Questões de Concurso

Foram encontradas 968 questões

Resolva questões gratuitamente!

Junte-se a mais de 4 milhões de concurseiros!

Q1689542 Espanhol
Texto 4A1-II


    Siempre me ha llamado la atención la tendencia que tenemos los seres humanos a etiquetar, clasificar, poner a andar nuestros prejuicios antes de comprender al otro, escucharlo en su condición de otro. En cierto modo podrí-a decir que la escritura es el camino que encontré para intentar desarticular en mí los prejuicios que me asaltan con respecto a personas o asuntos, porque escribir (lo mismo que leer) es mirar intensamente y seguir en su transformación a un personaje en un camino que no sabemos hacia dónde nos llevará.
     Hace ya muchos años coordiné talleres de lectura con chicos encarcelados, un grupo de menores de entre 9 y 17 años. Mi mayor preocupación era encontrar algún tipo de literatura que les interesara. Me decidí por cuentos fuertes, donde aparecieran la pobreza y la violencia, porque me parecí-a que si ellos habían vivido esas experiencias, sus intereses serian bien diferentes de los de otros niños y jóvenes de esa edad. Era sin dudas un prejuicio. No funcionó. Y así seguí de un material a otro, a los tumbos, durante meses, hasta que un día descubrimos ellos y yo, de modo completamente azaroso, un punto de encuentro: los cuentos maravillosos. Maravillosos cuentos de amor entre príncipes y princesas.
     En el mismo sentido, otra experiencia, más reciente, en una escuela a la que fui invitada como escritora. Una escuela primaria, pública, en la que una docente muy entusiasta realiza un proyecto de lectura que incluye un diario de lector que los alumnos de quinto y sexto llevan durante los dos años que transitan con ella. La escena que nos compete: más de 60 alumnos sentados en el suelo, y yo frente a ellos en una silla, dispuestos todos a comenzar el diálogo. Me sorprenden los chicos, muy inquietos, pero especialmente uno de ellos, que pregunta cuestiones muy precisas sobre los libros. Es menudo, morocho, gracioso y tiene una trencita roja muy fina colgándole del pelo, supe después que tenía 11 años y que en algún momento había repetido curso. Me pregunta especialmente sobre uno de mis libros, El caballo de Chuang Tzu; cuando indago dice que trabaja para un señor que alquila caballos a los turistas. Le regalé un libro, un poco aparte, en secreto, porque no tenía libros para todos. Después, cuando el encuentro terminó, me quedé hablando con la vicedirectora, quien se lamentó por el niño que vení-a de una familia con muchos problemas y que por esa razón no aprendía. ¿No aprende?, pregunté sorprendida, ella contestó que el problema era la escritura, leer sí, pero tiene muchos problemas para escribir, y todo terminó en la palabra: pobrecito. Me pareció que un chico que era capaz de leer con entusiasmo, de relacionar lo que había leído con cuestiones de su vida, de hablar con soltura con la escritora que llegaba a la escuela, un chico que tenía esa vivacidad en la mirada, no merecía el adjetivo de pobrecito. Seguramente así lo comprendió la maestra, que cuando nos despedíamos me dijo: tiene tanto entusiasmo que cuando no viene lo extraño. Faltaba mucho, pero cuando le dije que lo extrañaba empezó a venir, fue como mágico.

¿De quién y para quién es un libro? Revista Cuatro Gatos.
Internet: <https://www.cuatrogatos.org> (con adaptaciones).
De acuerdo con el texto 4A1-II, el proyecto de la escuela primaria es obra
Alternativas
Q1689541 Espanhol
Texto 4A1-II


