Questões de Concurso
Sobre interpretação de texto | comprensión de lectura em espanhol
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Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.
Las cartas de amor
Por Eduardo Galeano
- Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
- casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
- que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
- a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
- —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
- Se acercó a la mesa y dijo:
- —“¿Me permite?”
- —“Por supuesto”.
- Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
- cuando dices:
- —“Me permites”, dicen
- —“De qué”
- A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
- que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
- se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
- —“¿y qué lees?”
- Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
- mal, muy mal, por ahí no.
- —“Pues bonito día”
- Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
- —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
- Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
- fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
- era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
- cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
- estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
- gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
- —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
- —“No”,
- —“Oye quedamos el fin de semana”,
- —“Vale”.
- Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
- él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
- yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
- musical, y le dijo:
- —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
- —“Ismael qué?”,
- —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
- —“Los de verdad me gustan”.
- Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
- atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
- esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
- Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
- de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
- importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
- acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
- —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
- —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
- —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
- camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
- que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
- y todo lo poco que nos falta para vernos”,
- Él dijo que bueno, que vale.
- —“Pero que si no te vas casi mejor”.
- Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
- perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
- cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
- vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
- A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
- echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
- de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
- iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
- y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
- diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
- se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
- vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
- creo que diez años, quince, no me acuerdo.
- Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
- buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
- ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
- casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
- no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
- riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
- Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
- le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
- cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
- sabe si falsas.
- Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
- de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
- declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
- llevarla a la guarida no era moco de pavo.
- Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
- encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
- sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
- era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
- joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
- Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
- buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
- cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
- Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
- la carta en la que ella diría:
- —“Pronto estaré allí”.
(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).
Analice las siguientes afirmaciones relativas al texto, señalando V, si verdaderas, o F, si falsas.
( ) El narrador manifiesta su opinión.
( ) Predomina la tercera persona de singular.
( ) Predominan los tiempos pasados.
El orden correto de relleno de los paréntesis, de arriba a abajo, es:
Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.
Las cartas de amor
Por Eduardo Galeano
- Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
- casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
- que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
- a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
- —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
- Se acercó a la mesa y dijo:
- —“¿Me permite?”
- —“Por supuesto”.
- Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
- cuando dices:
- —“Me permites”, dicen
- —“De qué”
- A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
- que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
- se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
- —“¿y qué lees?”
- Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
- mal, muy mal, por ahí no.
- —“Pues bonito día”
- Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
- —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
- Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
- fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
- era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
- cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
- estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
- gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
- —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
- —“No”,
- —“Oye quedamos el fin de semana”,
- —“Vale”.
- Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
- él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
- yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
- musical, y le dijo:
- —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
- —“Ismael qué?”,
- —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
- —“Los de verdad me gustan”.
- Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
- atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
- esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
- Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
- de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
- importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
- acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
- —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
- —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
- —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
- camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
- que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
- y todo lo poco que nos falta para vernos”,
- Él dijo que bueno, que vale.
- —“Pero que si no te vas casi mejor”.
- Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
- perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
- cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
- vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
- A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
- echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
- de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
- iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
- y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
- diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
- se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
- vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
- creo que diez años, quince, no me acuerdo.
- Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
- buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
- ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
- casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
- no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
- riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
- Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
- le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
- cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
- sabe si falsas.
- Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
- de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
- declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
- llevarla a la guarida no era moco de pavo.
- Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
- encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
- sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
- era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
- joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
- Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
- buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
- cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
- Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
- la carta en la que ella diría:
- —“Pronto estaré allí”.
(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).
De acuerdo con el texto, NO se puede decir que:
Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.
Las cartas de amor
Por Eduardo Galeano
- Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
- casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
- que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
- a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
- —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
- Se acercó a la mesa y dijo:
- —“¿Me permite?”
- —“Por supuesto”.
- Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
- cuando dices:
- —“Me permites”, dicen
- —“De qué”
- A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
- que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
- se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
- —“¿y qué lees?”
- Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
- mal, muy mal, por ahí no.
- —“Pues bonito día”
- Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
- —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
- Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
- fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
- era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
- cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
- estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
- gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
- —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
- —“No”,
- —“Oye quedamos el fin de semana”,
- —“Vale”.
- Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
- él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
- yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
- musical, y le dijo:
- —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
- —“Ismael qué?”,
- —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
- —“Los de verdad me gustan”.
- Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
- atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
- esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
- Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
- de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
- importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
- acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
- —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
- —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
- —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
- camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
- que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
- y todo lo poco que nos falta para vernos”,
- Él dijo que bueno, que vale.
- —“Pero que si no te vas casi mejor”.
- Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
- perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
- cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
- vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
- A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
- echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
- de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
- iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
- y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
- diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
- se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
- vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
- creo que diez años, quince, no me acuerdo.
- Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
- buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
- ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
- casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
- no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
- riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
- Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
- le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
- cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
- sabe si falsas.
- Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
- de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
- declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
- llevarla a la guarida no era moco de pavo.
- Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
- encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
- sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
- era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
- joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
- Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
- buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
- cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
- Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
- la carta en la que ella diría:
- —“Pronto estaré allí”.
(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).
La expresión “no se cortó un pelo” (l. 04) significa que el personaje:
Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.
Las cartas de amor
Por Eduardo Galeano
- Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
- casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
- que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
- a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
- —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
- Se acercó a la mesa y dijo:
- —“¿Me permite?”
- —“Por supuesto”.
- Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
- cuando dices:
- —“Me permites”, dicen
- —“De qué”
- A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
- que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
- se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
- —“¿y qué lees?”
- Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
- mal, muy mal, por ahí no.
- —“Pues bonito día”
- Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
- —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
- Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
- fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
- era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
- cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
- estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
- gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
- —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
- —“No”,
- —“Oye quedamos el fin de semana”,
- —“Vale”.
- Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
- él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
- yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
- musical, y le dijo:
- —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
- —“Ismael qué?”,
- —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
- —“Los de verdad me gustan”.
- Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
- atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
- esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
- Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
- de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
- importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
- acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
- —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
- —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
- —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
- camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
- que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
- y todo lo poco que nos falta para vernos”,
- Él dijo que bueno, que vale.
