Questões de Espanhol - Significação Contextual de Palavras e Expressões | Significacción Contextual de Palabras y Expresiones para Concurso

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Q1689563 Espanhol
Texto 4A3-III


    El español Mario Costeja encarnó la paradoja de esta época al conquistar el “derecho al olvido” y, por ello, ser más recordado que nunca. El abogado se quejaba de que, al teclear su nombre en Google, encontraba destacado un texto que manchaba su reputación. Era una página del periódico La Vanguardia, publicada en 1998, que relacionaba su nombre con la subasta de una propiedad por deudas con el Gobierno. Pidió que los enlaces a la noticia fueran eliminados, pero tanto el periódico como Google rechazaron la solicitud. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea determinó que buscadores como Google deberán permitir que las personas sean “olvidadas” cuando las informaciones ya superadas de su pasado sean consideradas lesivas o sin relevancia. Pero abre un precedente, tal vez peligroso, y una discusión fascinante. ¿Tenemos derecho a ser olvidados?
     Mario Costeja, de 56 años, probablemente vaya a descubrir que no. Él obtuvo una victoria inédita —no sobre cualquiera, sino sobre un gigante, Google—. Desde la decisión del tribunal, cuando su nombre es tecleado en el buscador, el número de menciones es muchas veces mayor. A lo largo de varias páginas hay noticias en la prensa de diferentes partes del mundo sobre su victoria. Lo que él quería que fuera olvidado es recordado en todas ellas, ya que es la razón por la cual acudió a la Justicia. Si antes ese episodio podía, eventualmente, ser recordado por un público interesado, al entrar en Google, ahora jamás será olvidado por un número mucho mayor y más variado de personas, al entrar a la historia del derecho digital, un campo en disputa encarnizada.
     Hay varias implicaciones en esa decisión del tribunal europeo. Sin contar el debate complejo que ha contrapuesto los derechos a la información y la libertad de expresión al derecho a la privacidad. Pero hay una, subyacente, que me interesa más: la construcción de la memoria después de Internet. O, siendo más específica, no solo si es posible ser olvidado, sino algo más: ¿es posible morir?
     Me parece que Mario Costeja no quería ser olvidado, sino controlar la narrativa de su vida. Él quería editarla, cortando las partes que consideraba vejatorias y manteniendo las más edificantes. Para él, no bastaba con superar personalmente un mal momento, era necesario que nadie supiera que lo había vivido. Costeja no está solo en ese deseo. Muchos hacen eso todos los días en Internet, ese campo en que cabe todo, al escoger qué publicar en Instagram, Facebook, en Twitter, en otras redes sociales, en blogs y webs personales en forma de texto, vídeo, fotos y audio. Solo publicamos aquello que creemos que hace bien a nuestra imagen —y, en última instancia, a nuestra memoria en construcción—.

Eliane Brum. ¿Es posible morir después de Internet?
Internet: <elpais.com/sociedad> (con adaptaciones).
En el texto 4A3-III, la expresión conjuntiva “ya que” en “ya que es la razón por la cual acudió a la Justicia”, representa un significado
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Q1689560 Espanhol
Texto 4A3-II


    Las identidades se construyen en el relacionamiento del “yo” con el “otro”, del “nosotros” con los “otros”. De la misma manera que no tendría sentido un idioma exclusivo para sí, comprensible solamente por uno mismo, tampoco tendría validez una identidad aislada de los otros, una identidad exclusiva para sí mismo, si es que se pudiera realizar tal cosa. La identidad personal y la identidad social se construyen para estar presentes en el mundo con personalidad propia y gracias a estar en el mundo, gracias o a pesar de los otros, recibiendo-dandoparticipando de otras identidades. Resultado: diversidad de identidades y pluriidentidad personal y social. Entonces, aportar su singularidad al mundo es un acto vital para participar de él creando, para defender su espacio de libertad de las tendencias dominadoras y para posibilitar el diálogo y la cooperación con otras identidades compartiendo lo nuestro y recibiendo lo ajeno, lo que hace factible no solamente el enriquecimiento mutuo, sino también la pluriidentidad, fenómeno mucho más común de lo que estamos a admitir.

Víctor H. Ramos. ¿Existe una identidad lationoamerican?
Utopía y Praxis Lationoamericana, 2003 (con adaptaciones).
En el texto 4A3-II, en “Entonces, aportar su singularidad al mundo es un acto vital”, se puede sustituir la palabra “aportar”, sin alterar el sentido del texto, por
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Q1689557 Espanhol
Texto 4A3-I