    Siempre me ha llamado la atención la tendencia que tenemos los seres humanos a etiquetar, clasificar, poner a andar nuestros prejuicios antes de comprender al otro, escucharlo en su condición de otro. En cierto modo podrí-a decir que la escritura es el camino que encontré para intentar desarticular en mí los prejuicios que me asaltan con respecto a personas o asuntos, porque escribir (lo mismo que leer) es mirar intensamente y seguir en su transformación a un personaje en un camino que no sabemos hacia dónde nos llevará.
     Hace ya muchos años coordiné talleres de lectura con chicos encarcelados, un grupo de menores de entre 9 y 17 años. Mi mayor preocupación era encontrar algún tipo de literatura que les interesara. Me decidí por cuentos fuertes, donde aparecieran la pobreza y la violencia, porque me parecí-a que si ellos habían vivido esas experiencias, sus intereses serian bien diferentes de los de otros niños y jóvenes de esa edad. Era sin dudas un prejuicio. No funcionó. Y así seguí de un material a otro, a los tumbos, durante meses, hasta que un día descubrimos ellos y yo, de modo completamente azaroso, un punto de encuentro: los cuentos maravillosos. Maravillosos cuentos de amor entre príncipes y princesas.
     En el mismo sentido, otra experiencia, más reciente, en una escuela a la que fui invitada como escritora. Una escuela primaria, pública, en la que una docente muy entusiasta realiza un proyecto de lectura que incluye un diario de lector que los alumnos de quinto y sexto llevan durante los dos años que transitan con ella. La escena que nos compete: más de 60 alumnos sentados en el suelo, y yo frente a ellos en una silla, dispuestos todos a comenzar el diálogo. Me sorprenden los chicos, muy inquietos, pero especialmente uno de ellos, que pregunta cuestiones muy precisas sobre los libros. Es menudo, morocho, gracioso y tiene una trencita roja muy fina colgándole del pelo, supe después que tenía 11 años y que en algún momento había repetido curso. Me pregunta especialmente sobre uno de mis libros, El caballo de Chuang Tzu; cuando indago dice que trabaja para un señor que alquila caballos a los turistas. Le regalé un libro, un poco aparte, en secreto, porque no tenía libros para todos. Después, cuando el encuentro terminó, me quedé hablando con la vicedirectora, quien se lamentó por el niño que vení-a de una familia con muchos problemas y que por esa razón no aprendía. ¿No aprende?, pregunté sorprendida, ella contestó que el problema era la escritura, leer sí, pero tiene muchos problemas para escribir, y todo terminó en la palabra: pobrecito. Me pareció que un chico que era capaz de leer con entusiasmo, de relacionar lo que había leído con cuestiones de su vida, de hablar con soltura con la escritora que llegaba a la escuela, un chico que tenía esa vivacidad en la mirada, no merecía el adjetivo de pobrecito. Seguramente así lo comprendió la maestra, que cuando nos despedíamos me dijo: tiene tanto entusiasmo que cuando no viene lo extraño. Faltaba mucho, pero cuando le dije que lo extrañaba empezó a venir, fue como mágico.

¿De quién y para quién es un libro? Revista Cuatro Gatos.
Internet: <https://www.cuatrogatos.org> (con adaptaciones).
En el texto 4A1-II, en la primera experiencia relatada por la autora, se puede observar que los jóvenes expuestos a un ambiente pobre y violento
Alternativas
Q1689540 Espanhol
Texto 4A1-II


    Siempre me ha llamado la atención la tendencia que tenemos los seres humanos a etiquetar, clasificar, poner a andar nuestros prejuicios antes de comprender al otro, escucharlo en su condición de otro. En cierto modo podrí-a decir que la escritura es el camino que encontré para intentar desarticular en mí los prejuicios que me asaltan con respecto a personas o asuntos, porque escribir (lo mismo que leer) es mirar intensamente y seguir en su transformación a un personaje en un camino que no sabemos hacia dónde nos llevará.
     Hace ya muchos años coordiné talleres de lectura con chicos encarcelados, un grupo de menores de entre 9 y 17 años. Mi mayor preocupación era encontrar algún tipo de literatura que les interesara. Me decidí por cuentos fuertes, donde aparecieran la pobreza y la violencia, porque me parecí-a que si ellos habían vivido esas experiencias, sus intereses serian bien diferentes de los de otros niños y jóvenes de esa edad. Era sin dudas un prejuicio. No funcionó. Y así seguí de un material a otro, a los tumbos, durante meses, hasta que un día descubrimos ellos y yo, de modo completamente azaroso, un punto de encuentro: los cuentos maravillosos. Maravillosos cuentos de amor entre príncipes y princesas.
     En el mismo sentido, otra experiencia, más reciente, en una escuela a la que fui invitada como escritora. Una escuela primaria, pública, en la que una docente muy entusiasta realiza un proyecto de lectura que incluye un diario de lector que los alumnos de quinto y sexto llevan durante los dos años que transitan con ella. La escena que nos compete: más de 60 alumnos sentados en el suelo, y yo frente a ellos en una silla, dispuestos todos a comenzar el diálogo. Me sorprenden los chicos, muy inquietos, pero especialmente uno de ellos, que pregunta cuestiones muy precisas sobre los libros. Es menudo, morocho, gracioso y tiene una trencita roja muy fina colgándole del pelo, supe después que tenía 11 años y que en algún momento había repetido curso. Me pregunta especialmente sobre uno de mis libros, El caballo de Chuang Tzu; cuando indago dice que trabaja para un señor que alquila caballos a los turistas. Le regalé un libro, un poco aparte, en secreto, porque no tenía libros para todos. Después, cuando el encuentro terminó, me quedé hablando con la vicedirectora, quien se lamentó por el niño que vení-a de una familia con muchos problemas y que por esa razón no aprendía. ¿No aprende?, pregunté sorprendida, ella contestó que el problema era la escritura, leer sí, pero tiene muchos problemas para escribir, y todo terminó en la palabra: pobrecito. Me pareció que un chico que era capaz de leer con entusiasmo, de relacionar lo que había leído con cuestiones de su vida, de hablar con soltura con la escritora que llegaba a la escuela, un chico que tenía esa vivacidad en la mirada, no merecía el adjetivo de pobrecito. Seguramente así lo comprendió la maestra, que cuando nos despedíamos me dijo: tiene tanto entusiasmo que cuando no viene lo extraño. Faltaba mucho, pero cuando le dije que lo extrañaba empezó a venir, fue como mágico.