- —“Pero que si no te vas casi mejor”.
- Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
- perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
- cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
- vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
- A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
- echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
- de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
- iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
- y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
- diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
- se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
- vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
- creo que diez años, quince, no me acuerdo.
- Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
- buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
- ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
- casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
- no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
- riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
- Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
- le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
- cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
- sabe si falsas.
- Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
- de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
- declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
- llevarla a la guarida no era moco de pavo.
- Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
- encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
- sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
- era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
- joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
- Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
- buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
- cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
- Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
- la carta en la que ella diría:
- —“Pronto estaré allí”.
(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).
La expresión “aunque” (l. 22) puede ser sustituída, sin cambiar el sentido del texto, por:
Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.
Las cartas de amor
Por Eduardo Galeano
- Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
- casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
- que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
- a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
- —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
- Se acercó a la mesa y dijo:
- —“¿Me permite?”
- —“Por supuesto”.
- Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
- cuando dices:
- —“Me permites”, dicen
- —“De qué”
- A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
- que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
- se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
- —“¿y qué lees?”
- Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
- mal, muy mal, por ahí no.
- —“Pues bonito día”
- Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
- —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
- Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
- fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
- era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
- cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
- estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
- gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
- —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
- —“No”,
- —“Oye quedamos el fin de semana”,
- —“Vale”.
- Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
- él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
- yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
- musical, y le dijo:
- —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
- —“Ismael qué?”,
- —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
- —“Los de verdad me gustan”.
- Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
- atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
- esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
- Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
- de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
- importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
- acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
- —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
- —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
- —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
- camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
- que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
- y todo lo poco que nos falta para vernos”,
- Él dijo que bueno, que vale.
- —“Pero que si no te vas casi mejor”.
- Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
- perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
- cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
- vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
- A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
- echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
- de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
- iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
- y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
- diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
- se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
- vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
- creo que diez años, quince, no me acuerdo.
- Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
- buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
- ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
- casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
- no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
- riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
- Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
- le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
- cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
- sabe si falsas.
- Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
- de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
- declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
- llevarla a la guarida no era moco de pavo.
- Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
- encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
- sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
- era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
- joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
- Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
- buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
- cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
- Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
- la carta en la que ella diría:
- —“Pronto estaré allí”.
(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).
La expresión “no era moco de pavo” (l. 81), en el cuento, significa, en português:
Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.
Las cartas de amor
Por Eduardo Galeano
- Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
- casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
- que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
- a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
- —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
- Se acercó a la mesa y dijo:
- —“¿Me permite?”
- —“Por supuesto”.
- Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
- cuando dices:
- —“Me permites”, dicen
- —“De qué”
- A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
- que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
- se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
- —“¿y qué lees?”
- Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
- mal, muy mal, por ahí no.
- —“Pues bonito día”
- Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
- —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
- Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
- fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
- era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
- cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
- estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
- gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
- —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
- —“No”,
- —“Oye quedamos el fin de semana”,
- —“Vale”.
- Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
- él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
- yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
- musical, y le dijo:
- —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
- —“Ismael qué?”,
- —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
- —“Los de verdad me gustan”.
- Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
- atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
- esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
- Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
- de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
- importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
- acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
- —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
- —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
- —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
- camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
- que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
- y todo lo poco que nos falta para vernos”,
- Él dijo que bueno, que vale.
- —“Pero que si no te vas casi mejor”.
- Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
- perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
- cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
- vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
- A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
- echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
- de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
- iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
- y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
- diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
- se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
- vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
- creo que diez años, quince, no me acuerdo.
- Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
- buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
- ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
- casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
- no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
- riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
- Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
- le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
- cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
- sabe si falsas.
- Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
- de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
- declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
- llevarla a la guarida no era moco de pavo.
- Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
- encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
- sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
- era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
- joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
- Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
- buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
- cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
- Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
- la carta en la que ella diría:
- —“Pronto estaré allí”.
(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).
Señale la alternativa correcta. Al principio, la pareja:
Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.
Las cartas de amor
Por Eduardo Galeano
- Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
- casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
- que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
- a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
- —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
- Se acercó a la mesa y dijo:
- —“¿Me permite?”
- —“Por supuesto”.
- Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
- cuando dices:
- —“Me permites”, dicen
- —“De qué”
- A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
- que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
- se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
- —“¿y qué lees?”
- Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
- mal, muy mal, por ahí no.
- —“Pues bonito día”
- Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
- —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
- Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
- fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
- era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
- cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
- estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
- gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
- —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
- —“No”,
- —“Oye quedamos el fin de semana”,
- —“Vale”.
- Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
- él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
- yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
- musical, y le dijo:
- —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
- —“Ismael qué?”,
- —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
- —“Los de verdad me gustan”.
- Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
- atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
- esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
- Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
- de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
- importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
- acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
- —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
- —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
- —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
- camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
- que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
- y todo lo poco que nos falta para vernos”,
- Él dijo que bueno, que vale.
- —“Pero que si no te vas casi mejor”.
- Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
- perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
- cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
- vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
- A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
- echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
- de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
- iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
- y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
- diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
- se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
- vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
- creo que diez años, quince, no me acuerdo.
- Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
- buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
- ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
- casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
- no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
- riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
- Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
- le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
- cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
- sabe si falsas.
- Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
- de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
- declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
- llevarla a la guarida no era moco de pavo.
- Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
- encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
- sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
- era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
- joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
- Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
- buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
- cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
- Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
- la carta en la que ella diría:
- —“Pronto estaré allí”.
(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).
El personaje se compró una caja fuerte porque:
Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.
Las cartas de amor
Por Eduardo Galeano
- Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
- casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
- que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
- a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
- —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
- Se acercó a la mesa y dijo:
- —“¿Me permite?”
- —“Por supuesto”.
- Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
- cuando dices:
- —“Me permites”, dicen
- —“De qué”
- A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
- que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
- se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
- —“¿y qué lees?”
- Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
- mal, muy mal, por ahí no.
