el sector público. La brecha digital continúa expandiéndose a medida que los estudiantes en sectores vulnerables siguen quedándose atrás en su aprendizaje.
     El mayor cambio que requiere el aprendizaje virtual es la flexibilidad y el reconocimiento de que la estructura controlada de una escuela no es replicable en línea. Muchas preguntas surgen a raíz de las problemáticas que tienden a afectar de manera desigual a aquellos en desventaja. El apoyo que se proporcionará, por ejemplo, a miles de madres mexicanas que necesitan escuelas abiertas porque tienen que trabajar y su empleador no le permite trabajar desde casa, a familias inmigrantes que deberán averiguar cómo participar en la educación en el hogar con programas en inglés, que podría no ser su primer idioma, o a los niños que dependen de la escuela para sus comidas, es aún desconocido.

(Paola Estrada Villafuerte.
https://observatorio.tec.mx. 19.03.2020. Adaptado)

Considerando que “Estas medidas terminan por iluminar la realidad de los muchos otros roles que la escuela ofrece además de lo académico”, el elemento “lo” tiene la misma función que en “lo académico” y está correctamente empleado en:
Alternativas
Q1777798 Espanhol
Leia o texto para responder à questão.

Educación en tiempos de pandemia:
COVID-19 y equidad en el aprendizaje 

     El coronavirus está cambiando la forma en que se imparte la educación, ya que la escuela y el hogar ahora se convierten en el mismo lugar tras las necesarias regulaciones efectuadas. Según la UNESCO, más de 861.7 millones de niños y jóvenes en 119 países se han visto afectados al tener que hacer frente a la pandemia global que nos ha sacudido este año. Millones de familias en EE.UU. se han tenido que unir al 1.7 millón de niños que se encuentran enrolados en la educación en el hogar (homeschooling). Al igual que en México, donde la Secretaría de Educación Pública (SEP) ha extendido el período vacacional desde el 23 de marzo al 17 de abril del 2020.
     Estas medidas terminan por iluminar la realidad de los muchos otros roles que la escuela ofrece además de lo académico. Ya que, para algunos, resulta ser una complicación incómoda, mientras que para otros, la situación es aún más preocupante. En ciudades donde el 70% de los estudiantes viene de familias de bajos ingresos, llevar la escuela a casa significa enfrentarse a no poder ofrecer comidas adecuadas, y mucho menos la tecnología o conectividad necesarias para el aprendizaje online.
     Según el World Economic Forum, sólo alrededor del 60% de la población mundial tiene acceso a la red, generando que muchísimas instituciones busquen soluciones provisionales a esta crisis, tales como el sistema educativo mexicano, que fuera de colegios privados o facultades universitarias no se acogió la implementación de aprendizaje en línea para el sector público. La brecha digital continúa expandiéndose a medida que los estudiantes en sectores vulnerables siguen quedándose atrás en su aprendizaje.
     El mayor cambio que requiere el aprendizaje virtual es la flexibilidad y el reconocimiento de que la estructura controlada de una escuela no es replicable en línea. Muchas preguntas surgen a raíz de las problemáticas que tienden a afectar de manera desigual a aquellos en desventaja. El apoyo que se proporcionará, por ejemplo, a miles de madres mexicanas que necesitan escuelas abiertas porque tienen que trabajar y su empleador no le permite trabajar desde casa, a familias inmigrantes que deberán averiguar cómo participar en la educación en el hogar con programas en inglés, que podría no ser su primer idioma, o a los niños que dependen de la escuela para sus comidas, es aún desconocido.

(Paola Estrada Villafuerte.
https://observatorio.tec.mx. 19.03.2020. Adaptado)

Según lo dicho en el primer párrafo,
Alternativas
Q1777797 Espanhol
Leia o texto para responder à questão.

Escuela y sociedad:
un vínculo en constante cambio y tensión

La relación entre las instituciones educativas, la comunidad a la que
pertenecen y las familias de los alumnos se ha vuelto un gran desafío
para docentes y directivos. El diálogo, el trabajo en equipo y las
convicciones, claves para superar tensiones.