¿De quién y para quién es un libro? Revista Cuatro Gatos.
Internet: <https://www.cuatrogatos.org> (con adaptaciones).
En el texto 4A1-II, en su primer relato sobre un taller de lectura, la autora narra su experiencia con jóvenes
Alternativas
Q1689539 Espanhol
Texto 4A1-II


    Siempre me ha llamado la atención la tendencia que tenemos los seres humanos a etiquetar, clasificar, poner a andar nuestros prejuicios antes de comprender al otro, escucharlo en su condición de otro. En cierto modo podrí-a decir que la escritura es el camino que encontré para intentar desarticular en mí los prejuicios que me asaltan con respecto a personas o asuntos, porque escribir (lo mismo que leer) es mirar intensamente y seguir en su transformación a un personaje en un camino que no sabemos hacia dónde nos llevará.
     Hace ya muchos años coordiné talleres de lectura con chicos encarcelados, un grupo de menores de entre 9 y 17 años. Mi mayor preocupación era encontrar algún tipo de literatura que les interesara. Me decidí por cuentos fuertes, donde aparecieran la pobreza y la violencia, porque me parecí-a que si ellos habían vivido esas experiencias, sus intereses serian bien diferentes de los de otros niños y jóvenes de esa edad. Era sin dudas un prejuicio. No funcionó. Y así seguí de un material a otro, a los tumbos, durante meses, hasta que un día descubrimos ellos y yo, de modo completamente azaroso, un punto de encuentro: los cuentos maravillosos. Maravillosos cuentos de amor entre príncipes y princesas.
     En el mismo sentido, otra experiencia, más reciente, en una escuela a la que fui invitada como escritora. Una escuela primaria, pública, en la que una docente muy entusiasta realiza un proyecto de lectura que incluye un diario de lector que los alumnos de quinto y sexto llevan durante los dos años que transitan con ella. La escena que nos compete: más de 60 alumnos sentados en el suelo, y yo frente a ellos en una silla, dispuestos todos a comenzar el diálogo. Me sorprenden los chicos, muy inquietos, pero especialmente uno de ellos, que pregunta cuestiones muy precisas sobre los libros. Es menudo, morocho, gracioso y tiene una trencita roja muy fina colgándole del pelo, supe después que tenía 11 años y que en algún momento había repetido curso. Me pregunta especialmente sobre uno de mis libros, El caballo de Chuang Tzu; cuando indago dice que trabaja para un señor que alquila caballos a los turistas. Le regalé un libro, un poco aparte, en secreto, porque no tenía libros para todos. Después, cuando el encuentro terminó, me quedé hablando con la vicedirectora, quien se lamentó por el niño que vení-a de una familia con muchos problemas y que por esa razón no aprendía. ¿No aprende?, pregunté sorprendida, ella contestó que el problema era la escritura, leer sí, pero tiene muchos problemas para escribir, y todo terminó en la palabra: pobrecito. Me pareció que un chico que era capaz de leer con entusiasmo, de relacionar lo que había leído con cuestiones de su vida, de hablar con soltura con la escritora que llegaba a la escuela, un chico que tenía esa vivacidad en la mirada, no merecía el adjetivo de pobrecito. Seguramente así lo comprendió la maestra, que cuando nos despedíamos me dijo: tiene tanto entusiasmo que cuando no viene lo extraño. Faltaba mucho, pero cuando le dije que lo extrañaba empezó a venir, fue como mágico.