- —“Pues bonito día”
- Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
- —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
- Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
- fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
- era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
- cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
- estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
- gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
- —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
- —“No”,
- —“Oye quedamos el fin de semana”,
- —“Vale”.
- Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
- él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
- yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
- musical, y le dijo:
- —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
- —“Ismael qué?”,
- —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
- —“Los de verdad me gustan”.
- Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
- atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
- esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
- Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
- de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
- importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
- acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
- —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
- —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
- —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
- camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
- que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
- y todo lo poco que nos falta para vernos”,
- Él dijo que bueno, que vale.
- —“Pero que si no te vas casi mejor”.
- Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
- perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
- cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
- vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
- A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
- echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
- de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
- iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
- y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
- diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
- se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
- vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
- creo que diez años, quince, no me acuerdo.
- Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
- buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
- ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
- casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
- no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
- riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
- Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
- le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
- cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
- sabe si falsas.
- Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
- de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
- declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
- llevarla a la guarida no era moco de pavo.
- Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
- encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
- sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
- era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
- joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
- Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
- buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
- cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
- Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
- la carta en la que ella diría:
- —“Pronto estaré allí”.
(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).
Señale la alternativa correcta. En el punto de vista del hombre:
Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.
Las cartas de amor
Por Eduardo Galeano
- Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
- casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
- que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
- a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
- —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
- Se acercó a la mesa y dijo:
- —“¿Me permite?”
- —“Por supuesto”.
- Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
- cuando dices:
- —“Me permites”, dicen
- —“De qué”
- A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
- que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
- se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
- —“¿y qué lees?”
- Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
- mal, muy mal, por ahí no.
- —“Pues bonito día”
- Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
- —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
- Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
- fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
- era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
- cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
- estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
- gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
- —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
- —“No”,
- —“Oye quedamos el fin de semana”,
- —“Vale”.
- Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
- él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
- yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
- musical, y le dijo:
- —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
- —“Ismael qué?”,
- —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
- —“Los de verdad me gustan”.
- Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
- atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
- esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
- Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
- de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
- importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
- acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
- —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
- —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
- —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
- camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
- que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
- y todo lo poco que nos falta para vernos”,
- Él dijo que bueno, que vale.
- —“Pero que si no te vas casi mejor”.
- Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
- perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
- cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
- vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
- A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
- echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
- de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
- iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
- y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
- diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
- se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
- vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
- creo que diez años, quince, no me acuerdo.
- Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
- buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
- ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
- casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
- no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
- riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
- Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
- le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
- cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
- sabe si falsas.
- Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
- de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
- declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
- llevarla a la guarida no era moco de pavo.
- Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
- encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
- sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
- era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
- joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
- Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
- buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
- cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
- Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
- la carta en la que ella diría:
- —“Pronto estaré allí”.
(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).
Analice las siguientes afirmaciones relativas al texto:
I. El narrador aparece en tercera persona.
II. Los protagonistas frecuentan exactamente los mismos lugares públicos.
III. Ella tiene que marcharse por cuestiones de trabajo.
¿ Cuáles están correctas?
Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.
Las cartas de amor
Por Eduardo Galeano
- Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
- casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
- que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
- a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
- —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
- Se acercó a la mesa y dijo:
- —“¿Me permite?”
- —“Por supuesto”.
- Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
- cuando dices:
- —“Me permites”, dicen
- —“De qué”
- A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
- que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
- se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
- —“¿y qué lees?”
- Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
- mal, muy mal, por ahí no.
- —“Pues bonito día”
- Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
- —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
- Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
- fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
- era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
- cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
- estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
- gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
- —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
- —“No”,
- —“Oye quedamos el fin de semana”,
- —“Vale”.
- Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
- él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
- yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
- musical, y le dijo:
- —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
- —“Ismael qué?”,
- —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
- —“Los de verdad me gustan”.
- Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
- atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
- esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
- Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
- de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
- importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
- acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
- —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
- —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
- —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
- camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
- que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
- y todo lo poco que nos falta para vernos”,
- Él dijo que bueno, que vale.
- —“Pero que si no te vas casi mejor”.
- Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
- perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
- cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
- vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
- A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
- echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
- de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
- iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
- y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
- diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
- se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
- vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
- creo que diez años, quince, no me acuerdo.
- Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
- buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
- ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
- casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
- no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
- riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
- Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
- le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
- cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
- sabe si falsas.
- Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
- de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
- declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
- llevarla a la guarida no era moco de pavo.
- Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
- encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
- sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
- era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
- joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
- Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
- buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
- cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
- Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
- la carta en la que ella diría:
- —“Pronto estaré allí”.
(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).
El texto se puede clasificar como:
Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.
Las cartas de amor
Por Eduardo Galeano
- Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
- casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
- que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
- a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
- —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
- Se acercó a la mesa y dijo:
- —“¿Me permite?”
- —“Por supuesto”.
- Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
- cuando dices:
- —“Me permites”, dicen
- —“De qué”
- A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
- que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
- se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
- —“¿y qué lees?”
- Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
- mal, muy mal, por ahí no.
- —“Pues bonito día”
- Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
- —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
- Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
- fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
- era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
- cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
- estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
- gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
- —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
- —“No”,
- —“Oye quedamos el fin de semana”,
- —“Vale”.
- Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
- él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
- yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
- musical, y le dijo:
- —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
- —“Ismael qué?”,
- —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
- —“Los de verdad me gustan”.
- Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
- atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
- esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
- Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
- de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
- importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
- acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
- —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
- —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
- —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
- camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
- que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
- y todo lo poco que nos falta para vernos”,
- Él dijo que bueno, que vale.
- —“Pero que si no te vas casi mejor”.
- Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
- perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
- cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
- vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
- A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
- echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
- de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
- iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
- y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
- diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
- se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
- vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
- creo que diez años, quince, no me acuerdo.
- Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
- buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
- ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
- casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
- no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
- riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
- Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
- le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
- cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
- sabe si falsas.
- Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
- de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
- declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
- llevarla a la guarida no era moco de pavo.
- Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
- encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
- sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
- era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
- joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
- Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
- buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
- cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
- Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
- la carta en la que ella diría:
- —“Pronto estaré allí”.
(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).
De acuerdo con el texto, se puede afirmar que:
Instrucciones: Las cuestiones de números 31 a 60 se refieren al texto abajo.
Las cartas de amor
Por Eduardo Galeano
- Ellos se conocieron por casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores,
- casi siempre por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos lo
- que les pasó fue que él había quedado en aquel café con una persona que no vino, y claro, la vio
- a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que, harto de esperar no se cortó un pelo y dijo:
- —“ya que he venido hasta aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión”.
- Se acercó a la mesa y dijo:
- —“¿Me permite?”
- —“Por supuesto”.
- Esto solo suele pasar en las historias que te cuentan otros, nunca en la vida real, por lo general
- cuando dices:
- —“Me permites”, dicen
- —“De qué”
- A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino, quién sabe, yo qué sé, habrá
- que inventar otra historia en la que ella le dice “De qué”, en este caso ella lo invitó a él para que
- se sentase, y él se sentó. Y claro, no había de qué hablar,
- —“¿y qué lees?”
- Lo malo fue que él no había leído nada del escritor que ella estaba leyendo, mal empezamos,
- mal, muy mal, por ahí no.
- —“Pues bonito día”
- Pero enseguida empezaron a profundizar, porque ella dijo
- —“Sí, la verdad es que hace un bonito día”.
- Y aunque no lo hiciera. Pero poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y
- fueron profundizando. Al principio él para llamar su atención contó una que otra mentira, que
- era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero eso vino más tarde,
- cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la habana con coca cola. Por entonces ya
- estaban descubriendo que tenían más afinidades de las que pensaban al principio, y compartían
- gustos cinematográficos, y por eso él le dijo
- —“Oye, y si vamos a ver esta, ¿has visto La vida es bella?” y ella
- —“No”,
- —“Oye quedamos el fin de semana”,
- —“Vale”.
- Y aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el caso es que
- él rompía a llorar en cada escena en la que aparecía el chaval pequeño, esto a ella le enterneció,
- yo quiero pensar que era de verdad. Resulta que coincidían en más gustos, y también en lo
- musical, y le dijo:
- —“Oye, este fin de semana toca Ismael Serrano”,
- —“Ismael qué?”,
- —“Pero a ti te gustan los cantautores?”,
- —“Los de verdad me gustan”.
- Pero él le convenció a ella y fueron. Cuando él empezó a cantar aquella de Vértigo, pues se
- atrevió a cogerle la mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por
- esto de Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida es bella.
- Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado
- de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos
- importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que
- acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:
- —“Sabes, creo que me tengo que ir durante algún tiempo”,
- —“Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo
- —“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este
- camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la
- que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos,
- y todo lo poco que nos falta para vernos”,
- Él dijo que bueno, que vale.
- —“Pero que si no te vas casi mejor”.
- Pero se fue. Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
- perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era
- cierto aquella de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera
- vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
- A los quince días puntualmente llegó la carta de ella toda llena de besos y de caricias, de te
- echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima
- de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se
- iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón
- y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le
- diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa,
- se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque
- vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron
- creo que diez años, quince, no me acuerdo.
- Y un día ella, sin saber cómo ni por qué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el
- buzón vacío, y el alma partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
- ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un día él salió de
- casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte
- no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debían esconder algún gran tesoro, grandes
- riquezas, realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.
- Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta de que
- le han robado lo que él más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo
- cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién
- sabe si falsas.
- Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara
- de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor,
- declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y
- llevarla a la guarida no era moco de pavo.
- Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de
- encontrar alguna carta, a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido
- sin saber ya qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer
- era quemarlas o tirarlas al río, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más
- joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.
- Un día nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el
- buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las
- cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
- Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos en los que quizá un día leería
- la carta en la que ella diría:
- —“Pronto estaré allí”.
(Disponible en: www.poeticous.com/eduardo-galeano/las-cartas-de-amor-1?locale=es – texto adaptado especialmente para ese examen).
Relaciona la Columna 1 a la Columna 2 de acuerdo con los enunciados a los personajes y al narrador del texto:
Columna 1
1. Él.
2. Ella.
3. Narrador.
Columna 2
( ) ¿Me permite?
( ) ¿Ismael qué?
( ) Pues bonito día.
( ) ¿Adivina lo que se encontró?
( ) No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva.
El orden correto de relleno de los paréntesis, de arriba a abajo, es:
Lea el siguiente texto y elija la opción correcta en las cuestiones planteadas a continuación:
La pandemia de COVID-19 ha puesto a los servicios sanitarios de los países en el punto de mira. Mientras los gobiernos se mueven para frenar la propagación del virus, los trabajadores sanitarios, especialmente las mujeres, están en primera línea de la epidemia. Ante esta crisis, es tranquilizador saber que estos trabajadores están ahí para administrar tratamientos y dar consejos. Sin embargo, con más de la mitad de la población mundial sin acceso a la atención sanitaria esencial, ¿qué ocurre cuando no hay suficientes médicos, enfermeras y personal de apoyo?
Como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, todos los Estados miembros han acordado alcanzar la cobertura sanitaria universal para 2030. [...]
Los datos de ILOSTAT destacan los países más necesitados. Presenta las cifras más recientes sobre las ocupaciones sanitarias cualificadas -como médicos y enfermeras- y sobre las generales ocupación en el sector de la salud humana y el trabajo social, que incluye a todas las personas empleadas en establecimientos relacionados con la salud, incluidas las ocupaciones no sanitarias, como administradores y limpiadores, y las actividades de trabajo social.
Muestra que la salud es un sector importante de ocupación, pero que la capacidad de los países para contratar y retener a los trabajadores de la salud varía significativamente entre las regiones. Esta distribución desigual agrava las desigualdades en el acceso a los servicios sanitarios.
[...]