     ¿Seguirá siendo la escuela “el segundo hogar”? Esta pregunta pone en cuestión la relación actual entre la sociedad y las instituciones educativas. Negar que los profundos cambios que atraviesa la sociedad, en todos los órdenes, afectan el rol de las instituciones educativas, cualquiera sea su nivel y modalidad, es sencillamente negar la realidad y todos los desafíos y problemas que deben ser enfrentados y resueltos por el sistema educativo. Las evocaciones nostálgicas de las escuelas “de antes”, “los maestros y profesores de antes” son inútiles pretensiones de retrotraer la historia y lo que sucede hoy.
    Los distintos sectores sociales ven la escuela con diferentes expectativas, aunque todos ellos reconocen el papel fundamental de su tarea. Con todas las críticas que se puedan hacer a su funcionamiento, actualización de contenidos, métodos didácticos, concepciones pedagógicas, en la conciencia colectiva todavía existe la certeza de que algo bueno y necesario sucede en la escuela.
     Desde la expectativa básica de la asistencia y cuidado de los hijos, para aquellas familias en las que los padres trabajan la mayor parte del día (en estos casos la escuela representa un “lugar seguro” donde dejarlos), hasta una gran mayoría que deposita, además, otras ilusiones sobre la escuela, como las de conseguir un mayor desarrollo a todos los niveles en el estudiante. Así, las familias reconocen las posibilidades que la institución escolar ofrece en todos los ámbitos. Esto incluye a los adultos, que ven en la educación la posibilidad de calificar su ingreso a “la sociedad del conocimiento” y poder así acceder a una mejor calidad de vida, cualesquiera sean las circunstancias socioeconómicas existentes.
     A pesar de todo lo dicho y precisamente por eso, existe una tensión permanente entre la institución educativa y las expectativas de la sociedad. Esa tensión que de alguna manera constituye un conflicto latente en la relación se puede resolver de distintas maneras.
     Alejandra Pontari, con treinta años de experiencia docente como profesora de nivel medio afirma sin dudar: “Las mejores experiencias que he tenido con las familias han sido cuando la escuela invita a participar y da protagonismo a la familia en el funcionamiento de la escuela (sin mezclar las competencias). Las familias han podido sentirse incluidas cuando se les ‘presta el oído’, se las deja opinar o se les explican, incluso, realidades pedagógicas. Organizar a las familias y prestarles un espacio en la escuela es mucho más que citarlas para conversar sobre sus hijos. Es ‘ponerlas a pensar’ sobre el rol que tienen sobre la educación de sus hijos y cómo acompañarlos”. 
     Finalmente, esa tensión connatural a la tarea de la escuela y su relación con la sociedad encuentra un serio obstáculo en los “contramodelos” culturales vigentes. Ya se sabe que la escuela ha dejado de ser “la única institución que enseña”. Pero lo que los conocimientos y la tecnología jamás podrán reemplazar es la transmisión de valores y sentidos y la construcción del juicio crítico. Y es ahí donde la escuela redescubre su misión. Esto incluye a los propios docentes y directivos quienes, con sus actitudes concretas (algunos lo llaman “curriculum oculto”), definen modelos de vida, criterios deseables en un proceso de humanización y socialización. Es ahí donde esa valoración colectiva de la institución educativa entra en crisis y genera conflictos, en ocasiones duros y frustrantes, con daño a la calidad del necesario vínculo o “contrato educativo escuela-familia”. Solo la templanza y coherencia de los directivos y docentes, el trabajo en equipo, la firmeza en las convicciones y la capacidad de diálogo pueden superar esas pruebas.

(José María Leofanti. https://ciudadnueva.com.ar. 08.03.2019. Adaptado) 

El adjetivo “frustrantes”, en el último párrafo del texto, se refiere a
Alternativas
Q1777796 Espanhol
Leia o texto para responder à questão.

Escuela y sociedad:
un vínculo en constante cambio y tensión

La relación entre las instituciones educativas, la comunidad a la que
pertenecen y las familias de los alumnos se ha vuelto un gran desafío
para docentes y directivos. El diálogo, el trabajo en equipo y las
convicciones, claves para superar tensiones.

