No hay nada como la música. A través de la historia de la
humanidad se han encontrado indicios que desde tempranas
etapas se hacía música. Sea su efecto social y que fuera
el acompañamiento obligado en danzas, ritos y fiestas, la
música ha permanecido como algo inherente al desarrollo de
la historia de los humanos.
Ha habido múltiples estudios científicos que han
abordado los efectos de la música en las personas, incluso
en los animales y en las plantas. Lo que se ha encontrado no
es poca cosa, conozcamos algo sobre esto.
Como decía, distintos estudios se han realizado con
el paso del tiempo, y en ellos se ha encontrado que la
música, por ejemplo, afecta la química del cerebro. Y es
que la música que nos es agradable hace que secretemos
dopamina, una neurohormona liberada por el hipotálamo, y
que se le relaciona con el placer; sin embargo, tiene otras
benéficas funciones como estar presentes en los procesos
de aprendizaje, comportamiento, actividad motora, el sueño,
el humor, la atención.
Es por esto que otros estudios han encontrado en la
música la relación en la mejora de la actividad motora en
el tratamiento de pacientes con Parkinson o el incremento
del razonamiento espacial en pacientes autistas y apoyo
en terapias de pacientes que sufren convulsiones, atrofias,
arritmias.
Tu cerebro entra en procesos que a simple vista no
parecieran tan poderosos. Pero lo son. Un estudio demostró
que niños que tenían una educación musical de 3 años o
más, presentaban un incremento en su motricidad fina, así
como en la discriminación auditiva (esto indispensable para
el estudio de idiomas distintos a la lengua materna). También
esos niños presentaron un mejor vocabulario, mejores
habilidades en su lenguaje no verbal y su entendimiento de
la información visual, distinguiendo con mayor facilidad las
similitudes, las diferencias de formas y los patrones.
(https://hipertextual.com. Adaptado)