Acceso desigual a los servicios sanitarios
La historia es similar cuando se examinan las ocupaciones sanitarias cualificadas (como médicos, enfermeras y matronas) por cada 10.000 personas. De los 97 países de los que se dispone de datos, los 10 primeros son casi exclusivamente países de renta alta. Alemania, Noruega, Suiza, los Países Bajos y Estados Unidos ocupan los cinco primeros puestos, mientras que la Federación Rusa es el único país que no tiene ingresos altos entre los 10 primeros.
Sin embargo, en muchos países de renta baja, gran parte de la población no tiene acceso a los servicios sanitarios esenciales debido a la falta de personal sanitario, especialmente en las zonas rurales y remotas.
Cuando la Organización Mundial de la Salud declaró el brote de COVID-19 como una emergencia sanitaria mundial, su mayor preocupación era la posibilidad de que el virus se extendiera a países con sistemas sanitarios más débiles. En África, la media de trabajadores empleados en el sector sanitario por cada 10.000 personas es de 57. Y muchos de los países más pobres de la región tienen muchos menos.
[...]
Un personal sanitario predominantemente femenino
En todo el mundo podrían surgir presiones adicionales relacionadas con el número de mujeres que trabajan en la sanidad. En todo el mundo, las mujeres representan el 70% de las personas empleadas en el sector sanitario y, según los datos disponibles para cerca de 100 países, el 72% de las ocupaciones sanitarias cualificadas. En resumen, las mujeres están desproporcionadamente en primera línea en la lucha mundial para tratar a los pacientes infectados.
Mientras tanto, las mujeres también soportan la carga del trabajo de cuidados no remunerado, como la crianza de los hijos y el cuidado de los ancianos. El cierre de las escuelas en las regiones afectadas por el COVID-19 supone un reto adicional para muchas trabajadoras sanitarias que intentan conciliar trabajo y familia.
Mientras la pandemia de COVID-19 pone a los servicios sanitarios del mundo bajo el microscopio, los datos de ILOSTAT muestran que numerosos países se enfrentan ya a la escasez de personal sanitario, a menudo debido a las largas jornadas de trabajo, los bajos salarios y los riesgos para la seguridad y la salud en el trabajo que disuaden a muchos de entrar en el personal sanitario en primer lugar y que hacen que muchos trabajadores sanitarios cualificados abandonen la profesión prematuramente.
[...]
FUENTE: https://ilostat.ilo.org/es/covid-19-are-there-enough-health-workers/.Acceso en: 29 nov. 2022.
El cierre de las escuelas durante la pandemia de Covid afectó a los sistemas sanitarios de forma especial porque
Lea el siguiente texto y elija la opción correcta en las cuestiones planteadas a continuación:
La pandemia de COVID-19 ha puesto a los servicios sanitarios de los países en el punto de mira. Mientras los gobiernos se mueven para frenar la propagación del virus, los trabajadores sanitarios, especialmente las mujeres, están en primera línea de la epidemia. Ante esta crisis, es tranquilizador saber que estos trabajadores están ahí para administrar tratamientos y dar consejos. Sin embargo, con más de la mitad de la población mundial sin acceso a la atención sanitaria esencial, ¿qué ocurre cuando no hay suficientes médicos, enfermeras y personal de apoyo?
Como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, todos los Estados miembros han acordado alcanzar la cobertura sanitaria universal para 2030. [...]
Los datos de ILOSTAT destacan los países más necesitados. Presenta las cifras más recientes sobre las ocupaciones sanitarias cualificadas -como médicos y enfermeras- y sobre las generales ocupación en el sector de la salud humana y el trabajo social, que incluye a todas las personas empleadas en establecimientos relacionados con la salud, incluidas las ocupaciones no sanitarias, como administradores y limpiadores, y las actividades de trabajo social.
Muestra que la salud es un sector importante de ocupación, pero que la capacidad de los países para contratar y retener a los trabajadores de la salud varía significativamente entre las regiones. Esta distribución desigual agrava las desigualdades en el acceso a los servicios sanitarios.
[...]
Acceso desigual a los servicios sanitarios
La historia es similar cuando se examinan las ocupaciones sanitarias cualificadas (como médicos, enfermeras y matronas) por cada 10.000 personas. De los 97 países de los que se dispone de datos, los 10 primeros son casi exclusivamente países de renta alta. Alemania, Noruega, Suiza, los Países Bajos y Estados Unidos ocupan los cinco primeros puestos, mientras que la Federación Rusa es el único país que no tiene ingresos altos entre los 10 primeros.
Sin embargo, en muchos países de renta baja, gran parte de la población no tiene acceso a los servicios sanitarios esenciales debido a la falta de personal sanitario, especialmente en las zonas rurales y remotas.
Cuando la Organización Mundial de la Salud declaró el brote de COVID-19 como una emergencia sanitaria mundial, su mayor preocupación era la posibilidad de que el virus se extendiera a países con sistemas sanitarios más débiles. En África, la media de trabajadores empleados en el sector sanitario por cada 10.000 personas es de 57. Y muchos de los países más pobres de la región tienen muchos menos.
[...]
Un personal sanitario predominantemente femenino
En todo el mundo podrían surgir presiones adicionales relacionadas con el número de mujeres que trabajan en la sanidad. En todo el mundo, las mujeres representan el 70% de las personas empleadas en el sector sanitario y, según los datos disponibles para cerca de 100 países, el 72% de las ocupaciones sanitarias cualificadas. En resumen, las mujeres están desproporcionadamente en primera línea en la lucha mundial para tratar a los pacientes infectados.
Mientras tanto, las mujeres también soportan la carga del trabajo de cuidados no remunerado, como la crianza de los hijos y el cuidado de los ancianos. El cierre de las escuelas en las regiones afectadas por el COVID-19 supone un reto adicional para muchas trabajadoras sanitarias que intentan conciliar trabajo y familia.
Mientras la pandemia de COVID-19 pone a los servicios sanitarios del mundo bajo el microscopio, los datos de ILOSTAT muestran que numerosos países se enfrentan ya a la escasez de personal sanitario, a menudo debido a las largas jornadas de trabajo, los bajos salarios y los riesgos para la seguridad y la salud en el trabajo que disuaden a muchos de entrar en el personal sanitario en primer lugar y que hacen que muchos trabajadores sanitarios cualificados abandonen la profesión prematuramente.