¿De quién y para quién es un libro? Revista Cuatro Gatos.
Internet: <https://www.cuatrogatos.org> (con adaptaciones).
De acuerdo con el texto 4A1-II, el acto de escribir es
Alternativas
Q1689538 Espanhol
Texto 4A1-I


    La revista Gourmet describe a Lima como la “próxima parada” de la gastronomía sofisticada, mientras que Food & Wine promueve la cocina del Perú como de primera clase. Hoy turistas viajan a menudo a Lima para “saborear un poco del Perú” o, como una página web anuncia, para experimentar “un viaje culinario a la tierra de los Incas”. Por supuesto, estos aventureros culinarios demandan el paquete completo de seducción y belleza junto a la tradición y autenticidad peruana. En este sentido, la cocina novoandina es una versión exportable y refinada de lo que previamente se consideraba local y atrasado. En una entrevista con Gourmet, un amigo de la infancia del chef Gastón Acurio comenta: “Cuando era chico, si comías cuy eras un salvaje”.
     El desarrollo de platos tradicionales “alternativos” ha sido una estrategia fundamental para transformar la cocina desde lo “salvaje” hacia lo “sofisticado”. Puede que los turistas de alto nivel quieran probar el cuy, por ejemplo, pero preparado a la manera tradicional y servido con todo y ojos, dientes, uñas e incluso con un poco de pelo carbonizado, quizás no les apetezca a ciertos turistas europeos y norteamericanos. Por esta razón, Acurio y otros chefs crean recetas que mantienen los ingredientes exóticos y tradicionales, pero haciendo invisibles esos componentes. Servir raviolis rellenos de carne de cuy, por ejemplo, permite a los turistas probar este animal tradicional sin tener que verlo. De este modo, también se enfatiza la “hermosa fusión”.
     Animadamente, Acurio presenta al Perú como un ejemplo de nación en la que la cocina ha desempeñado un papel mágico, equilibrado y consensuado. Tal afirmación es, por supuesto, demasiado buena para ser verdad. De hecho, una de las grandes habilidades de Acurio es hacer desaparecer los antagonismos históricos y políticos.
     Acurio promueve lo que él llama “una ética culinaria que va más allá del mero placer”. Insiste en que el movimiento gastronómico debe ser guiado por principios éticos que tengan en cuenta de dónde procede la comida y quién es el principal beneficiado de su consumo. Utilizando productos locales, elogiando a los productores indígenas y entrenando a nuevos chefs de origen humilde, Acurio combina ética y estética en el mismo plato: “La gastronomía y el hambre no van de la mano. Es inmoral disfrutar de un buen plato… cuando eres consciente de que el pescador que atrapó a tu divinamente cocinado pescado vive en una cabaña miserable y debe sobrevivir con casi nada”.
     El punto de vista indígena sobre estos avances culinarios se oye menos que el de los chefs. La organización indígena en el Perú que ha realizado un mayor esfuerzo en el área de la alimentación ha sido Chirapaq, el Centro de Culturas Indígenas del Perú. Hace unos años hablé con varios activistas indígenas y cuando le pregunté a Nelson, uno de ellos, sobre la labor de Chirapaq en relación al derecho soberano sobre la comida y al boom gastronómico, Nelson sonrió, diciendo que le sorprendía mi pregunta, ya que el boom “va contra todo lo que hacemos”.

Una mirada crítica al boom de la cocina peruana. Internet:
<revista.drclas.harvard.edu> (con adaptaciones).
En el texto 4A1-I, en cuanto a su posición ante este boom gastronómico, la comunidad indígena
Alternativas
Respostas
301: D
302: E
303: C
304: B
305: E