    La Real Academia Española (RAE) considera que una lengua es “un sistema de comunicación verbal propio de una comunidad humana y que cuenta generalmente con escritura”. Y de un dialecto dice que es una “variedad de un idioma que no alcanza la categoría social de lengua”. Esa definición ha dado pie a que los dialectos sean considerados por muchos como un estilo de habla inferior y sin reconocimiento oficial. Pero los lingüistas no le atribuyen al término dialecto ninguna carga negativa. Para los especialistas, un dialecto es simplemente una variedad de lengua compartida por una comunidad, la forma que tenemos de hablar una lengua.
     Además de los dialectos nacionales, dentro de cada país también hay variedades lingüísticas. Incluso dentro de una misma ciudad puede haber modalidades distintas de un barrio a otro. Se trata de dialectos geográficos o geolectos, como los llaman los expertos.
    “En realidad, se podría decir que hay tantos dialectos como provincias, regiones y países hispanohablantes. En la actualidad, se prefiere hablar de áreas lingüísticas. El asunto no está zanjado, pero los especialistas admiten ocho grandes áreas: cinco en América (El Caribe, México y Centroamérica, Los Andes, Río de la Plata y Chile) y tres en España (norte o septentrional, sur o meridional y Canarias)”, señala Enrique Pato, doctor en Filología española de la Universidad Autónoma de Madrid.
    “Después, cada país y cada área tienen sus propias variedades. Algunos estudios recientes, pero desde la fonética y la pronunciación, han llegado a distinguir hasta 28 modalidades diferentes. Todo hablante de español habla un dialecto, o una variedad, por el simple hecho de haber nacido en un lugar determinado. El problema es que los hablantes no somos conscientes de ello”, comenta Pato. 

Internet: <www.bbc.com> (con adaptaciones).
En “Se trata de dialectos geográficos o geolectos, como los llaman los expertos”, del texto 4A3-I, el término técnico “geolectos” tiene el significado de
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Q1689552 Espanhol
Texto 4A2-IV


        Veintidós años después volví a ver a Margarito Duarte. Apareció de pronto en una de las callecitas secretas del Trastévere, y me costó trabajo reconocerlo a primera vista por su castellano difícil y su buen talante de romano antiguo. Tenía el cabello blanco y escaso, y no le quedaban rastros de la conducta lúgubre y las ropas funerarias de letrado andino con que había venido a Roma por primera vez, pero en el curso de la conversación fui rescatándolo poco a poco de las perfidias de sus años y volvía a verlo como era: sigiloso, imprevisible, y de una tenacidad de picapedrero. Antes de la segunda taza de café en uno de nuestros bares de otros tiempos, me atreví a hacerle la pregunta que me carcomía por dentro.
         — ¿Qué pasó con la santa?
         — Ahí está la santa me contestó. Esperando.
     Sólo el tenor Rafael Ribero Silva y yo podíamos entender la tremenda carga humana de su respuesta. Conocíamos tanto su drama, que durante años pensé que Margarito Duarte era el personaje en busca de autor que los novelistas esperamos durante toda una vida, y si nunca dejé que me encontrara fue porque el final de su historia me parecía inimaginable.

Gabriel Garcia Marquez. La Santa. In: Doce cuentos peregrinos.
Bogotá: Editorial La Oveja Negra, 1992, p. 57
En el trecho “Tenía el cabello blanco y escaso, y no le quedaban rastros de la conducta lúgubre” del texto 4A2-IV, el sentido de los términos “rastros” y “lúgubre” es, respectivamente,
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Q1406257 Espanhol

Lea al microrrelato "Celebración de la fantasia" para contestar la cuestione.


Celebración de la fantasia


    Fue a la entrada del pueblo de Ollantaytambo, cerca de Cuzco. Yo me había despedido de un grupo de turistas y estaba solo, mirando de lejos las ruinas de piedra, cuando un nino del lugar, enclenque, haraposo, se acercó a pedirme que le regalara una lapicera. No podía darle la lapicera que tenía, porque la estaba usando en no sé qué aburridas anotaciones, pero le ofrecí dibujarle un cerdito en la mano.

    Súbitamente, se corrió la voz. De buenas a primeras me encontré rodeado de un enjambre de niños que exigían, a grito pelado, que yo les dibujara bichos en sus manitas cuarteadas de mugre y frío, pieles de cuero quemado: había quien quería un cóndor y quien una serpiente, otros preferían loritos o lechuzas y no faltaban los que pedían un fantasma o un dragón.

Y entonces, en medio de aquel alboroto, un desamparadito que no alzaba más de un metro del suelo me mostró un reloj dibujado con tinta negra en su muneca:

-Me lo mandó un tío mío, que vive en Lima -dijo.

-Y ¿anda bien? -le pregunté.

-Atrasa un poco -reconoció.

(Eduardo Galeano. El libro de los abrazos, Barcelona, RBA, 1995, pág. 22. Disponível em: https://narrativabreve.com/2013Z11/cuento-breve-eduardo-galeano-celebracion-fantasia.html). 

No podía darle la lapicera que tenía, porque la estaba usando en no sé qué aburridas anotaciones, pero le ofrecí dibujarle un cerdito en la mano.


Las palabras subrayadas podrían ser sustituidas, sin perjudicar la semántica del texto, por:

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Respostas
76: D
77: E
78: E
79: D
80: B