[...]
FUENTE: https://ilostat.ilo.org/es/covid-19-are-there-enough-health-workers/.Acceso en: 29 nov. 2022.
Según el texto, una de las causas de la desigualdad en el acceso a servicios sanitarios, por parte de las poblaciones del mundo, está relacionada con la
O texto seguinte servirá de base para responder às questões de 1 a 9.
Por qué los noctámbulos tienen más riesgo de morir antes: es el alcohol y el tabaco, no los hábitos de sueño
Un nuevo estudio descarta una relación directa entre la nocturnidad y una mayor mortalidad, pero encuentra que quienes se acuestan y levantan más tarde tienen más probabilidad de ser fumadores y bebedores
"Los seres humanos somos animales diurnos", como explica María Ángeles Bonmatí, investigadora postdoctotal de CIBER (Instituto de Salud Carlos III) y autora del libro Que nada te quite el sueño (Crítica). Es decir, estamos preparados fisiológicamente para tener actividad durante el día y para descansar durante la noche. Sin embargo, dentro de ese patrón general, añade Bonmatí, "las personas se pueden clasificar en distintos cronotipos" en función de sus relojes internos, condicionados por sus ritmos circadianos. Simplificando, se puede hablar de personas con cronotipo vespertino y personas con cronotipo matutino.
Comparte esta opinión María Ángeles Bonmatí, que apunta que, aunque el cronotipo vespertino ya se había asociado a una mayor probabilidad de presentar factores de riesgo cardiovascular (como la obesidad o el consumo de tabaco), la realidad es que los estudios al respecto "mostraban un incremento en la mortalidad con el cronotipo vespertino, independientemente de estos factores asociados".
El País (modificado)
Segundo o texto, analise as assertivas e marque a alternativa que corresponde aos fatores de risco com mais probabilidade de serem associados às pessoas que tem hábitos vespertinos.
I.Obesidade.
II.Consumo de tabaco.
III.Câncer de estômago.
O texto seguinte servirá de base para responder às questões de 1 a 9.
Por qué los noctámbulos tienen más riesgo de morir antes: es el alcohol y el tabaco, no los hábitos de sueño
Un nuevo estudio descarta una relación directa entre la nocturnidad y una mayor mortalidad, pero encuentra que quienes se acuestan y levantan más tarde tienen más probabilidad de ser fumadores y bebedores
"Los seres humanos somos animales diurnos", como explica María Ángeles Bonmatí, investigadora postdoctotal de CIBER (Instituto de Salud Carlos III) y autora del libro Que nada te quite el sueño (Crítica). Es decir, estamos preparados fisiológicamente para tener actividad durante el día y para descansar durante la noche. Sin embargo, dentro de ese patrón general, añade Bonmatí, "las personas se pueden clasificar en distintos cronotipos" en función de sus relojes internos, condicionados por sus ritmos circadianos. Simplificando, se puede hablar de personas con cronotipo vespertino y personas con cronotipo matutino.
Comparte esta opinión María Ángeles Bonmatí, que apunta que, aunque el cronotipo vespertino ya se había asociado a una mayor probabilidad de presentar factores de riesgo cardiovascular (como la obesidad o el consumo de tabaco), la realidad es que los estudios al respecto "mostraban un incremento en la mortalidad con el cronotipo vespertino, independientemente de estos factores asociados".
El País (modificado)
A partir das interpretações do texto, preencha os parênteses com V (verdadeiro) ou F (falso):
(__)Os sonâmbulos têm menos risco de morrer.
(__)Todos os fumantes acordam e dormem tarde.
(__)Os seres humanos são animais diurnos.
Após análise, assinale a alternativa que apresenta a sequência correta dos itens acima, de cima para baixo:
Texto
Lea con atención el texto de abajo y en seguida conteste las preguntas (de 30 a 35).
Cómo poner fin al acoso escolar
(1) El acoso escolar es cruel, dañino, muy doloroso y, a menudo, invisible. No entiende de sexos, ni de condiciones sociales. Se da en cuanto un niño o una serie de niños deciden hacerle la vida imposible a otro. Una vez que escogen su víctima, la atacan sin piedad. Amenazas, chantajes y mensajes que desarman por dentro al niño acosado, que le van a minar hasta acabar con su ilusión y sus ganas de vivir.
(2) Desgraciadamente, afecta a escolares de todo el mundo. En muchos países intentan frenarlo desde la educación infantil: con valores y normas sociales, respeto a la diferencia, tolerancia; pero, al final, siempre hay algún acosador que rompe las normas.
(3) En Finlandia, han puesto en marcha un programa que está consiguiendo mucho éxito. Se llama KiVa, el diminutivo de dos palabras finlandesas que significan “Contra el acoso escolar”. Es un programa creado por expertos de la Universidad de Turku, donde llevan 25 años estudiando el comportamiento y relaciones entre los niños.
(4) ¿En qué consiste exactamente ese programa? Mientras que en la mayoría de los centros se centran en acosador y víctima, el programa KiVa cambia las normas que rigen el grupo: lo importante es concienciar a los ‘testigos’, los que miran, animan y ríen al agresor. Los que callan. La solución no pasa por intentar cambiar la timidez del agredido ni en cambiar al agresor, sino en que esos testigos actúen ante un caso de acoso escolar. Que arropen al niño agredido y no apoyen al agresor. De esa forma, el agresor se sentirá anulado y el agredido ganará en seguridad. […]
Texto adaptado del guiainfantil.com
https://www.guiainfantil.com/educacion/escuela/acosoescolar/ index.htm
. ¿De qué trata el texto “Cómo poner fin al acoso escolar”?