     ¿Seguirá siendo la escuela “el segundo hogar”? Esta pregunta pone en cuestión la relación actual entre la sociedad y las instituciones educativas. Negar que los profundos cambios que atraviesa la sociedad, en todos los órdenes, afectan el rol de las instituciones educativas, cualquiera sea su nivel y modalidad, es sencillamente negar la realidad y todos los desafíos y problemas que deben ser enfrentados y resueltos por el sistema educativo. Las evocaciones nostálgicas de las escuelas “de antes”, “los maestros y profesores de antes” son inútiles pretensiones de retrotraer la historia y lo que sucede hoy.
    Los distintos sectores sociales ven la escuela con diferentes expectativas, aunque todos ellos reconocen el papel fundamental de su tarea. Con todas las críticas que se puedan hacer a su funcionamiento, actualización de contenidos, métodos didácticos, concepciones pedagógicas, en la conciencia colectiva todavía existe la certeza de que algo bueno y necesario sucede en la escuela.
     Desde la expectativa básica de la asistencia y cuidado de los hijos, para aquellas familias en las que los padres trabajan la mayor parte del día (en estos casos la escuela representa un “lugar seguro” donde dejarlos), hasta una gran mayoría que deposita, además, otras ilusiones sobre la escuela, como las de conseguir un mayor desarrollo a todos los niveles en el estudiante. Así, las familias reconocen las posibilidades que la institución escolar ofrece en todos los ámbitos. Esto incluye a los adultos, que ven en la educación la posibilidad de calificar su ingreso a “la sociedad del conocimiento” y poder así acceder a una mejor calidad de vida, cualesquiera sean las circunstancias socioeconómicas existentes.
     A pesar de todo lo dicho y precisamente por eso, existe una tensión permanente entre la institución educativa y las expectativas de la sociedad. Esa tensión que de alguna manera constituye un conflicto latente en la relación se puede resolver de distintas maneras.
     Alejandra Pontari, con treinta años de experiencia docente como profesora de nivel medio afirma sin dudar: “Las mejores experiencias que he tenido con las familias han sido cuando la escuela invita a participar y da protagonismo a la familia en el funcionamiento de la escuela (sin mezclar las competencias). Las familias han podido sentirse incluidas cuando se les ‘presta el oído’, se las deja opinar o se les explican, incluso, realidades pedagógicas. Organizar a las familias y prestarles un espacio en la escuela es mucho más que citarlas para conversar sobre sus hijos. Es ‘ponerlas a pensar’ sobre el rol que tienen sobre la educación de sus hijos y cómo acompañarlos”. 
     Finalmente, esa tensión connatural a la tarea de la escuela y su relación con la sociedad encuentra un serio obstáculo en los “contramodelos” culturales vigentes. Ya se sabe que la escuela ha dejado de ser “la única institución que enseña”. Pero lo que los conocimientos y la tecnología jamás podrán reemplazar es la transmisión de valores y sentidos y la construcción del juicio crítico. Y es ahí donde la escuela redescubre su misión. Esto incluye a los propios docentes y directivos quienes, con sus actitudes concretas (algunos lo llaman “curriculum oculto”), definen modelos de vida, criterios deseables en un proceso de humanización y socialización. Es ahí donde esa valoración colectiva de la institución educativa entra en crisis y genera conflictos, en ocasiones duros y frustrantes, con daño a la calidad del necesario vínculo o “contrato educativo escuela-familia”. Solo la templanza y coherencia de los directivos y docentes, el trabajo en equipo, la firmeza en las convicciones y la capacidad de diálogo pueden superar esas pruebas.

(José María Leofanti. https://ciudadnueva.com.ar. 08.03.2019. Adaptado) 

De acordo com o último parágrafo do texto,
Alternativas
Q1777795 Espanhol
Leia o texto para responder à questão.

Escuela y sociedad:
un vínculo en constante cambio y tensión

La relación entre las instituciones educativas, la comunidad a la que
pertenecen y las familias de los alumnos se ha vuelto un gran desafío
para docentes y directivos. El diálogo, el trabajo en equipo y las
convicciones, claves para superar tensiones.

     ¿Seguirá siendo la escuela “el segundo hogar”? Esta pregunta pone en cuestión la relación actual entre la sociedad y las instituciones educativas. Negar que los profundos cambios que atraviesa la sociedad, en todos los órdenes, afectan el rol de las instituciones educativas, cualquiera sea su nivel y modalidad, es sencillamente negar la realidad y todos los desafíos y problemas que deben ser enfrentados y resueltos por el sistema educativo. Las evocaciones nostálgicas de las escuelas “de antes”, “los maestros y profesores de antes” son inútiles pretensiones de retrotraer la historia y lo que sucede hoy.
    Los distintos sectores sociales ven la escuela con diferentes expectativas, aunque todos ellos reconocen el papel fundamental de su tarea. Con todas las críticas que se puedan hacer a su funcionamiento, actualización de contenidos, métodos didácticos, concepciones pedagógicas, en la conciencia colectiva todavía existe la certeza de que algo bueno y necesario sucede en la escuela.
     Desde la expectativa básica de la asistencia y cuidado de los hijos, para aquellas familias en las que los padres trabajan la mayor parte del día (en estos casos la escuela representa un “lugar seguro” donde dejarlos), hasta una gran mayoría que deposita, además, otras ilusiones sobre la escuela, como las de conseguir un mayor desarrollo a todos los niveles en el estudiante. Así, las familias reconocen las posibilidades que la institución escolar ofrece en todos los ámbitos. Esto incluye a los adultos, que ven en la educación la posibilidad de calificar su ingreso a “la sociedad del conocimiento” y poder así acceder a una mejor calidad de vida, cualesquiera sean las circunstancias socioeconómicas existentes.
     A pesar de todo lo dicho y precisamente por eso, existe una tensión permanente entre la institución educativa y las expectativas de la sociedad. Esa tensión que de alguna manera constituye un conflicto latente en la relación se puede resolver de distintas maneras.
     Alejandra Pontari, con treinta años de experiencia docente como profesora de nivel medio afirma sin dudar: “Las mejores experiencias que he tenido con las familias han sido cuando la escuela invita a participar y da protagonismo a la familia en el funcionamiento de la escuela (sin mezclar las competencias). Las familias han podido sentirse incluidas cuando se les ‘presta el oído’, se las deja opinar o se les explican, incluso, realidades pedagógicas. Organizar a las familias y prestarles un espacio en la escuela es mucho más que citarlas para conversar sobre sus hijos. Es ‘ponerlas a pensar’ sobre el rol que tienen sobre la educación de sus hijos y cómo acompañarlos”. 
     Finalmente, esa tensión connatural a la tarea de la escuela y su relación con la sociedad encuentra un serio obstáculo en los “contramodelos” culturales vigentes. Ya se sabe que la escuela ha dejado de ser “la única institución que enseña”. Pero lo que los conocimientos y la tecnología jamás podrán reemplazar es la transmisión de valores y sentidos y la construcción del juicio crítico. Y es ahí donde la escuela redescubre su misión. Esto incluye a los propios docentes y directivos quienes, con sus actitudes concretas (algunos lo llaman “curriculum oculto”), definen modelos de vida, criterios deseables en un proceso de humanización y socialización. Es ahí donde esa valoración colectiva de la institución educativa entra en crisis y genera conflictos, en ocasiones duros y frustrantes, con daño a la calidad del necesario vínculo o “contrato educativo escuela-familia”. Solo la templanza y coherencia de los directivos y docentes, el trabajo en equipo, la firmeza en las convicciones y la capacidad de diálogo pueden superar esas pruebas.

(José María Leofanti. https://ciudadnueva.com.ar. 08.03.2019. Adaptado) 

En “Las familias han podido sentirse incluidas cuando se les ‘presta el oído’, se las deja opinar o se les explican, incluso, realidades pedagógicas” (penúltimo párrafo),
Alternativas
Q1777794 Espanhol
Leia o texto para responder à questão.

Escuela y sociedad:
un vínculo en constante cambio y tensión

La relación entre las instituciones educativas, la comunidad a la que
pertenecen y las familias de los alumnos se ha vuelto un gran desafío
para docentes y directivos. El diálogo, el trabajo en equipo y las
convicciones, claves para superar tensiones.

     ¿Seguirá siendo la escuela “el segundo hogar”? Esta pregunta pone en cuestión la relación actual entre la sociedad y las instituciones educativas. Negar que los profundos cambios que atraviesa la sociedad, en todos los órdenes, afectan el rol de las instituciones educativas, cualquiera sea su nivel y modalidad, es sencillamente negar la realidad y todos los desafíos y problemas que deben ser enfrentados y resueltos por el sistema educativo. Las evocaciones nostálgicas de las escuelas “de antes”, “los maestros y profesores de antes” son inútiles pretensiones de retrotraer la historia y lo que sucede hoy.
    Los distintos sectores sociales ven la escuela con diferentes expectativas, aunque todos ellos reconocen el papel fundamental de su tarea. Con todas las críticas que se puedan hacer a su funcionamiento, actualización de contenidos, métodos didácticos, concepciones pedagógicas, en la conciencia colectiva todavía existe la certeza de que algo bueno y necesario sucede en la escuela.
     Desde la expectativa básica de la asistencia y cuidado de los hijos, para aquellas familias en las que los padres trabajan la mayor parte del día (en estos casos la escuela representa un “lugar seguro” donde dejarlos), hasta una gran mayoría que deposita, además, otras ilusiones sobre la escuela, como las de conseguir un mayor desarrollo a todos los niveles en el estudiante. Así, las familias reconocen las posibilidades que la institución escolar ofrece en todos los ámbitos. Esto incluye a los adultos, que ven en la educación la posibilidad de calificar su ingreso a “la sociedad del conocimiento” y poder así acceder a una mejor calidad de vida, cualesquiera sean las circunstancias socioeconómicas existentes.
     A pesar de todo lo dicho y precisamente por eso, existe una tensión permanente entre la institución educativa y las expectativas de la sociedad. Esa tensión que de alguna manera constituye un conflicto latente en la relación se puede resolver de distintas maneras.
     Alejandra Pontari, con treinta años de experiencia docente como profesora de nivel medio afirma sin dudar: “Las mejores experiencias que he tenido con las familias han sido cuando la escuela invita a participar y da protagonismo a la familia en el funcionamiento de la escuela (sin mezclar las competencias). Las familias han podido sentirse incluidas cuando se les ‘presta el oído’, se las deja opinar o se les explican, incluso, realidades pedagógicas. Organizar a las familias y prestarles un espacio en la escuela es mucho más que citarlas para conversar sobre sus hijos. Es ‘ponerlas a pensar’ sobre el rol que tienen sobre la educación de sus hijos y cómo acompañarlos”. 
     Finalmente, esa tensión connatural a la tarea de la escuela y su relación con la sociedad encuentra un serio obstáculo en los “contramodelos” culturales vigentes. Ya se sabe que la escuela ha dejado de ser “la única institución que enseña”. Pero lo que los conocimientos y la tecnología jamás podrán reemplazar es la transmisión de valores y sentidos y la construcción del juicio crítico. Y es ahí donde la escuela redescubre su misión. Esto incluye a los propios docentes y directivos quienes, con sus actitudes concretas (algunos lo llaman “curriculum oculto”), definen modelos de vida, criterios deseables en un proceso de humanización y socialización. Es ahí donde esa valoración colectiva de la institución educativa entra en crisis y genera conflictos, en ocasiones duros y frustrantes, con daño a la calidad del necesario vínculo o “contrato educativo escuela-familia”. Solo la templanza y coherencia de los directivos y docentes, el trabajo en equipo, la firmeza en las convicciones y la capacidad de diálogo pueden superar esas pruebas.

(José María Leofanti. https://ciudadnueva.com.ar. 08.03.2019. Adaptado) 

Las palabras críticas, didácticos y pedagógicas, presentes en el segundo párrafo del texto, llevan tilde, según la acentuación del español, porque
Alternativas
Q1777793 Espanhol
Leia o texto para responder à questão.

Escuela y sociedad:
un vínculo en constante cambio y tensión

La relación entre las instituciones educativas, la comunidad a la que
pertenecen y las familias de los alumnos se ha vuelto un gran desafío
para docentes y directivos. El diálogo, el trabajo en equipo y las
convicciones, claves para superar tensiones.

     ¿Seguirá siendo la escuela “el segundo hogar”? Esta pregunta pone en cuestión la relación actual entre la sociedad y las instituciones educativas. Negar que los profundos cambios que atraviesa la sociedad, en todos los órdenes, afectan el rol de las instituciones educativas, cualquiera sea su nivel y modalidad, es sencillamente negar la realidad y todos los desafíos y problemas que deben ser enfrentados y resueltos por el sistema educativo. Las evocaciones nostálgicas de las escuelas “de antes”, “los maestros y profesores de antes” son inútiles pretensiones de retrotraer la historia y lo que sucede hoy.
    Los distintos sectores sociales ven la escuela con diferentes expectativas, aunque todos ellos reconocen el papel fundamental de su tarea. Con todas las críticas que se puedan hacer a su funcionamiento, actualización de contenidos, métodos didácticos, concepciones pedagógicas, en la conciencia colectiva todavía existe la certeza de que algo bueno y necesario sucede en la escuela.
     Desde la expectativa básica de la asistencia y cuidado de los hijos, para aquellas familias en las que los padres trabajan la mayor parte del día (en estos casos la escuela representa un “lugar seguro” donde dejarlos), hasta una gran mayoría que deposita, además, otras ilusiones sobre la escuela, como las de conseguir un mayor desarrollo a todos los niveles en el estudiante. Así, las familias reconocen las posibilidades que la institución escolar ofrece en todos los ámbitos. Esto incluye a los adultos, que ven en la educación la posibilidad de calificar su ingreso a “la sociedad del conocimiento” y poder así acceder a una mejor calidad de vida, cualesquiera sean las circunstancias socioeconómicas existentes.
     A pesar de todo lo dicho y precisamente por eso, existe una tensión permanente entre la institución educativa y las expectativas de la sociedad. Esa tensión que de alguna manera constituye un conflicto latente en la relación se puede resolver de distintas maneras.
     Alejandra Pontari, con treinta años de experiencia docente como profesora de nivel medio afirma sin dudar: “Las mejores experiencias que he tenido con las familias han sido cuando la escuela invita a participar y da protagonismo a la familia en el funcionamiento de la escuela (sin mezclar las competencias). Las familias han podido sentirse incluidas cuando se les ‘presta el oído’, se las deja opinar o se les explican, incluso, realidades pedagógicas. Organizar a las familias y prestarles un espacio en la escuela es mucho más que citarlas para conversar sobre sus hijos. Es ‘ponerlas a pensar’ sobre el rol que tienen sobre la educación de sus hijos y cómo acompañarlos”. 
     Finalmente, esa tensión connatural a la tarea de la escuela y su relación con la sociedad encuentra un serio obstáculo en los “contramodelos” culturales vigentes. Ya se sabe que la escuela ha dejado de ser “la única institución que enseña”. Pero lo que los conocimientos y la tecnología jamás podrán reemplazar es la transmisión de valores y sentidos y la construcción del juicio crítico. Y es ahí donde la escuela redescubre su misión. Esto incluye a los propios docentes y directivos quienes, con sus actitudes concretas (algunos lo llaman “curriculum oculto”), definen modelos de vida, criterios deseables en un proceso de humanización y socialización. Es ahí donde esa valoración colectiva de la institución educativa entra en crisis y genera conflictos, en ocasiones duros y frustrantes, con daño a la calidad del necesario vínculo o “contrato educativo escuela-familia”. Solo la templanza y coherencia de los directivos y docentes, el trabajo en equipo, la firmeza en las convicciones y la capacidad de diálogo pueden superar esas pruebas.

(José María Leofanti. https://ciudadnueva.com.ar. 08.03.2019. Adaptado) 

O tema central do texto é
Alternativas
Q1777792 Espanhol
Leia o texto para responder à questão.

Escuela y sociedad:
un vínculo en constante cambio y tensión

La relación entre las instituciones educativas, la comunidad a la que
pertenecen y las familias de los alumnos se ha vuelto un gran desafío
para docentes y directivos. El diálogo, el trabajo en equipo y las
convicciones, claves para superar tensiones.

     ¿Seguirá siendo la escuela “el segundo hogar”? Esta pregunta pone en cuestión la relación actual entre la sociedad y las instituciones educativas. Negar que los profundos cambios que atraviesa la sociedad, en todos los órdenes, afectan el rol de las instituciones educativas, cualquiera sea su nivel y modalidad, es sencillamente negar la realidad y todos los desafíos y problemas que deben ser enfrentados y resueltos por el sistema educativo. Las evocaciones nostálgicas de las escuelas “de antes”, “los maestros y profesores de antes” son inútiles pretensiones de retrotraer la historia y lo que sucede hoy.
    Los distintos sectores sociales ven la escuela con diferentes expectativas, aunque todos ellos reconocen el papel fundamental de su tarea. Con todas las críticas que se puedan hacer a su funcionamiento, actualización de contenidos, métodos didácticos, concepciones pedagógicas, en la conciencia colectiva todavía existe la certeza de que algo bueno y necesario sucede en la escuela.
     Desde la expectativa básica de la asistencia y cuidado de los hijos, para aquellas familias en las que los padres trabajan la mayor parte del día (en estos casos la escuela representa un “lugar seguro” donde dejarlos), hasta una gran mayoría que deposita, además, otras ilusiones sobre la escuela, como las de conseguir un mayor desarrollo a todos los niveles en el estudiante. Así, las familias reconocen las posibilidades que la institución escolar ofrece en todos los ámbitos. Esto incluye a los adultos, que ven en la educación la posibilidad de calificar su ingreso a “la sociedad del conocimiento” y poder así acceder a una mejor calidad de vida, cualesquiera sean las circunstancias socioeconómicas existentes.
     A pesar de todo lo dicho y precisamente por eso, existe una tensión permanente entre la institución educativa y las expectativas de la sociedad. Esa tensión que de alguna manera constituye un conflicto latente en la relación se puede resolver de distintas maneras.
     Alejandra Pontari, con treinta años de experiencia docente como profesora de nivel medio afirma sin dudar: “Las mejores experiencias que he tenido con las familias han sido cuando la escuela invita a participar y da protagonismo a la familia en el funcionamiento de la escuela (sin mezclar las competencias). Las familias han podido sentirse incluidas cuando se les ‘presta el oído’, se las deja opinar o se les explican, incluso, realidades pedagógicas. Organizar a las familias y prestarles un espacio en la escuela es mucho más que citarlas para conversar sobre sus hijos. Es ‘ponerlas a pensar’ sobre el rol que tienen sobre la educación de sus hijos y cómo acompañarlos”. 
     Finalmente, esa tensión connatural a la tarea de la escuela y su relación con la sociedad encuentra un serio obstáculo en los “contramodelos” culturales vigentes. Ya se sabe que la escuela ha dejado de ser “la única institución que enseña”. Pero lo que los conocimientos y la tecnología jamás podrán reemplazar es la transmisión de valores y sentidos y la construcción del juicio crítico. Y es ahí donde la escuela redescubre su misión. Esto incluye a los propios docentes y directivos quienes, con sus actitudes concretas (algunos lo llaman “curriculum oculto”), definen modelos de vida, criterios deseables en un proceso de humanización y socialización. Es ahí donde esa valoración colectiva de la institución educativa entra en crisis y genera conflictos, en ocasiones duros y frustrantes, con daño a la calidad del necesario vínculo o “contrato educativo escuela-familia”. Solo la templanza y coherencia de los directivos y docentes, el trabajo en equipo, la firmeza en las convicciones y la capacidad de diálogo pueden superar esas pruebas.

(José María Leofanti. https://ciudadnueva.com.ar. 08.03.2019. Adaptado) 

La pregunta ¿Seguirá siendo la escuela “el segundo hogar”?, en el primer párrafo del texto, presupone la idea de que
Alternativas
Q1612258 Espanhol
Las expresiones so pena de y so pretexto de van encabezadas por la preposición so, la cual se emplea en:
Alternativas
Q1612257 Espanhol
Al referirse a la estructuración y sistematización de los elementos constitutivos de una lengua y su aplicación en contextos que permitan su formalización y decodificación, Sánchez Pérez (1998) hace alusión:
Alternativas
Q1612256 Espanhol
Del estudio desarrollado por Sánchez Pérez (1998) acerca de los métodos de enseñanza de idiomas, se entiende que el que se encuadra entre los métodos humanistas y de raíz psicológica es el Método
Alternativas
Q1612255 Espanhol

Lea el siguiente título de un informe.


La educación financiera ya es obligatoria por ley, pero todavía no se aplica en las secundarias


(https://www.infobae.com/educacion/2020/02/24/la-educacion-financiera -ya-es-obligatoria-por-ley-pero-todavia-no-se-aplica-en-las-secundarias/)


La conjunción pero y el adverbio todavía que aparecen correlativos en la misma secuencia son equivalentes, respectivamente, a
Alternativas
Q1612254 Espanhol

El siguiente es el titular de una noticia.


“El Gobierno reducirá a la mitad las aulas si no hay vacuna para el coronavirus.”


(https://www.vozpopuli.com/espana/Gobierno-reducira-mitad-aulas

-vacuna-coronavirus-Educacion_0_1351965033.html)


Al leer el titular se entiende que



Alternativas
Respostas
81: B
82: D
83: E
84: A
85: C
86: B
87: E
88: B
89: A
90: E
91: D
92: A
93: C
94: E
95: A
96: C
97: E
98: C
99: B
100: E