Los diferentes modelos teóricos de la comprensión del texto comparten la noción central de que comprender un texto implica construir una representación mental coherente del significado del texto en una memoria episódica. Esta representación mental incluye información proveniente del texto, pero también del conocimiento previo del lector, que se activa a partir de relaciones semánticas. El lector identifica las relaciones semánticas a través de inferencias que realiza sobre el texto, esto ocurre porque el texto deja indicios y/o pistas que activan esquemas de conocimientos previos y completan la información del texto. En el armado de esta representación, inciden factores vinculados al lector que interactúan con aspectos del texto.
BARREYRO, Juan Pablo. La comprensión del texto escrito, in BURIN, D.I. (compiladora). La competencia lectora a principios del siglo XXI: texto, multimedia e Internet. Buenos Aires: Editorial Teseo. https:// www.teseopress.com/competencialectora/
Con relación a los factores vinculados al lector, señale la alternativa correcta.
Siete muertos en las últimas horas elevan a 17 los
fallecidos en España por el coronavirus
Todos eran personas de avanzada edad con patologias
previas. En total, hay 589 casos, 159 más que el dia
anterior, según el Ministerio de Sanidad
Madrid / Bilbao / Zaragoza - 08 MAR 2020 - 10:41BRT
-
Siete personas han muerto en las últimas horas por el
coronavirus, lo que eleva a 17 la cifra de víctimas mortales en
España, en el mayor incremento en un solo día desde que el
pasado martes se conociera el primer fallecimiento por esta
causa en el país, aunque este se produjo a mediados de
febrero. De las últimas víctimas mortales, una se ha registrado
en Zaragoza, tres en la Comunidad de Madrid y tres en el País
Vasco. Las siete, al igual que las 10 anteriores, eran personas
de edad elevada, la mayoría de eilas con patologias previas.
Estas dos últimas autonomías concentran, junto con La Rioja,
el 60% de los casos de todo e! país, según ha explicado este
domingo Fernando Simón, director del Centro de
Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. En total,
589 personas están afectadas, 159 más que el día anterior.
Este incremento cercano al 20% entra dentro de “lo
esperable”, según Simón, por lo que Sanidad mantiene el país
en fase de contención de la enfermedad. El ministro de
Sanidad, Salvador Illa, que ha comparecido con Simón ante la
prensa, ha pedido a todas las personas que presenten
síntomas que no acudan a las manifestaciones de este
domingo por el Dia de la Mujer.
La Comunidad de Madrid, la más afectada por la
Covid-19, la enfermedad causada por el coronavirus, con 202
casos, registra casi la mitad de los fallecidos en todo el país,
ocho. Los últimos son tres hombres, uno de 77 años que
permanecia ingresado en la UCI del Hospital de Torrejón; uno
de 88 años que ha fallecido en el Hospital del Sureste; y otro de
73 años que ha falecido en la Fundación Jiménez Diaz. Los
tres presentaban patologias previas, según la Consejería de
Sanidad. La mayoria de los 28 nuevos positivos registrados
desde este sábado están relacionados con el foco del centro
de día para mayores de Valdemoro, según ha explicado
Simón.
En el País Vasco, la segunda comunidad con más
casos, la muerte de tres mujeres de avanzada edad y con
patologias crónicas previas eleva a cinco el total de fallecidos.
Dos de las muertas, de 92 y 88 años, se encontraban
ingresadas en aislamiento en Álava, y otra de 87 en Bizkaia, y
todas ellas sufrian patologias crónicas previas, según ha
informado el Departamento de Salud del Gobierno Vasco.
Además, se han detectado 32 nuevos casos de infectados, por
lo que ascienden a 102 los casos, 37 de los cuales están
hospitalizados. De ellos, 26 se han localizado en territorio
alavés, cinco en Bizkaia y uno en Gipuzkoa.
El séptimo fallecido en las últimas horas es un
paciente de 85 años que se encontraba ingresado en el
Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza. Era
uno de los siete contagiados que se han registrado en una
residencia de la capital aragonesa, según el Departamento de
Sanidad del Gobierno de Aragón. La comunidad suma, con
cinco nuevos casos, 19 en total. De ellos, 10 se encuentran
hospitalizados, tres de ellos en la UCI.
“En España hay un incremento de casos, pero
seguimos en una fase de contención”, ha explicado el ministro,
que ha hablado por teléfono con su homólogo italiano, al que
ha mostrado su “reconocimiento y apoyo” por las medidas que
han adoptado, que han dejado en aislamiento a 16 millones de
personas en el norte de Italia. “Estamos concentrando los
esfuerzos en Madrid, La Rioja y País Vasco”, ha explicado. “No
hay ni mucho menos una transmisión de forma generalizada y
descontrolada a nivel del país”, ha afiadido Simón.
Sí que es preocupante La Rioja, con 55 casos, donde
hay “un único foco, que no es fácil de controlar”, ha admitido el
director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias
Sanitarias, en referencia a los cerca de 30 vecinos de la
localidad de Haro que se contagiaron durante un funeral en
Vitoria, y que están aislados en sus casas con vigilancia de la
Guardia Civil. Estas personas “no están en cuarentena”, ha
insistido por su parte el ministro, sino “en vigilancia activa”, es
decir, “que deben estar en sus domicilios porque así lo
establecen los protocolos médicos para evitar la expansión del
virus”, El ministro ha admitido que “en algunos casos se ha
tenido que reforzar la vigilancia” para que este aislamiento
domiciliario se cumpla.
También están muy pendientes de la Comunidad de
Madrid, pues “en las últimas horas el incremento se ha
centrado en Valdemoro”, y por tanto, a la “población más
frágil”, ha recordado Simón. Mientras, en el País Vasco, la
mayoria de los casos positivos están asociados a
profesionales sanitarios, “lo que supone un estrés añadido al
sistema sanitario”. Simón ha asegurado que el aislamiento de
la región de Lombardia y otras 14 provincias del norte de Italia
“reduce la posibilidad de casos importados de este país”.
“Hasta ahora no tenemos cadenas de transmisión
descontrolada en la mayoría de las situaciones. Solo hay
riesgo en el País Vasco y Madrid, pero las investigaciones
hasta la fecha indican que la transmisión no se ha
incrementado o está relacionada con focos ya detectados”, ha
dicho.
Para reforzar la coordinación, a partir de la próxima
semana se reunirá una comisión interministerial todos los
miércoles y la comisión interterritorial del Sistema Nacional de
Salud, con todos los consejeros autonómicos, los lunes y
jueves, por videoconferencia.
De acordo com o texto, para reforçar a coordenação, uma comissão interministerial se reunirá:
Siete muertos en las últimas horas elevan a 17 los
fallecidos en España por el coronavirus
Todos eran personas de avanzada edad con patologias
previas. En total, hay 589 casos, 159 más que el dia
anterior, según el Ministerio de Sanidad
Madrid / Bilbao / Zaragoza - 08 MAR 2020 - 10:41BRT
-
Siete personas han muerto en las últimas horas por el
coronavirus, lo que eleva a 17 la cifra de víctimas mortales en
España, en el mayor incremento en un solo día desde que el
pasado martes se conociera el primer fallecimiento por esta
causa en el país, aunque este se produjo a mediados de
febrero. De las últimas víctimas mortales, una se ha registrado
en Zaragoza, tres en la Comunidad de Madrid y tres en el País
Vasco. Las siete, al igual que las 10 anteriores, eran personas
de edad elevada, la mayoría de eilas con patologias previas.
Estas dos últimas autonomías concentran, junto con La Rioja,
el 60% de los casos de todo e! país, según ha explicado este
domingo Fernando Simón, director del Centro de
Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. En total,
589 personas están afectadas, 159 más que el día anterior.
Este incremento cercano al 20% entra dentro de “lo
esperable”, según Simón, por lo que Sanidad mantiene el país
en fase de contención de la enfermedad. El ministro de
Sanidad, Salvador Illa, que ha comparecido con Simón ante la
prensa, ha pedido a todas las personas que presenten
síntomas que no acudan a las manifestaciones de este
domingo por el Dia de la Mujer.
La Comunidad de Madrid, la más afectada por la
Covid-19, la enfermedad causada por el coronavirus, con 202
casos, registra casi la mitad de los fallecidos en todo el país,
ocho. Los últimos son tres hombres, uno de 77 años que
permanecia ingresado en la UCI del Hospital de Torrejón; uno
de 88 años que ha fallecido en el Hospital del Sureste; y otro de
73 años que ha falecido en la Fundación Jiménez Diaz. Los
tres presentaban patologias previas, según la Consejería de
Sanidad. La mayoria de los 28 nuevos positivos registrados
desde este sábado están relacionados con el foco del centro
de día para mayores de Valdemoro, según ha explicado
Simón.
En el País Vasco, la segunda comunidad con más
casos, la muerte de tres mujeres de avanzada edad y con
patologias crónicas previas eleva a cinco el total de fallecidos.
Dos de las muertas, de 92 y 88 años, se encontraban
ingresadas en aislamiento en Álava, y otra de 87 en Bizkaia, y
todas ellas sufrian patologias crónicas previas, según ha
informado el Departamento de Salud del Gobierno Vasco.
Además, se han detectado 32 nuevos casos de infectados, por
lo que ascienden a 102 los casos, 37 de los cuales están
hospitalizados. De ellos, 26 se han localizado en territorio
alavés, cinco en Bizkaia y uno en Gipuzkoa.
El séptimo fallecido en las últimas horas es un
paciente de 85 años que se encontraba ingresado en el
Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza. Era
uno de los siete contagiados que se han registrado en una
residencia de la capital aragonesa, según el Departamento de
Sanidad del Gobierno de Aragón. La comunidad suma, con
cinco nuevos casos, 19 en total. De ellos, 10 se encuentran
hospitalizados, tres de ellos en la UCI.
“En España hay un incremento de casos, pero
seguimos en una fase de contención”, ha explicado el ministro,
que ha hablado por teléfono con su homólogo italiano, al que
ha mostrado su “reconocimiento y apoyo” por las medidas que
han adoptado, que han dejado en aislamiento a 16 millones de
personas en el norte de Italia. “Estamos concentrando los
esfuerzos en Madrid, La Rioja y País Vasco”, ha explicado. “No
hay ni mucho menos una transmisión de forma generalizada y
descontrolada a nivel del país”, ha afiadido Simón.
Sí que es preocupante La Rioja, con 55 casos, donde
hay “un único foco, que no es fácil de controlar”, ha admitido el
director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias
Sanitarias, en referencia a los cerca de 30 vecinos de la
localidad de Haro que se contagiaron durante un funeral en
Vitoria, y que están aislados en sus casas con vigilancia de la
Guardia Civil. Estas personas “no están en cuarentena”, ha
insistido por su parte el ministro, sino “en vigilancia activa”, es
decir, “que deben estar en sus domicilios porque así lo
establecen los protocolos médicos para evitar la expansión del
virus”, El ministro ha admitido que “en algunos casos se ha
tenido que reforzar la vigilancia” para que este aislamiento
domiciliario se cumpla.
También están muy pendientes de la Comunidad de
Madrid, pues “en las últimas horas el incremento se ha
centrado en Valdemoro”, y por tanto, a la “población más
frágil”, ha recordado Simón. Mientras, en el País Vasco, la
mayoria de los casos positivos están asociados a
profesionales sanitarios, “lo que supone un estrés añadido al
sistema sanitario”. Simón ha asegurado que el aislamiento de
la región de Lombardia y otras 14 provincias del norte de Italia
“reduce la posibilidad de casos importados de este país”.
“Hasta ahora no tenemos cadenas de transmisión
descontrolada en la mayoría de las situaciones. Solo hay
riesgo en el País Vasco y Madrid, pero las investigaciones
hasta la fecha indican que la transmisión no se ha
incrementado o está relacionada con focos ya detectados”, ha
dicho.
Para reforzar la coordinación, a partir de la próxima
semana se reunirá una comisión interministerial todos los
miércoles y la comisión interterritorial del Sistema Nacional de
Salud, con todos los consejeros autonómicos, los lunes y
jueves, por videoconferencia.
Segundo o texto, na Comunidade de Madri, os três últimos homens que morreram pelo Covid-19: